Renault fue fundada por tres hermanos poco antes de acabar el siglo XIX. Y de hecho, aún estando en tiempos tan lejanos donde el automovilismo no era masivo, fueron perfectamente conscientes del valor de las carreras para promocionar la venta de vehículos de serie. Tanto así, que en 1903 uno de ellos murió por las lesiones del accidente sufrido en la carrera París-Madrid en la que él mismo estaba pilotando. De esta manera, resulta lógico que incluso unos cien años más tarde otra marca francesa acompañase el lanzamiento de su nueva berlina con la aparición del Peugeot 406 Supertouring. Una estrategia publicitaria que incluso tuvo un polémico trasfondo en lo que se refiere a cambios de reglamentación deportiva y la aparición de una nueva competición en Alemania.
Pero vayamos por partes. En primer lugar lo mejor será situarse en la factoría de Sochaux en 1995. De ella comenzaron a salir las primeras unidades del Peugeot 406. Sustituto del exitoso 405, con este modelo el fabricante del Grupo PSA presentó su continuación en el segmento D compitiendo con los Ford Mondeo, Citroën Xantia, Opel Vectra, Renault Laguna y VW Passat del momento. Una berlina sensata y racional que apareció con tres motorizaciones para ir sumando hasta la docena, destacando la V6 de tres litros con la cual se equipó al Peugeot 406 Supertouring. Así las cosas, Peugeot decidió animar el posicionamiento comercial de su nueva creación con dos estrategias. Una de ellas fue el lanzamiento junto con Pininfarina – de hecho se ensamblaba en la factoría del diseñador a las afueras de Turín – de la aclamada y estilosa versión coupé.
Y la otra la incorporación a uno de los disputados y muy veloces campeonatos alemanes de turismos, no sólo verdaderas pruebas de resistencia y prestaciones para los participantes sino también el punto de atención donde millones de aficionados ponían sus ojos durante los años noventa. Sin embargo, es muy posible que algo te haya llamado la atención en estás últimas líneas. Y sí, es la utilización del plural para referirnos a los campeonatos alemanes, ya que el Peugeot 406 Supertouring no entró al archifamoso DTM de los Alfa 155 V6 TI, Audi V8 Quattro u Opel Calibra V6 4×4. Lejos de ello, lo hizo en el Super Tourenwagen Cup STW creado en 1994. Pero, ¿por qué?
El grado de sofisticación alcanzado por el DTM a comienzos de los noventa hizo que algunos fabricantes alemanes creasen el STW como un campeonato donde pudieran competir turismos directamente derivados de los modelos de serie y no sólo verdaderas máquinas pensadas por y para los circuitos
Peugeot 406 Supertouring, la importancia de contar con el apoyo oficial de la marca
A comienzos de los noventa el DTM era una de las competiciones más excitantes en todo el panorama europeo. No obstante, desde el punto de vista de la mercadotecnia esto planteó un serio dilema a los fabricantes generalistas. Básicamente el mismo que tuvieron con muchos Grupo B del WRC durante los ochenta. Y es que, aunque visualmente los coches guardaban un obvio parecido con los modelos de serie, evidentemente ya no calaba en la mente del espectador que entre esa máquina de las pistas y la unidad del concesionario existiera ni el más mínimo parecido mecánico.
De esta manera, el DTM podía ser válido como escaparate mecánico al más alto nivel. Pero no como una fórmula publicitaria creíble para vender modelos de serie. Más aún cuando en 1993 su reglamento se hizo aún más laxo, permitiendo alardes de ingeniería sólo al alcance de piezas únicas pensadas por y para los circuitos. Debido a esto, de cara a la temporada siguiente – y con el empuje de marcas como BMW y Audi – se fundó el Super Tourenwagen Cup. Más conocido como STW, intentando agrupar en él a los modelos que, aún con evidentes y muy elaboradas preparaciones, partían de la base del vehículo de serie sin modificarlo en lo sustancial.
Llegados a este punto, la marca de Sochaux vio en el STW la oportunidad perfecta para mostrar las bondades de su nueva berlina a partir de la temporada de 1996. Más aún si tenemos en cuenta cómo en aquel momento las berlinas deportivas todavía conservaban la fascinación que empezaron a crear a finales de los ochenta con modelos como el Lotus Omega. De esta manera, Peugeot Sport se asoció con la petrolera ESSO – alguien tenía que aportar capital extra al proyecto – creando el Peugeot 406 Supertouring usando como base el bloque V6 de tres litros ofertado en la versión más prestacional de la gama. Potenciado aquí hasta los más de 300 CV mientras se aligeraba el peso del conjunto por debajo de la tonelada, siendo la rebaja de casi una tercera parte respecto a lo dado por las unidades de serie.
Dado el empuje de las berlinas deportivas a finales de los ochenta, en los noventa aún era de lo más habitual ver carrocerías berlina de tres volúmenes con una generosa distancia entre ejes siendo estrellas de los circuitos
Además, gracias al estudio aerodinámico el Peugeot 406 Supertouring fue una máquina de lo más efectiva en los circuitos alemanes, caracterizados por ser extremadamente rápidos gracias a una gran cantidad de rectas con generoso kilometraje. De hecho, en 1997 ganó el DTW. Logrando ser el único modelo no alemán que lo ha hecho. Obviamente, tras este éxito el siguiente lugar al que llevar un modelo así fue el Campeonato Británico de Turismos BTCC. No obstante, allí fue bajo la responsabilidad de equipos privados sin amparo directo de la casa oficial. De hecho, los tratos de las escuderías británicas con la división nacional de la marca se hicieron sin que Peugeot Sport pasase por allí ni se le esperase. Algo que se notó, ya que el rendimiento de las unidades británicas fue sensiblemente inferior al de las alemanas al contar con un peor suministro de piezas, desarrollo y afinamiento aerodinámico. De todos modos, el Peugeot 406 Supertouring tuvo una tercera y última vida en Sudamérica, ganando allí en 1999 el Campeonato Sudamericano de Superturismos. ¡Y encima por partida doble! Ya que Emiliano Spataro y Cacá Bueno empataron a puntos, siendo una de las pocas veces en la que un mismo campeonato ha tenido dos ganadores que, además, pilotaban el mismo modelo. En fin, si te gustan las berlinas deportivas y los superturismos de los noventa este Peugeot tiene muchos puntos para ser uno de tus iconos de cabecera.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS