Ferrari es una marca de coches totalmente ligada a la Fórmula 1. Su imagen actual, además de por coches “de calle” alucinantes, se ha forjado en las pruebas de la llamada Categoría Reina del automovilismo. Ferrari es competición, pero sobre todo, es Fórmula 1, no en balde, lleva en la categoría desde su misma fundación en 1950 –fundación de la F1, no de la marca–.
Obviamente, los Fórmula 1 de los años 50 no era ni parecidos a los actuales, lo único que tienen en común son las cuatro ruedas, que se manejan a través de pedales y un volante y que se mueven gracias a motores de combustión interna. El resto, supone un auténtico mundo. Y nada mejor para notar la brutal evolución de la categoría que contemplar uno de los primeros F1 de la marca italiana, un coche que RM Sotheby’s tiene a la venta a través de su división de ventas privadas. Y por si fuera poco, no es un coche cualquiera, es el Ferrari Tipo 625 Monoposto de 1954, el coche “hermano” que llevó a nada menos que Alberto Oscaro a sus títulos mundiales en 1952 y 1953, el cual, fue propiedad de Alfonso de Portago.
El Tipo 625 apareció en 1952 como uno de los nuevos 500 F2 de Enzo Ferrari. Se construyeron seis unidades “de fábrica” y otras cinco carreras-cliente. Todos ellos equipados con un propulsor de dos litros y aspiración natural, desarrollado por el genial Aurelio Lampredi. Fue uno de los coches con los que el equipo belga Ecurie Francorchamps, con Jacques Swaters a la cabeza, corrió en 17 carreras entre 1952 y 1953.
Tras eso, como la mayoría de los F2 de la marca, fue enviado a Ferrari para ser actualizado a especificaciones de Fórmula 1, tras lo cual, fue vendido al señor Alfonso de Portago y Cabeza de Vaca a comienzos de 1955. Portago pilotó el coche en las pruebas de Turín, Pau, Burdeos y Silverstone, aunque sin resultados destacables –su mejor puesto fue un octavo en el GP de Pau–.
Luego, el coche fue a parar a manos del ingeniero y fabricante de coches de competición británico Donald, quien lo conservó durante cinco años antes de pasárselo al piloto aficionado Ian Sievewright. En 1967 pasó a la colección de Pierre Bardinon quien, en 1983, lo vendió al francés Jacques Setton, quien lo conservó durante una década. La lisa de propietarios también incluye al brasileño Carlos Monteverde y al piloto británico David Vine. A finales del 2000, pasó a manos de Eckard Bluhm, quien ahora lo ha puesto a la venta.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS