El lazo entre ambas marca data de un siglo atrás, pero este Alfa Ferrari 1985 es otra cosa

El lazo entre ambas marca data de un siglo atrás, pero este Alfa Ferrari 1985 es otra cosa

Un mutante italiano; las claves de un coche modificado para el rallye; los momentos de su hallazgo tras tres décadas de olvido


Tiempo de lectura: 3 min.

El lazo entre Ferrari y Alfa Romeo es uno de los más tradicionales. Existe desde tiempos inmemoriales, aunque, en realidad, recordamos que sus orígenes datan de la época en la que el Cavallino Rampante solo existía como escudería, envuelto en el mito de su creación: un caballo empotrado en un escudo heráldico, un conde aviador caído en combate que en sus batallas lo llevaba pintado sobre el fuselaje, un Enzo ya retirado de las pistas respondiendo al deseo de una familia de homenajear a su hijo y un Alfa Romeo 8C corriendo a la victoria en Spa, a comienzos de los años treinta, con el logo por primera vez.

Dicho esto, este ejemplar, que es algo más joven, pues tiene 40 años de vida, nada tiene que ver con el histórico vínculo. Quizás, indirecta e inconscientemente. No por nada surge la tentación de combinar ambas marcas en uno solo coche. Lo interesante es que este mutante, al que con criterio ya lo han llamado Frankenstein, no está hecho de las dos italianas solamente. Podrá contar con corazón de Maranello y con el chasis y carrocería del fabricante de origen milanés, pero lo cierto es que habla más de un idioma.

Si nada supiéramos sobre esta rareza sobre ruedas, al instante pensaríamos no en tres –dadas las estampas del emblema de Ferrari a los costados y sobre el spoiler delantero, uno podría creer que lo que ve es un Ferrari que alguna vez compitió en el Grupo B, pero las evidencias de su identidad real Alfa están a la vista–, sino en dos cosas y ambas tienen que ver con su estética. No podría corresponder a otra época que la de la era dorada del rallye en la década de 1980. Por otro lado, ¿no les resulta familiar su forma?

El Alfa Romeo GTV está entre mi selectivo grupo de clásicos de Alfa Romeo a los que le brindo devoción y probablemente a ese cupé les recuerde este mutante, pero debajo de toda esa armadura se esconde otro vehículo de producción. Eso sí, las similitudes no son casualidad, ya que ambos fueron diseñados por la Italdesign de Giorgetto Giugiario para la misma época y ambos se concibieron como versiones cupé de los modelos originales. Lo que ven, en definitiva, es un Alfa Romeo Alfasud Sprint modificado.

Este Alfa Ferrari 1985 se construyó como tal combinando un ejemplar del Alfasud Sprint con otro del Ferrari 308 GTS. Aunque la intención primera fue ponerlos a la venta debido al deterioro al que su dueño los había sometido, la decisión final, por iniciativa de su amigo Andy Burton, consistió en extraer el V8 del 308 y montarlo dentro del Sprint para que corriera en rallye, lo que explica las relaciones más cortas de su caja de cambios. A este agregado se sumaron componentes de otros coches e incluso de una motocicleta. Un Opel Manta 400 aportó el capó, mientras que el Ford RS200 se tomó como referencia para preparar la suspensión trasera.

Digamos que se trata de un notable hallazgo de granero, porque durante casi 30 años este Alfa Ferrari 1985 convivió con el polvo, la oscuridad y la tierra del olvido. Por diez años, de 1986 al ’96, este coche brilló en circuito: siete victorias y un título del BTRDA, campeonato de rallye de aficionados, en el ocaso de su carrera automovilística. Como ha contado Andy Burton a The Cope Creative, responsables de difundir el renacer de este coche, otra inspiración clave para darle forma fue el Lancia 037. En el siguiente posteo, el momento en que ha vuelto a ver la luz del día y fugaces pasajes de su época de gloria, con el número 81 sobre ambas puertas y el V8 de Ferrari haciendo escándalo en plena carrera.

 

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Mauro Blanco

Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.