Ian Callum rediseña el Mini Cooper: tradición, músculo y nostalgia a medida

Ian Callum rediseña el Mini Cooper: tradición, músculo y nostalgia a medida

Una colaboración con historia bajo el capó


Tiempo de lectura: 7 min.

Ian Callum ha vuelto a hacer de las suyas, y esta vez no ha sido con un Jaguar ni con un Aston Martin, sino con algo mucho más pequeño pero igual de simbólico: el Mini clásico. Se ha juntado con los artesanos de Wood & Pickett (sí, aquellos que en los 70 hacían Mini de lujo para rockeros y aristócratas) y ha creado el “Wood and Pickett Mini by Callum”. Un restomod del Mini Cooper basado en las últimas carrocerías originales (Mk5 Sportspack, 1997–2001) que ha sido anunciado como una serie limitada construida a mano en Reino Unido, y sí, ya tiene dueño para el primer ejemplar: el modelo David Gandy.

Para los que anden despistados, Ian Callum es responsable de algunos diseños tan rotundos como el Vanquish de Aston Martin, el Ford Puma original o el primer Jaguar F-Type. Es un diseñador de los que no necesitan presentación. Además, el que se haya fijado en un Mini clásico, y no en un superdeportivo o en un eléctrico pretencioso, dice mucho de su apego por los iconos de verdad, y si a eso le sumamos la artesanía de Wood & Pickett (los mismos que customizaban coches para McCartney o Jagger) el resultado es una reinterpretación que mezcla encanto clásico con el tipo de refinamiento que hace que incluso los talonarios más gruesos se aflojen.

El modelo mantiene el espíritu visual de aquel Mini musculado de finales de los 90, pero lo pule con un gusto que solo Callum podría tener. Nada de tuneo grueso ni imitaciones baratas: aquí todo está pensado, desde los faros LED integrados hasta los pasos de rueda más marcados o las llantas de 13 pulgadas diseñadas ad hoc por el propio Callum, y lo mejor es que toda esta sobriedad estética envuelve un conjunto que, por debajo, se ha actualizado sin perder la esencia mecánica del A-Series original.

Lo que ha hecho Callum no es un simple lavado de cara ni un capricho de diseñador: es una carta de amor al Mini, pero escrita con una pluma hecha a mano y firmada con cilindros en marcha.

MINI by Callum (2)

Clásico por fuera, bestia por dentro

Aunque a primera vista podría parecer un Mini restaurado con mucho mimo, lo que hay bajo el capó es otra historia. El motor es un 1.310 cc basado en el bloque original, pero con un nuevo culatín, escape doble, inyección de dos puntos y electrónica afinada. El resultado es una potencia declarada de 110 caballos. Puede que no parezca gran cosa en un mundo donde cualquier SUV de 1.700 kilos se arranca con 200, pero recordemos que este coche casi pesa menos que un patinete eléctrico.

Lo interesante es que no se ha optado por electrificarlo ni por meterle un motor moderno sin alma. Se ha mantenido fiel al concepto original del Mini, pero exprimiendo al máximo lo que podía dar de sí. Además del motor, se han incorporado frenos de disco ventilados de 8,4 pulgadas, suspensión revisada, un cambio ajustado y mejoras en NVH (ruido, vibraciones y aspereza). Todo ello pensando en hacer de este coche un juguete afilado, sin dejar de ser usable para quien quiera algo más que una pieza de museo.

Ese equilibrio entre la nostalgia y el rendimiento lo convierte en algo muy poco común en el mundo del restomod, donde muchas veces se sacrifica el carácter mecánico en favor de cifras de potencia absurdas o gadgets sin alma. Nada pantallas enormes ni asistentes, ni virguerías: Madera, metal, cuero, botones sólidos y Apple CarPlay integrado en una pantallita que no desentona con el salpicadero. Tecnología, sí, pero sin que moleste.

Esto se traduce en una experiencia de conducción directa, sin filtros y sin artificialidad. Algo que se está perdiendo a pasos agigantados, incluso entre los deportivos actuales. Por eso este Mini no es solo bonito: es un gesto de resistencia mecánica en tiempos de coches que se conducen solos y no te dejan meter tercera sin que te lo autorice un comité ético.

MINI by Callum (4)

Un Mini de lujo con precio de superdeportivo

Claro, todo esto tiene un precio, y no es nada Mini, porque la cifra oficial parte de las 75.000 libras esterlinas, es decir, unos 88.000 euros al cambio de julio de 2025. Sí, estás leyendo bien: por un Mini clásico con chasis de los 90. Pero ojo, no es un restomod industrial ni un kit montado en serie: cada unidad se construye a mano en Reino Unido, al gusto del cliente, y si tenemos en cuenta el nivel de acabado, el mimo de cada pieza y el hecho de que es un diseño firmado por uno de los grandes, el precio empieza a parecer hasta razonable.

El primero, como decíamos, ha sido para David Gandy. Pero ya se admiten encargos a medida, y no se espera que la tirada supere unas pocas decenas de unidades. No hay cifras oficiales de producción, pero todo apunta a que será un coche tan exclusivo como deseado por coleccionistas y nostálgicos con presupuesto holgado. O al menos, por los que saben que 110 caballos pueden ser más divertidos que 700 si se exprimen bien.

También hay que valorar el componente simbólico. Wood & Pickett fue en su día sinónimo de distinción automovilística británica, y que ahora resurja de la mano de Callum no es casualidad. Es una reivindicación del diseño artesanal frente al volumen, de la personalización frente a la estandarización. Algo que cada vez cuesta más encontrar incluso en segmentos de seis cifras.

Que vuelva ese tipo de coche, que hable con acento y que se entienda sin menús digitales ni configuradores eternos, es algo que muchos echaban de menos, y que algunos, los que ya han hecho su reserva, están dispuestos a pagar a precio de arte.

MINI by Callum (1)

Más que nostalgia: un manifiesto sobre ruedas

Lo verdaderamente interesante de este proyecto no es que sea bonito, exclusivo o potente. Es lo que representa. En una era en la que todos los coches parecen diseñados por el mismo algoritmo y en la que la electrificación tiende a homogeneizar sensaciones, que alguien como Ian Callum se detenga a rediseñar un Mini no es un gesto trivial. Es un recordatorio de que el coche también puede ser objeto cultural, vehículo de expresión, y no solo un electrodoméstico con ruedas.

No es una pataleta anti-progreso. Nadie niega que los coches actuales sean más seguros, eficientes o limpios. Pero también es cierto que la personalidad y el carácter se están diluyendo. Que cuesta encontrar modelos nuevos con alma, con historia, con detalles que te hagan sonreír al girar la llave (si es que queda alguna que girar). El Mini de Callum no pretende competir con un hypercar ni con un Tesla Plaid. Pretende emocionar, y eso, curiosamente, es lo más revolucionario que se puede hacer ahora mismo.

Además, rescata la figura del diseñador como autor. Ahora que priman las fichas técnicas insulsas, los consumos WLTP y las comparativas de gadgets chorra, se agradece que alguien recuerde que el diseño de un coche también puede transmitir algo más que eficiencia aerodinámica. Puede tener humor, estilo, referencias culturales, guiños históricos, y eso es justo lo que tiene este Mini. Por eso no es solo una reinterpretación del clásico: es un manifiesto rodante contra el aburrimiento y la uniformidad.

Que vuelva el Mini con este espíritu no solo es una buena noticia para los nostálgicos. Es una bofetada estética a todos esos crossovers insulsos que llenan los concesionarios. Es, en definitiva, un coche pequeño con un carácter enorme.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.