Coche del día: Renault Vel Satis 2.0 dCi

Coche del día: Renault Vel Satis 2.0 dCi

Comodidad máxima, buen equipamiento, pero su diseño no gustó


Tiempo de lectura: 3 min.

El Renault Vel Satis 2.0 dCi fue una de las variantes más populares del peculiar y controvertido modelo francés. Una opción que ofrecía mucho, más de lo que algunos querrían admitir, por un precio que se podía considerar más que interesante para la categoría en la que militaba: 40.489 euros, un precio que actualmente todo el mundo acepta en un Renault, pero que, por entonces, 2005 –hablamos del restyling–, no era tan aceptado en un coche de marca generalista –equivaldrían a unos 59.114 euros de 2024–.

Cuando Renault decidió sustituir al Safrane, estaba a los mandos del equipo de diseño un tipo que levantó mucha polémica con sus ideas, aunque luego resultaron ser un éxito en algunos casos como el Renault Mégane: Patrick Le Quément. Esas ideas también se trasladaron al que eran, en aquel entonces, el coche más grande y suntuoso de la firma francesa, el Renault Vel Satis, que a simple vista, era casi un Mégane más grande y caro.

En realidad, aunque compartían algunos rasgos, el Vel Satis era mucho más que un Mégane más grande aunque su concepto, quizá, no era el adecuado para el segmento al que iba destinado. Muchos lo tildaron de feo, otros decían que más de 40.000 euros por un Renault era demasiado –ahora pagan más… – y al final, las ventas no acompañaron. Un lástima, porque en general, era un magnífico coche, o eso al menos decían la prensa de la época.

La gama de motores estaba bien surtida, incluso había un Vel Satis 3.5 V6, pero el más popular fue el Renault Vel Satis 2.0 dCi, una de las más equilibradas de la gama que, gracias a su propulsor turbodiésel, ofrecía unas buenas prestaciones con unos consumos bastante ajustados. De hecho, el motor era uno de los mejores argumentos del coche, junto con su destacada habitabilidad y la comodidad general que se tenía a sus mandos.

Renault Vel Satis 2 0 dCi (1)

Presumía de una calidad general muy elevada, mucho más que en cualquier otro modelo de la marca

El motor, el protagonista en esta ocasión, era conocido de otros modelos de Renault, un cuatro cilindros de 1.995 centímetros cúbicos, inyección por raíl común, turbo de geometría variable e intercooler, que anunciaba 175 CV a 3.750 revoluciones y 36,7 mkg a 1.750 revoluciones. Son alrededor de 350 Nm a poco más de ralentí, algo que solo los “viejos” diésel eran capaces de ofrecer. Por eso, eran capaces de mover desarrollos en quinta de 39,71 km/h a 1.000 revoluciones, mientas que en sexta, se iba hasta los 47,97 km/h a 1.000 revoluciones.

Todo el conjunto, en orden de marcha, pesaba 1.665 kilos y pisaba el asfalto con neumáticos 255/55 R17, mucho peso y mucha rueda, quizá por eso la velocidad máxima se quedaba en 211 km/h y el 0 a 100 km/h lo completaba en 9,8 segundos. También hay que tener en cuenta que el Vel Satis 2.0 dCi no era un velocista, sino una berlina –tiene cinco puertas, y por tanto, no es un sedán– con talante claramente confortable y refinado, sin aspiraciones deportivas que “estropean” en bienestar de los ocupantes. Aun así, las recuperaciones desde 80 hasta 120 km/h las hacía, en quinta, en 9,2 segundos y en sexta en 12 segundos.

Las pruebas de la época hablaban de una suspensión blanda, con un claro enfoque hacia la máxima comodidad, que, combinado con su altura –1.577 milímetros–, generaban algunas inercias cuando se afrontaban curvas a una velocidad elevada. Sin embargo, cuando la carretera tenía un trazado amplio y un buen asfalto, el coche mimaba al pasaje con un confort notable, que se potenciaba todavía más por lo enorme de su habitáculo. Además, con su depósito de 80 litros, podía llegar a superar los 850 kilómetros de autonomía –a razón de entre siete y ocho litros cada 100 kilómetros–.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.

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