Parece ser que el Mazda MX-5 de primera y segunda generación es la base perfecta para prácticamente cualquier proyecto que tengas en mente. Los hemos visto de todas las formas y colores, desde reinterpretando clásicos, como barchetta de circuito, o incluso fuera del asfalto. Pero faltaba algo para lo que, seguramente, no está muy dotado el pequeño deportivo japonés. La penúltima transformación de un MX-5, un salvaje dragster del que queda lo justo de Mazda, pero que es digno de ver.
No sé vosotros, pero lo último que se me ocurre si me nombran las carreras de aceleración, es un MX-5. Esos coches americanos, con enormes V8, sonidos guturales… incluso en los alargados prototipos con ruedas de bicicleta delante, y prácticamente de tractor detrás, pero no en un MX-5.
El periscopio que emerge del capó del treintañero, es para la admisión del V8 que se le ha calzado en el exiguo vano motor acostumbrado a tetracilíndricos. Es un motor de carreras Kaiser de 322 pulgadas cúbicas, 5,2 litros al cambio en unidades métricas, un motor basado en un Chevrolet V8 de bloque corto.
Para moverlo todo cuenta con cigüeñal Bryant, entre muchas otras muchas piezas de carreras que conforman el propulsor. Genera 855 CV, lo cual debe sentirse salvaje en un coche tan pequeño, y más despojado de todo lo innecesario. Este Miata dragster viene reforzado con una jaula antivuelco de Chromoly 8.50, un subchasis trasero fabricado del mismo material y hecho a medida con amortiguadores dobles ajustables de Strange Engineering, un diferencial de aluminio de 40 dientes, y un eje de transmisión de fibra de carbono de Hoosier.
Evidentemente, cuenta con neumáticos de drag que envuelves las llantas beadlock, una barra con ruedas que impide que el Miata se aproxime más a una moto que a un coche, y un paracaídas para cuando los escasos instantes de aceleración tengan que terminar. La calidad de construcción también se ve excelente. Sin ponerle las manos encima, pasa la inspección con creces, esa calidad de soldadura no es fácil de conseguir. Por lo demás, el pequeño Miata muestra un exterior sencillo, en blanco impoluto, con un rayo tricolor que junta ambos lados en la trasera.
Para muchos, quizá ya sea hora de dejar los MX-5 en paz, pero, ¿piensas lo mismo de los Porsche que prepara RWB? No lo justifico, pero las modificaciones de coches de más de 25 años está en auge, y el MX-5 original parece ser un muy buen punto de partida desde el que desarrollar el proyecto de tus sueños. También me gusta creer que este tipo de preparaciones han salvado coches accidentados o siniestrados de acabar siendo un cubo de metal, con gente que los prepara así les dan una nueva vida, aunque sea lejos de un tranquilo paseo descapotado por una carretera de montaña.
Al final, nos une la pasión por los proyectos, en ocasiones nos pueden apasionar, otras simplemente nos parece poco más que un asesinato, pero lo importante es ver conocer todas las vertientes de este hobby tan bonito. Sea como barchetta en un circuito, o como coche de dragster, el MX-5 se tiene ganada una medalla por aguantarnos todo.
Francisco Javier Rodriguez
En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.COMENTARIOS