Normalmente, sólo valoramos a algunos de los objetos que nos son imprescindibles en nuestro día a día cuando ya son irrecuperables. Algo que ocurre con clásicos como el FIAT Panda Van, uno de esos modelos a los que se empieza a prestar atención desde un tiempo a esta parte, estando ya la mayor parte de las unidades desaparecidas o en manos del desguace. Un hecho que, lejos de ser aislado, puede extenderse a todo el campo de los modelos industriales históricos, los cuales han sido parte esencial del parque automovilístico para luego ser rápidamente devaluados y desechados. De hecho, muestra de todo esto es lo difícil que puede ser hallar una unidad en buenas condiciones del Pegaso Comet o la Sava J4. Dos modelos de fabricación nacional que casi todo el mundo – aficionado o no – conserva en su memoria visual.
Además, dentro del mundo de los clásicos populares con matiz industrial, existe una amplia gama de variantes y versiones en las que perderse gratamente como coleccionista. Algo que vemos perfectamente en las gamas de los R4, Citroën 2CV y obviamente el Panda. No en vano, aunque estos modelos de tirada masiva nos puedan parecer muy alejados del uso laboral sólo hace falta un simple análisis para darse cuenta de que eso no es así. Veamos. Para empezar, a pesar de sus modestos planteamientos estos tres modelos están asombrosamente capacitados en materia de cualidades todocamino. Característica conocida por cualquiera que haya podido conducir alguno de estos vehículos por una senda embarrada y bacheada.
Tras esto, su espacio interior resulta tan destacable como la sencillez y robustez de sus motores. Así las cosas, estos pequeños modelos pueden leerse dentro del segmento de los utilitarios con vocación urbana, pero también dentro del sector de automóviles destinado a satisfacer las necesidades de un público agrícola y rural aun muy amplio hasta bien entrados los ochenta. De esta manera, era necesario conciliar capacidades propias de un turismo con otras de un industrial con dotes camperas. Justo la fórmula que caracteriza al FIAT Panda, el cual amplifica en su versión Van el espacio de carga para servir mejor al propósito industrial. Y eso por no hablar de su sistema 4×4, con el cual directamente se transforma en un industrial campero.
Por su poco peso y robustez, modelos como el Panda tienen más aptitudes camperas de lo que pudiera parecer en un primer momento. Por ello se dieron varias versiones para usos industriales y de todo trote por caminos, siendo aún hoy en día un coche relativamente común en los medios rurales
FIAT Panda Van, una opción interesante para los raids
En 1980 llegó el FIAT Panda para sustituir a los 126 y 127. Diseñado por Giorgeto Giugiaro – uno de los creadores automovilísticos más versátiles de la historia, firmando desde el BMW M1 hasta la primera generación del VW Golf -, este pequeño modelo para el día a día contó desde el primer momento con una variedad de carrocerías entre las cuales se encontraban la tres puertas, la Van y la cabrio. De esta manera, en una misma gama se podían encontrar opciones industriales y lúdicas compartiendo plataforma y mecánicas.
Además, gracias a un kit fabrciado por Abarth existía la posibilidad de sacar nervio deportivo al Panda llevándolo hasta los 60 CV gracias a la mejora de la culata, la admisión y el escape. Y eso por no hablar de la posibilidad de incorporar llantas de perfil bajo. No obstante, si se querían aptitudes más camperas que deportivas lo más interesante llegó en 1983 con el FIAT Panda 4×4. Una variante de lo más apreciada hoy en día en el mundo de los raids clásicos, ya que hace gala de una extraordinario capacidad todoterreno en relación con el origen modesto y sencillo del modelo.
Afinada por la austriaca Steyr-Puch-Sisley – sí, la misma que las motos -, su tracción 4×4 dio al Panda nuevas alas especialmente en materia de público agrícola. Y es que, aún siendo hoy en día una pieza codiciada por los coleccionistas, la realidad es que en su momento el Panda Van 4×4 tenía como público a trabajadores de explotaciones agrícolas. Respecto a los motores, en Italia se ofrecía con dos opciones. Una de gasolina con 750 cm3 y otra diésel. Sin embargo, en el caso de las unidades destinadas a la exportación se incluía una tercera opción.
Si al sistema 4×4 se le incorporaba la opción del motor Fire 1000, el FIAT Panda queda como una opción más que interesante entre todos aquellos que busquen utilidad (o diversión) en las pistas de tierra
El motor Fire 1000 de 50 CV. Eso sí, a partir de 1985. De esta manera, el Panda Van 4×4 contó con la posibilidad de una mayor potencia gracias a este ingenio montado de forma masiva en buena parte de la gama del Uno. Por todo ello, sin duda estamos hablando de un coche muy interesante para los aficionados a los pequeños todocaminos. Del cual por cierto, en un alarde de buscar la unidad realmente más exclusiva y extraña, el carrocero turinés Moretti – históricamente ligado a las bases FIAT que utilizó durante décadas para sus transformaciones – realizó su particular transformación llamada Panda Rock. En fin, otra de las muchas piezas más en el pequeño mundo compuesto por el FIAT Panda. Un clásico tan entrañable como interesante y efectivo.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS