La cuarta generación del Volkswagen Golf se lanzó al mercado a finales de 1997. Buscaba ser un avance notable respecto a la generación saliente en temas como la tecnología, la calidad de fabricación y por supuesto, la conducción. En general, lo consiguió, el Golf IV era mejor coche que el Golf III, pero no estuvo exento de polémica por tener una imagen continuista y porque el modelo se había aburguesado todavía más. Se había convertido en un “coche pijo”, aunque en realidad fue aquí donde el Golf comenzó a explotar esa combinación de factores y características, que lograron ofrecer un gran conjunto.
Siempre se ha dicho que el Golf no es el mejor en nada, pero lo hace todo muy bien y como conjunto, es, por tanto, el mejor. Esa sensación, esa idea, era uno de los principales argumentos del Golf IV, que también pasó a convertirse en el abanderado del diésel. El Golf III ya contó con motores diésel, las primeras versiones del 1.9 TDI, pero el IV fue realmente el que despegó en este apartado y ser convirtió, entre otras cosas, en la referencia del segmento con muchas versiones. Tantas, que incluso hubo un Volkswagen Golf GTI TDI.
A finales de los 90 y comienzos de los 2000, los motores diésel eran casi la base de cualquier gama, si se quería triunfar en el mercado había que tener un diésel en el catálogo, cuando no era mejor ofrecer al menos tres opciones diferentes. Y eso afectaba a casi todos los coches y casi todas las versiones, como es el caso del Volkswagen Golf GTI. Y lo más curioso es que en esta ocasión, no fue una opción tan criticada como cabría esperar y acaparó una gran cantidad de ventas.
Nos encontramos en el año 2001 y el Volkswagen Golf GTI TDI presumía de contar con la versión más potente del mítico 1.9 TDI, un bloque que llegó a los 160 CV en el caso del SEAT Ibiza Cupra TDI y que a día de hoy, en plena era de la decadencia de los diésel, sigue atesorando una imagen espectacular de prestaciones y de bajos consumos. En el caso del Golf GTI TDI, la potencia era de 150 CV a 4.000 revoluciones y un par de 320 Nm a 1.900 revoluciones. No había nada en la categoría que fuera más rápido y que gastara menos que el GTI TDI IV. El 0 a 100 km/h se hacía en 8,6 segundos, alcanzaba los 216 km/h y anunciaba un consumo de 5,3 litros cada 100 kilómetros de media, que seguramente serían un litro más…
Estéticamente, no había nada que lo delatara, todo era igual al Golf GTI IV, a excepción del sonido, claro está. Los logotipos también le permitían al observador poder diferenciar esta versión del Golf de otras menos potentes, sobre todo porque junto a las siglas GTI, estabas las de TDI pero con un detalle que se hizo objeto de deseo entre los aficionados: era todas rojas. Eso significaba que se estaba ante la versión más potente del 1.9 TDI, aquella con 150 CV –si letras rojas eran 90 CV, con la I de color eran 110 CV, con las letras D e I en rojo, 130 CV–.
Lástima que actualmente no tengan etiqueta de la DGT, porque como coche para todos los días, sigue siendo una opción más que interesante a pesar de sus años.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS