Los concept car son algo constante en la industria del automóvil. Vehículos que se diseñan con la intención de llamar la atención, de servir únicamente para desfilar por la alfombra de una feria del automóvil y de nuevo, desaparecer. En ocasiones, al menos antes se hacía así, se destruyen y a veces, se aprovechan las piezas para otras cosas, pero también hay ve veces que esos concept car, esos prototipos, se conservan. De hecho, esto último es lo más normal últimamente, pues muchas marcas tienen sus propios museos y los “coches de salón” –también se denomina así a los prototipos– acaban por adornar los pasillos de esos museos.
Muchos fabricantes crean prototipos rodantes, coches completamente funcionales que incluso se permite que los conduzca la prensa, aunque con diferentes limitaciones, claro está. Sin embargo, también crean maquetas, casi como un coche de juguete pero a tamaño real. Ford es bastante asidua a esto, al menos antes sí lo era, y cuenta con muchos concept car que, en realidad, sin “simples” maquetas. El coche que nos ocupa ahora, sin ir más lejos, es una maqueta que Ford puso a la venta –a través de una subasta– poco después de pasearlo por salones y ferias.
El Ford Arioso Ghia se presentó en 1994 y se dejó ver en diferentes eventos. Era un estudio de diseño, un coche que se fabricó para buscar nuevos estilos y posibles modelos futuros, que en este caso, era un coupé de cuatro plazas. Muchos verán algunos rasgos del Ford Puma en este coche –sobre todo las ventanillas y la parte trasera– y no andarán muy desencaminados, pues el Arioso Ghia apareció unos años antes que el pequeño coupé de Ford.
Según se contó en su momento, el Ford Arioso Concept estaba diseñado para ser construido con paneles de carrocería modulares construidos con fibra de carbono, fáciles de reemplazar. Una carrocería montada directamente en un chasis de aluminio equipado con un motor V6 de 2,4 litros del que no se mencionaron datos. También se dijo que era un coupé diseñado para basarse en la plataforma del Ford Mondeo. La carrocería proponía, además, un enorme techo corredizo, que se escondería en un hueco tras los asientos traseros.
El caso es que, en realidad, se trata de una maqueta fabricada con fibra de vidrio y con las ventanillas de plexiglás, el cual, ni siquiera tiene puertas practicables. Aun así, el coche lo compró el propietario de un concesionario de Ford en Buford, en el condado de Gwinnett, Georgia (Estados Unidos), quien lo expuso en su concesionario y después, vendió a un caballero llamado Al Morris, quien lo almacenó durante muchos años.
Curiosamente, en el portal Bring-A-Trailer apareció el Ford Vivace, hermano casi gemelo del Ford Arioso Ghia –se vendió por unos ridículos 3.050 dólares– y eso, hizo que Al Morris recordara que tenía el Arioso guardado. Lo que hizo, en lugar de venderlo, fue donar el coche al Miles Through Time Automotive Museum, donde se encuentra actualmente. Al Morris es un fanático de dicho museo, el cual ha visitado en muchas ocasiones
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS