Si hacemos un repaso al diseño de los Volvo en las tres últimas décadas podremos apreciar tres estilos bien diferenciados. Por un lado, aquellas formas cuadradas y robustas de finales de los 80 que llegaron a su punto álgido con el 850; las líneas elegantes de aristas con toques modernos estrenada en la segunda generación del XC90 en 2014 y que hoy visten casi todos sus modelos con el último ejemplo en el S60; y entre medias, el lenguaje de diseño introducido con el primer S80 y que pronto se extendió a toda la gama desde el C30 hasta los primeros S60, XC90 o XC60.
Con el S80 de primera generación se abandonaban los trazos rectos de generaciones anteriores al tiempo que se aunaban dos gamas en una: los 960 y S70 tuvieron un único sucesor. El S80 lanzado en 1998 conjugaba la elegancia escandinava con nuevos rasgos que afectaban sobre todo a su zaga debido al nuevo planteamiento de sus grupos ópticos, muy voluminosos, pero que lograban ocupar todo el lateral mordiendo los pliegues que recorrían el contorno.
Se mantuvo una tapa de maletero con un corte muy vertical también muy típico en los Volvo anteriores, pero se abandonó la verticalidad de la luneta trasera para dar paso a una mucho más tendida. Gracias a ello la vista lateral variaba considerablemente con respecto a otros Volvo grandes vendidos hasta entonces. El conjunto lucía moderno y con mucho empaque.
La plataforma de tracción delantera adoptó una posición trasversal para sus motores de cinco y seis cilindros, lo cual repercutía en un mejor comportamiento y un espacio menor para albergarlos. Montar un seis en línea en esa posición era algo muy poco habitual. BMW y Mercedes se mantenía fieles a la propulsión, mientras que Audi promocionaba la tracción total quattro como alternativa a sus tracción delantera.
Para empujar a sus versiones más potentes, los alemanes recurrían a poderosos bloques V8, mientras que Volvo siguió su propia senda para su buque insignia: el S80 T6. Con la experiencia que tenían los suecos en motores turboalimentados, decidieron tirar de ella y no complicarse, así que tomaron el bloque 2.8 y le montaron no uno, sino dos pequeños turbocompresores para lograr una potencia de 272 CV, convirtiéndose en el tracción delantera más potente del mercado con permiso del Cadillac Seville STS.
Han pasado veinte años desde que Volvo diera un giro radical en el diseño de sus vehículos, siendo el S80 el encargado de estrenar un lenguaje que aún hoy vemos en el V40
Sus rivales V8 se movían entre 279 CV del E 430 y 300 del A6, pasando por los 286 CV del BMW 540i. En el S80 no se buscó la potencia absoluta, sino el agrado de uso en cualquier rango de revoluciones, sobre todo en la zona baja por la presencia de los dos turbocompresores. El par era además equiparable a los alemanes con más de 4 litros de cilindrada. Era un coche realmente rápido con un planteamiento burgués que les distanciaba de otros Volvo que habían salido al mercado con el apellido ‘T’ como los S40 T4 o los 850 T5, algo más radicales. Aquello no hubiese cuadrado con la filosofía del modelo y hubiera conseguido poner en aprietos a un bastidor que hacía muy bien su trabajo a no ser que le exigiéramos demasiado, pues su tamaño y peso entraban en escena para recordarnos que el S80 tenía sus limitaciones, si bien la electrónica le capaba sin ningún pudor.
Para movernos por vías rápidas con un alto grado de confort era el compañero ideal. Contaba con un cambio automático Geartronic de solo cuatro marchas, pero un funcionamiento exquisito gracias al convertidor de par, con el que el resbalamiento típico de este tipo de cajas resulta el aliado perfecto para un máximo confort en sus transiciones. Además, contaba con la particularidad de un modo manual de verdad que ni reducía al acelerar a fondo ni cambiaba a una marcha superior si rozábamos el corte. La contrapartida era que, a pesar de desarrollos tirando a largos, una quinta hubiese ayudado a reducir consumos. En este apartado también se acercaba al gasto de los V8 de mayor cilindrada.
En referencia a estos el S80 T6 era más económico de adquirir, con una diferencia de unos 7.000 euros con respecto al BMW 540i y 15.000 euros de la época con el Mercedes E 430. Al igual que aquellos, la tarifa inicial del S80 T6 (48.000 euros) podría ser ampliada gracias a la larga lista de opciones que nos permitían tener un interior de auténtico lujo. Porque este Volvo estaba muy bien acabado, y además contaba con un salpicadero que aportaba algo de frescura ante la sobriedad inherente a su segmento.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.COMENTARIOS