La combinación de un Porsche 911 y un tramo de rali no es extraña para ningún aficionado. Incluso con el Rally Dakar, que ha generado un revival reciente en forma de Porsche 911 Dakar. Hace cincuenta años, el Rally Safari fue el escenario en el que el nueveonce quiso demostrar su polivalencia. Una de las dos unidades del Porsche 911 Safari que participaron en dos ediciones consecutivas de la durísima prueba africana será subastada este fin de semana en Monterrey.
Sobre el nueveonce más especial
Como decíamos, hace más de medio siglo que Porsche decidió tomar dos ejemplares del Porsche 911 Carrera RS 2.7 Lightweight con el objetivo de transformarlas en el arma perfecta para asaltar los tramos kenianos. Una centésima parte de los 200 ejemplares con especificación M471 Sport —denominación interna para referirse a los Lightweight, o de construcción ligera—. El vehículo que se subastará se identifica con el chasis número 285 y su producción finalizó en 1972. No abandonó inmediatamente las instalaciones del fabricante alemán, puesto que su conversión en coche de competición se prolongó hasta bien entrado el año siguiente.
La mayor parte de las modificaciones que fueron realizadas son las esperadas. Por ejemplo, se incrementó su altura libre al suelo hasta los 250 milímetros. Muchos de sus componentes fueron reforzados, desde su chasis hasta sus paragolpes, que eran de acero, pasando por sus amortiguadores, y se añadió una protección de aluminio para su bajo motor. El depósito de combustible pasó a ser de 110 litros.
De los 200 Porsche 911 Carrera RS Lightweight fabricados desde 1972, dos unidades fueron preparadas para competir en el Rally Safari. Una de ellas es la que se subasta este fin de semana, el chasis número 285
Otras son hasta cierto punto una decisión estilística, como la instalación y ubicación de sus luces adicionales —también muy útiles, por supuesto—, unas bocinas añadidas sobre el capó delantero o la librea original de Bosch con el amarillo como color protagonista. Más sorprendentes pueden ser los asideros instalados en el pilar C de este modelo, perfectas para que los aficionados presentes en los tramos pudieran empujar con más facilidad en caso de que el coche se viera atascado.
Además, en su interior incluyeron toda la suerte de herramientas necesarias ante los tramos de una prueba como la celebrada en Kenia. Cabestrante, palas, cuerdas, piezas de recambio… todo ello formaba parte de la preparación realizada por Porsche para competir en el rali africano. Junto con la unidad con número de chasis 288, el Rally Safari —Rally del Este de África, por aquel entonces— de 1973 sirvió de estreno para estos Porsche 911 Safari.
Territorios muy diferentes, suertes opuestas
Ese primer asalto resultó infructuoso para esta unidad —también para su hermana—, puesto que se vio obligado a abandonar. El dúo formado por Björn Waldegård y Hans Thorszelius, piloto y copiloto, respectivamente, del Porsche 911 Safari número 285 se vio sorprendido por problemas en su motor, relacionados con un fallo en su sistema de lubricación, cuando solo faltaban tres horas para finalizar la prueba.
La marca con sede en Zuffenhausen no se conformaría con este resultado, y el chasis número 285 aprovechó el Rally de Finlandia —Rally de los Mil Lagos, en aquella época— para continuar con su preparación de cara a la siguiente edición del Rally Safari. Pero no solo eso, sino que el piloto Leo Kinnunen, con la colaboración de su compatriota Atso Aho como copiloto, logró situar a este coche en el tercer lugar del podio en esta carrera —ganaron 20 de las 43 especiales—.
Porsche lo llevó al Rally de los Mil Lagos —Rally de Finlandia, por entonces— como preparación para la siguiente edición de la prueba keniana. No solo consiguió seguir desarrollando allí su vehículo, sino que llegó incluso al podio
Para la temporada 1974, Porsche se unió a Kühne & Nagel, compañía alemana de transporte y logística, para tratar de mejorar el resultado de su anterior participación en el rali keniano. Pero, por mucho esfuerzo y trabajo que uno ponga en su preparación ante cualquier desafío, nada puede hacerse frente a los elementos. La edición del Rally Safari de 1974 estuvo protagonizada por unas lluvias torrenciales que lo sumieron en el absoluto caos. La historia no deja de ser curiosa. Edgar Herrmann y Hans Schuller, piloto y copiloto en esta ocasión, se encontraron en medio de un tramo con otro competidor que había sufrido las consecuencias de la situación meteorológica. Ambos decidieron bajarse a ayudar y así desbloquear la pista, momento que algunos astutos amigos de lo ajeno aprovecharon para robar la libreta de navegación y algunos mapas, además de sus licencias.
Gracias a su experiencia en esta prueba, donde se habían proclamado ganadores en dos ocasiones a bordo de sendos Datsun, consiguieron continuar en competición, hasta que un problema de motor frustró toda esperanza de obtener un buen puesto en la clasificación final. Mejor suerte corrieron sus compañeros de equipo, que finalizaron en segunda posición.
La difícil vida tras la retirada
Después de este rali, ya en 1975, el chasis número 285 fue vendido a un particular residente en Kenia. En 1992 fue adquirido por Surindar Thatthi, en su día copiloto de ralis y después directivo de la FIA, quien renovó su pintura. Pero pocos cuidados más recibió este vehículo en todos esos años. Ya entrado este siglo, un grupo de entusiastas alemanes, el German Carrera RS Club, tuvo noticia de la localización de este coche, y su presidente decidió que era necesario acudir a Kenia y rescatarlo. Allí se encontró con un motor muy lejos de estar en condiciones de funcionamiento y una carrocería que mostraba los estragos del largo tiempo de abandono.
Lo trasladaron a Alemania, al taller de Eckhard Spreng en Luisburgo. Allí, los trabajos se centraron en restituir las características originales del modelo. Además de un reacondicionamiento de su motor, fue necesaria una reconstrucción de su transmisión, tradicional punto débil de este Porsche 911 Safari. Por supuesto, hubo de ponerse guapo y se repintó toda su carrocería, respetando la librea original de su segunda participación en Kenia, con el blanco y el azul como colores principales, además de la publicidad en rojo identificativa del refresco más famoso del mundo. El cuidado por el detalle, tan germano, de sus dueños actuales en su restauración, alcanza sus placas de matrícula, que son las que le fueron asignadas originalmente a su fabricante en 1973.
El coche es propiedad de Uwe Kurzenberger y Gabrielle Mahler-Kurzenberger, la pareja que acudió a África hace dos décadas a recuperarlo, y ha participado en numerosos ralis históricos desde entonces. Será otro de los protagonistas de las subastas que se celebrarán en Monterrey, California, durante este fin de semana. Con 47.576 kilómetros en su odómetro, se espera que su precio final se sitúe en el entorno de los 2,5 millones de euros.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS