El Porsche 963 RSP ocupa un lugar reservado a los sueños de ingenieros y coleccionistas en el universo de los coches imposibles. No es un hiperdeportivo más, ni tampoco un ejercicio de diseño finolis para alimentar egos. Es más bien una carta de amor sobre ruedas escrita con gasolina, fibra de carbono y memoria. Esta criatura única está basada en el prototipo LMDh del Mundial de Resistencia y ha sido creada como un homenaje explícito al mítico Porsche 917, el coche que lo cambió todo hace más de medio siglo. No es para cualquiera: este ejemplar ha sido fabricado a medida para Roger Penske, figura legendaria del automovilismo estadounidense y socio clave en el programa de resistencia de la marca.

Su presentación oficial se produjo este junio de 2025, durante la semana de Le Mans. El coche recorrió las carreteras que rodean el circuito, Conducido por Timo Bernhard (tres veces vencedor en La Sarthe) y acompañado por el mismo 917 de carretera que sirvió de inspiración, el del conde Rossi. Las siglas RSP, que identifican este prototipo legal para carretera, corresponden a Roger Searle Penske, y aunque el coche ha sido pensado para circular ocasionalmente por vías públicas, su verdadero hábitat sigue siendo el asfalto de los circuitos, aunque esta vez como pieza de colección.

El 963 RSP no es un ejercicio de márketing: es un artefacto emocional, que conecta directamente con una época en la que los coches de carreras aún podían (con ciertas licencias) salir a la calle. Como el 917 original adaptado a la carretera en 1975, esta reinterpretación moderna mantiene el espíritu rebelde de los Porsche de antaño, aunque con una sofisticación tecnológica que roza la ciencia ficción. Es, en esencia, una celebración de la historia, un gesto romántico en tiempos dominados por algoritmos y normativas.

Un prototipo vestido para la calle

La base técnica del 963 RSP es el Porsche 963 de competición con el que la marca compite en el WEC y en IMSA desde 2023. Bajo su carrocería de fibra de carbono late un motor V8 biturbo de 4.6 litros derivado del RS Spyder, que desarrolla alrededor de 680 caballos. Se trata del mismo bloque que usaba el 918 Spyder, aunque adaptado aquí para funcionar con gasolina de bomba. A él se suma un sistema híbrido de 50 kW, con batería de litio de 1,35 kWh y tecnología de 800 voltios desarrollada por Williams Advanced Engineering.

La transmisión es secuencial de siete marchas firmada por Xtrac, y el conjunto apenas supera los 1.000 kilos. Pero más allá de las cifras (todas ellas de infarto), lo que distingue al RSP es su reinterpretación estética: la carrocería se ha modificado para evocar el 917 de calle mediante tomas de aire laterales rediseñadas, pasos de rueda más esculpidos y un alerón trasero sin las placas verticales obligatorias en competición. La pintura “Martini Silver”, rescatada de los archivos del Museo Porsche, completa el guiño nostálgico.

Los ingenieros de Porsche elevaron la suspensión al máximo y suavizaron los tarados de los amortiguadores Multimatic DSSV para hacerlo mínimamente utilizable en carretera. Se añadieron luces de freno, intermitentes, matrícula y un claxon homologado, pero que nadie se engañe: conducir este coche por carretera sigue siendo una experiencia más próxima a pilotar un caza que a domar un turismo deportivo. De hecho, el arranque requiere un portátil conectado a la centralita y la asistencia de técnicos del equipo.

Por dentro, el habitáculo también ha sido reimaginado. En lugar del interior espartano del coche de carreras, encontramos cuero beige, Alcantara y detalles inspirados en el 917 original. El asiento, una pieza de carbono con tapicería a medida, ofrece aire acondicionado y reposacabezas fijos. Hay un soporte impreso en 3D para colocar una taza de café. Las rejillas de ventilación replican el diseño de las aspas del ventilador del motor del 917. Todo está pensado para evocar sin copiar y emocionar sin vulgaridad.

Legal sí, pero con asterisco

A pesar de todos estos esfuerzos, el Porsche 963 RSP no está completamente homologado según las normativas europeas. Pero eso no le impide circular por carretera. En Francia (país con especial flexibilidad para vehículos excepcionales), ha recibido un permiso especial con matrícula “W”, la misma que utilizan los prototipos en fase de pruebas. Gracias a este estatus, puede desplazarse legalmente en ciertas condiciones y participar en exhibiciones como las 24 Horas de Le Mans o el Festival de Goodwood.

El coche es, en esencia, una pieza única. No hay intención alguna de replicarlo ni de producir una serie limitada. Fue concebido como un regalo de Porsche a Penske, una forma de agradecerle su papel en el retorno a la resistencia y de consolidar una relación que se remonta décadas. El propio Roger Penske lo conducirá en eventos selectos antes de que pase a formar parte de su colección privada. Es muy probable que termine expuesto en el Museo Porsche de Stuttgart, junto al 917 original y otras joyas de la marca.

Su coste estimado ronda los cinco millones de euros, aunque ponerle precio es casi un ejercicio fútil. ¿Cuánto vale una escultura que rueda? ¿Un tributo hecho máquina? Al tratarse de una obra bajo pedido, diseñada a medida y con componentes de competición, su valor real se mide más en términos de exclusividad que en cifras.

La comunidad del motor ha recibido el coche con una mezcla de asombro y admiración. En las redes sociales se celebró el guiño estético al 917 y su imponente presencia, y el consenso general es que se trata de una pieza de coleccionista con alma de coche de carreras. Es un unicornio mecánico que resume, en una silueta baja y afilada, medio siglo de historia y pasión.

Más que un coche, una declaración

El Porsche 963 RSP no busca batir récords en Nürburgring ni marcar tiempos en Laguna Seca. Su objetivo es el de emocionar, y lo consigue con creces. No hay nada en el mercado que se le parezca. Su mezcla de brutalidad técnica, elegancia visual y coherencia histórica lo sitúan en un lugar aparte del resto. En una época en la que los deportivos tienden a parecer electrodomésticos con alerones, el RSP recuerda que la emoción sigue teniendo cabida en el mundo del automóvil.

Es también un ejemplo perfecto del potencial del programa Sonderwunsch, el departamento de personalización de Porsche, capaz de materializar ideas que parecen imposibles. Si alguien había soñado alguna vez con un 963 de calle, ahora existe, y no por capricho, sino como acto de gratitud, como gesto cultural y como muestra del respeto mutuo entre dos leyendas del automovilismo.

El coche no marca una nueva era ni anticipa una futura línea de producto. Es lo que es: un tributo con ruedas. Pero en ese carácter efímero reside parte de su magia. Como los fuegos artificiales o las óperas bien interpretadas, el 963 RSP se disfruta mejor sabiendo que solo hay uno y que nunca volverá a repetirse.

Así, entre el rugido de su V8, los destellos de su carrocería plateada y la reverencia de quienes lo ven pasar, el Porsche 963 RSP no solo rinde homenaje al pasado, sino que nos recuerda, por un instante, que la historia del automóvil aún puede escribirse con belleza, con respeto y con alma.

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