“El coupé del pueblo”, así llamaron al Opel Calibra antes de que llegara el Hyundai Coupé y fuera llamado “el coupé de los pobres”. Un mote ciertamente desafortunado, pues no por ser un coche relativamente barato era un coche “de pobres” o, en una línea paralela, un coche malo. Si regresamos al coupé del pueblo, nos encontraremos con un coche que no venía de tierras de oriente, su lugar de nacimiento era mucho más cercano: Alemania.
Corría el año 1989 y se celebraba el Salón del Automóvil de Frankfurt. Aquella edición fue un auténtico éxito, recibiendo a 1.200.000 visitantes y convirtiéndose en la edición a batir, pues todavía sigue siendo una cifra que no se ha superado. Ese año Porsche presentó un raro prototipo sobre la base del 911, el Porsche Panamericana, mientras Jaguar exhibía orgullosa el excelso y estilizado XJS, en el stand de Peugeot se podía ver el Peugeot 605 y SEAT presentaba el Proto T Concept, con el que se adelantaba la llegada del SEAT Toledo de la primera generación.
Sin embargo, toda la atención se centró en otro lugar, en un stand donde unas fuentes lanzaban unos chorritos de agua hacia arriba a la espera de un coche, un coupé que acabaría rozando las 240.000 unidades en siete años de producción. Era el expositor de Opel y el coche que acaparó todos los flashes de las cámaras era el ya mítico Opel Calibra. Un coche que sorprendió a todos los presentes o casi, pero sorprendía todavía más cuando se conocía que bajo su afilada carrocería había un Opel Vectra.
Decirlo así resulta bastante simple, obviamente, pero no está falto de razón. El espectacular Opel Calibra, del que todavía se sigue hablando, y que incluso llegó a influir en el diseño del Opel Astra Coupé de Bertone (más conocido como Opel Astra G Bertone), compartía motores, transmisiones y suspensiones con el sedán alemán, junto al salpicadero, volante e instrumentación entre otras cosas. No obstante, esto no le restó interés y tampoco afectó a la personalidad del propio vehículo. Se trata de una práctica que no era nueva, ni tampoco ha dejado de hacerse.
Lo que más llamó la atención del coupé alemán fue su aerodinámica, hoy día famoso por ser uno de los coches más logrados en este aspecto, ofreciendo un Cx de solo 0,26, el más bajo por aquel entonces para un vehículo de cuatro plazas. Fue el resultado de un trabajo conjunto entre Erhard Schnell (recientemente fallecido a los 92 años) y Wayne Cherry, que tuvieron una libertad casi total para crear un automóvil que cuenta con admiradores en todo el mundo y que era el favorito de Schnell (apellido alemán que se puede traducir como “rápido”, como dato curioso).
Se vendió con varios motores, siendo el más popular el 2.0 de 115 CV, uno de los propulsores que estuvo disponible desde su lanzamiento. También contó con un 2.0 16v con 150 CV, un V6 de 170 CV y otro 2.0 16v de 136 CV compartido con el Opel Astra Sportive, que apareció poco después de su retirada del mercado.
Sin embargo, el más recordado es el Calibra Turbo 4×4, que con 204 CV y un cambio manual de seis relaciones, era el más rápido con diferencia. También tuvo algunas ediciones especiales, como la Keke Rosberg Edition que celebraba la entrada en el DTM, la Cliff Motorsport que llegó algún tiempo después o, sobre todo, el Opel Calibra Last Edition, que ponía punto y final a la vida de este espectacular coupé “popular” en 1997.
La prensa de la época quedó prendada de su línea, al igual que los aficionados y los afortunados propietarios, aunque esto de “afortunados” debemos matizarlo más adelante. También logró buenas críticas por sus cualidades ruteras, por su buen equipamiento, la suavidad de funcionamiento general o la buena respuesta de los motores 2.0 16 válvulas, que además tenían un consumo relativamente ajustado.
No gustó tanto algunos problemas que tuvo el Calibra. Sí, su fiabilidad no era absoluta y sufrió algunas llamadas a revisión para corregir estos fallos. Un problema destacable era la culata de los Turbo 4×4 de 1992, cuyo material era muy poroso y se fisuraban. El sistema eléctrico y electrónico daba algún que otro quebradero de cabeza (captadores de árbol de levas y cigüeñal principalmente), la bomba de agua era frágil y las correas de distribución eran delicadas.
De todas formas, estas cosas no pueden empañar el recuerdo que muchos tienen (y tenemos) del Opel Calibra. Un coupé que todavía sigue girando cabezas por la calle e incluso sacando una sonrisa a los antiguos propietarios.
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Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Por cierto, los problemas que dió con las culatas, no era especialmente, las culatas de los modelos turbo, sino en los primeros motores de 4 cilindros en línea, que montaban culatas kolven y eran las que daban problemas de porosidad. Estas fueron sustituidas por culatas Coscast (coswort), allá por el año 1993 y eliminaron el problema.
Yo aún sigo disfrutando del modelo. Actualmente tengo un 2.0 16v de 150cv, que uso a diario y vivo enamorado del coche. Luego para ocasiones especiales, o días puntuales, disfruto de otro calibra que tengo, esta vez, de un calibra turbo, que solo sabe sacarme sonrisas. No los cambio por nada.
Una pena que en época del odiado para mí tuning perdimos muchas unidades, por suerte ese purgatorio que vivió este coupe a principios del siglo XXI ya es cosa del pasado y a día de hoy comienza a ser querido como el gran coche que fue y que por cierto me encanta.
Mi primer coche el 150cv rojo, me dejo marcado para siempre!
Gran coche, me tenía enamorado en mi juventud. Todavía recuerdo el anuncio, con una gran tenista como embajadora de Opel: Steffi Graf.