Así denominaba de manera general y pomposa Citroën a nuestro protagonista de hoy, el Citroën C2 VTS 1.6i 16v. Toda una declaración de las intenciones de este simpático utilitario y que le venía aún más como anillo al dedo a la versión VTS, de la que os vamos a hablar hoy, la más “picante” de toda la gama.
El C2 como modelo era el relevo indirecto generacional del Saxo, aunque en realidad por tamaño era más bien el heredero natural del AX. Se consideraría así ya que era un segmento A, más corto que el Saxo, iba más en la línea de dimensiones del AX y estaba a caballo entre el tamaño de un segmento A+ y B-, rasgo que era común con rivales como el Suzuki Swift o Nissan Micra.
Compartía elementos estructurales, salpicadero e incluso parte de sus motorizaciones con el C3, su hermano mayor y práctico del segmento B, un utilitario “monovolumenizado” en su día que ahora ha sucumbido a la moda de la “crossoverización” (y ahí estuvo el C3 XTR). Podríamos definir al C2 como la variante deportiva -tanto por aspecto como por conducción- del C3, en una época en la que las marcas aún nos ofrecían modelos de tres puertas, cosa que han abandonado por variantes SUV a cascoporro.
El C2 tenía una curiosa carrocería con ligero aspecto de monovolumen en la que primaban los trazos curvos. Su parte más característica era su perfil lateral, en el que la línea inferior de la ventanilla trasera no estaba alineada con la delantera. Desplazándonos hasta su trasera nos encontraríamos con otra peculiaridad: su portón trasero dividido en dos partes que daba acceso a un maletero de solo 165 litros.
Era estrictamente un cuatro plazas con dos asientos individuales detrás deslizantes que le permitían ganar espacio para las piernas de los pasajeros o capacidad al maletero hasta llegar a los 224 litros -de serie en el VTS plus, el VTS llevaba una banqueta normal no deslizante-. Si eran del tallaje medio del sur de Europa, irían a sus anchas.
Sus dimensiones exteriores eran de 3.666 milímetros de longitud, 1.659 de anchura y 1.461 de altura. Su batalla de 2.315 milímetros permitía acomodar con ciertas garantías a cuatro pasajeros. Tenía un peso total en torno a las 1,1 toneladas, que gracias a la potencia de su motor, le permitía arrojar una relación peso potencia muy buena por debajo de los 10 kg/CV, concretamente de 9,4 kg/CV.
Las cifras que entregaban el motor del C2 1.6i 16v eran las siguientes: una cilindrada total de 1,6 litros con cuatro cilindros y culata de 16 válvulas. Evidentemente iba colocado en posición delantera transversal y enviaba 125 CV a 6.500 vueltas a las ruedas delanteras a través de una caja de cambios de cinco velocidades, de tacto mejorable y pastoso, muy típico de Citroën; al menos era de desarrollos cortos.
El fin de fiesta llegaría a las 7.200 vueltas y el par máximo entregado era de 143 Nm a 3.750 vueltas, régimen al que entregaba unos 80 CV de potencia. Una caja de cambios con una sexta de desahogo para autopista le habría venido de perlas ya que a velocidades de crucero iba muy revolucionado. Como ejemplo, a 140 km/h giraba a 5.000 vueltas, empeorando el consumo y llenando de ruido el habitáculo.
Sus prestaciones eran buenas para un warm hatch de su segmento. Una aceleración hasta los 100 km/h en poco más de 8 segundos según Citroën -aunque en realidad estaba un poco por encima de los 9- y una velocidad máxima de 202 km/h. Pese a su buen nivel de prestaciones, su consumo era asumible: unos 7 litros en conducción normal en ciclo mixto que se irían a unos 12 l/100 km en conducción deportiva.
Como pega principal para un coche de su concepción, el citado tacto pastoso de su caja de cambios y la falta de termómetro del agua, amén de lo justo que iba de espacio o que tenía rivales con más “chicha”, incluso hablando de diésel. Al año siguiente a su lanzamiento llegó al mercado la versión diésel con el 1.6 HDi de 110 CV, un escalón por detrás en prestaciones, pero uno por delante en economía.
En el interior encontrábamos un pomo de aluminio exclusivo de esta versión, mismo material que para los pedales, que además estaban bien situados para hacer el punta-tacón. No había ningún otro detalle que nos hiciera ver que estábamos en un VTS, únicamente los asientos con pétalos más marcados que iban tapizados en piel en el VTS Plus. Más adelante hubo ediciones especiales más deportivas, como by Loeb o 1587 Brutale.
En el exterior nos llamarían la atención unas taloneras laterales y la inscripción “VTS” junto a la parte trasera de la moldura lateral. Otro detalle eran unas llantas de 16 pulgadas en neumáticos 195/45 que alojaban frenos de disco ventilados de 266 milímetros delante y macizos de 247 mm detrás. Otro cambio apreciable era en el tarado de su dirección asistida, con 2,6 vueltas entre topes frente a las 3 vueltas de un C2 normal.
Comercializado entre 2004 y 2009, con un precio de partida de 13.655 euros para un VTS y de casi 18.000 para un VTS plus con mayor equipamiento y sin contar promociones -precios de 2006-, le hacían una de las formas más económicas de tener un coche relativamente práctico, pintón y con carácter deportivo.
Un MiNI Cooper (R50) de 116 CV era mejor en casi todo, pero también mucho más caro. Si te quieres hacer con un C2 VTS los encontrarás desde unos 3.000 euros para una unidad con más de 150.000 km hasta unos 5.000 euros por una buena unidad con pocos kilómetros. Presta atención al estado de originalidad del coche, ya que son carne de cañón de preparaciones.
Calcula cuánto cuesta asegurar un Citroën C2 con nuestro comparador de seguros.
Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)El mío tiene el pedal del embrague muy duro pude un Kit de embrague pero sigue igual no sé qué hacer…
Cambiaste la horquilla y casquillo de embrague se debe cambiar cada vez que se hace embrague, una nota la primera fase si lleva termómetro de agua y con un cambio de valvulina mejoras el tacto del cambio