Si bien el Nissan GT-R se ha convertido en todo un icono por méritos propios, la historia y el legado de esas tres letras se remontan a más de 50 años en su mercado local. Porque, el GT-R que cautivó al mundo fue la quinta generación de un modelo que vino de raíces humildes para dominar la escena japonesa de carreras de turismos y estableció el punto de referencia para el desempeño de los coches JDM (Japanese Domestic Market).
Corría el año 1957 y en el Teatro Takarazuka, en Hibiya, Tokio, la Prince Motor Company dio a conocer un flamante modelo que nada tenía que ver con las altas prestaciones. En cambio, se trataba de un pequeño sedán de lujo concebido para la clase media del país. Había nacido el Skyline. Este fue actualizado en 1964 y, desde que Prince se fusionó con Nissan dos años más tarde, la segunda iteración se renombró como Nissan-Prince Skyline. En 1968, la tercera generación (C10) salió a las calles sin la insignia Prince.
Y aunque nadie lo esperaba, esta generación se ganó un lugar en los libros de historia de la automoción gracias a una variante de alto rendimiento presentada en febrero de 1969. Con la designación interna “PGC10”, se parecía mucho a la berlina estándar, pero presentaba un montón de beneficios con espíritu RACER, tales como una suspensión rehecha, los frenos de disco delanteros, un diferencial de deslizamiento limitado y, por último, un seis cilindros en línea de 2.0 litros y 160 CV derivado del R380 de carreras.
Si bien el GT-R se convirtió en un modelo independiente cuando se presentó en 2007 (llegó a Europa en 2009), las siglas venían hasta esa fecha siempre ligadas al nombre Skyline
En 1973 llegó la cuarta generación oficial del Nissan Skyline, bajo el código interno “C110”. Conocida como “Kenmeri” gracias a un anuncio cuyos propietarios se llamaban Ken y Mary, el modelo también disfrutó de una versión GT-R, pero solo para 1973, lo que lo convertiría en el último Skyline con esas tres letras hasta 1989. De hecho, este modelo, bautizado como “2000 GT-R” de forma genuina, se hizo solo durante cuatro meses, de enero a abril de 1973, con una producción total inferior a 200 unidades.
La culpa fue, como no, de la crisis del petróleo. Este desdichado momento histórico hizo que muchas personas prefirieran coches económicos y que los deportivos de alto rendimiento, en consecuencia, fueran menospreciados. Nissan se retiró del mundo de la competición, por lo que el GT-R no tenía ningún propósito. No se exportó oficialmente a ningún lado, aunque Nissan contempló a Australia. Sin embargo, los gastos de su exportación y el precio de venta final no resultaron lo suficientemente atractivos.
Finalmente, solo se adjudicaron 197 unidades del Nissan Skyline GT-R (KPGC110) en Japón a través de las tiendas especializadas Nissan Performance (antes de llamarse NISMO)
Diseñado por el legendario Shinichiro Sakurai, el ingeniero que participó en la concepción de todos los modelos Skyline desde que apareció el primero en la década de 1950, el renovado GT-R recibió una carrocería reelaborada. Al igual que los muscle cars más exitosos de los EE. UU., era una estructura de estilo coupé-fastback de dos puertas que hacía que pareciera un coche mucho más deportivo que su predecesor que, con 1.945 ejemplares vendidos, fue un completo éxito tantos en las carreteras como en la pista.
Alentados por el éxito del “Hakosuka”, el Nissan Skyline GT-R “Kenmeri” lucía una carrocería mucho más atractiva y un chasis mejorado. Sin embargo, venía con gran parte del hardware de su predecesor. Sí, la suspensión fue renovada y los frenos ahora eran de disco en ambos ejes, pero de ninguna manera el conjunto mejoraba lo que ofrecía el modelo al que sucedía. Además, el bloque de seis cilindros en línea (S20) se transfirió sin mejoras significativas. Eso significaba la misma potencia para mover casi 50 kg más.
“Kenmeri” también hacía referencia al término “Meriken”, que en la jerga japonesa significaba “estadounidense” debido a la semejanza con los muscle cars de la época
Si bien el motor aún era impresionante, no hizo que el “Kenmeri” fuera más rápido. Además de la carrocería, la única mejora que recibió la segunda generación del GT-R fue un interior refinado y más lujoso. Esto fue algo buen recibido, pero con el mismo corazón mecánico y sin contar con mejoras significativas en el chasis, no brindó una experiencia de conducción mejorada, que era lo que los entusiastas realmente esperaban del nuevo modelo. Iba bien, pero realmente no mejoraba tanto al primer Skyline GT-R.
Curiosamente, esta nueva versión con sus extensiones de plástico negro sobre los pasos de rueda y un spoiler en la puerta del maletero a juego, fue una respuesta específica al desafío de Mazda con el RX-3, que debutó en 1971 y podía alcanzar al Skyline previo en el circuito. Qué vueltas da la vida, que el coche fue diseñado para restaurar el dominio de Nissan en las pistas de carreras de Japón pero, en cambio, marcó el final de una era entre la mencionada crisis del petróleo y la muy poco afortunada opinión pública.
El Skyline C110 fue la primera versión en montar las características luces traseras redondas duales y, desde entonces, se ha convertido en un sello de identidad del modelo
Debido a que carecía de mejoras importantes, la mayoría de los propietarios de la primera generación, así como aquellos interesados en hacerse con un GT-R, evitaron el “Kenmeri”. Si bien los primeros no vieron ningún sentido en deshacerse de su “Hakosuka” y actualizarse al nuevo modelo, muchos clientes potenciales optaron por adquirir uno de los ejemplares de primera generación que todavía tenían los concesionarios en stock. Esto y las condiciones de la época, hicieron de este GT-R la generación más exclusiva.
Por eso, a pesar de ser fue un fracaso comercial estrepitoso y que fue percibido inicialmente como una actualización mediocre del legendario “Hakosuka”, el KPGC110 disfrutaría de un aumento monumental en popularidad cuatro décadas más tarde gracias a su producción tan escasa, así como al éxito de sus descendientes… Actualmente, un ejemplar en buena forma se valora mucho más allá de los 200.000 euros, mientras que un unidad en perfecto estado pueden alcanzar hasta los 400.000 euros, como un R34 V-Spec II.
Si bien ver un Nissan Skyline “Kenmeri” 100 % auténtico en la vida real es casi tan difícil como cruzarse con un unicornio, puedes hacer un recorrido virtual de uno en el vídeo de YouTube de WasabiCars que hay encima de estas líneas.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.Unos de mis GTR favoritos el Kenmeri