Un Ford Mustang convertible de 1967 puede ser un objeto de deseo para casi cualquier aficionado, pues pocos coches hay que levanten tantas pasiones como lo hace un Mustang clásico. Y razones hay para ello, está considerado como el mejor Mustang de todos, el más bonito y, por supuesto, el más auténtico. Normal, por otro lado, cuando forma parte de las primeras entregas del modelo.
La evolución del Mustang le ha llevado a pasar por infinidad de situaciones, a tener toda clase de diseños y versiones, así como a ser presa de trabajos que no siempre han sido muy acertados. De hecho, es muy común ver un Mustang de los años 60 restomod, y además, un resmotod “de verdad”, como solo norteamericanos saben hacer, o al menos, así lo parece.
Un restomod es, en realidad, una restauración modificada o una restauración modernizada. Esto quiere decir que, básicamente, se añaden elementos más modernos mientras se lleva a cabo la restauración de un coche en concreto, pero no tienen que ser elementos actuales, pueden ser más modernos que el coche en cuestión. Por ejemplo, montar un motor, frenos y suspensiones de un coche de 1980 en otro de 1960, es un restomod.
Por otro lado, si hablamos de una transforamción tan radical como la llevada a cabo por Kimera, que toma como base de partida un Lacia Montecarlo y acaba por ser un Lancia Rally, o de los trabajos realizados por Singer, en realidad estamos ante reconstrucciones o, directamente, ante producciones básicamente nuevas. Ninguno de los dos casos debería ser considerado restomod.

Todo esto viene a cuento por un bonito ejemplar de Mustang descapotable del 67 que tiene Mecum en catálogo y que representa a la perfección lo que es un verdadero restomod. Un Mustang que conserva chasis y carrocería originales, al igual que el 90% de los elementos del habitáculo, pero que recibe otra serie de cosas de lo más interesante. Por ejemplo, la dirección, de piñón y cremallera, tiene asistencia, mientras que los frenos son Wildwood y las llantas son las legendarias Shelby de 17 pulgadas y diez radios. En el interior se han montado un volante de madera Shelby e indicadores Dakota, acompañados por un sistema de aire acondicionado Vintage Air y un equipo de sonido Pioneer de aspecto clásico.
Son elementos que no cambiar la verdadera esencia del modelo y mantienen su aura clásica, aderezada con algunas comodidades actuales –¿quién sería capaz de vivir sin aire acondicionado?–. Y lo mismo ocurre con el apartado motriz, aunque en este caso, las cosas cambian algo más. Bajo el capó se esconde un V8 5.0 Coyote, pero no es una unidad moderna, sino una de segunda generación, lanzado en el año 2015, el cual rinde 435 CV a 6.500 revoluciones y 400 libras-pie de par a 4.250 revoluciones, unos 542 Nm.
Este motor se combina con una caja de cambios manual de cinco relaciones, una Tremec TKX, que además tiene un grupo final más corto –3.83–. El eje trasero se ha visto reforzado por un nuevo subchasis y una suspensión más moderna, cambios necesarios para poder lidiar con el aumento de prestaciones del motor.
Si te gusta este Ford Mustang convertible de 1967 –a nosotros nos encanta–, Mecum lo subastará el próximo día 22 de marzo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS