La línea entre un coche de carreras y un coche de calle dependen del loco que ponga el dinero para realizarlo. En mi caso, me encanta ver coches de carreras que consiguen, con sutiles variaciones, un par de matrículas para circular por la calle. Uno de estos casos es el Schuppan 962 CR, el coche de Le Mans para calle. Le debe su nombre a su creador, gracias a Vernon Schuppan se hicieron seis unidades de este espectacular modelo.
Los coches que más pasiones levantan, y, sorprendentemente, los que más se revalorizan, son los que tienen en su ADN la competición. Lo más parecido al caso que nos ocupa son los conocidos Porsche 911 GT1, Mercedes CLK GTR, o Toyota GT One, ya que la normativa obligaba a la creación de una unidad homologada para calle. Vernon Schuppan fue un paso más allá y tras ganar las 24 horas de Le Mans de 1983 a los mandos de un Porsche 956, decidió llevar a la calle un coche basado en el chasis de fibra de carbono del coche que le había dado la victoria.
El australiano tenía una gran afinidad con la marca de Stuttgart, y se rodeó de las personas necesarias de que no quedase simplemente en un proyecto. El primero en unirse al equipo fue Michael Simcoe, que se encargó del diseño, y la empresa japonesa Art Sports invirtió unos tres millones de dólares en el desarrollo del coche, incluyendo la compra de unas instalaciones en Reino Unido y la contratación de alrededor de 20 ingenieros. Art Sports prometió la fabricación de 50 unidades, lo que significaría homologar el coche para poder competir en las 24 Horas de Le Mans, aunque una vez visto el ritmo de producción y todo lo que estaba ocurriendo, ese objetivo se redujo a solo 20 ejemplares.
Acabó por abandonar el proyecto tras la fabricación de la segunda unidad, un suceso que acabó con Schuppan y Art Sport en los tribunales porque dejó a la empresa sin liquidez al no haber cumplido con el contrato firmado.
El motor encargado de propulsar su liviano monocasco es un seis cilindros opuestos de 3,3 litros de origen Porsche refrigerado por agua, ayudado con sendos turbos soplando a 1,2 bares y rindiendo la nada desdeñable cifra de 630 CV.
Hoy en día no resulta una cifra espectacular, pero se fabricó entre 1992 y 1994, y en aquella época el vehículo más potente era el todopoderoso McLaren F1 con 627 CV. Obviamente, el comportamiento del salvaje motor biturbo no tenía nada que ver con el refinado motor del McLaren, logrando que el Schuppan alcanzase los 100 km/h desde parado en tan solo 3,5 segundos, y además, que rozase los 370 km/h. Una caja de cambios se encargaba de propulsar las ruedas traseras, y cada rincón de su exterior destila el olor de la casa de Stuttgart.
El 962 LM era un long tail, cuya parte trasera fue diseñada por Norbert Singer, pero el Schuppan era más corto, con formas diferentes y unos faros circulares que no tenía el modelo de competición, toda ella fabricada con fibra de carbono. El habitáculo recibía metros de piel para recubrir su interior y reducir lo claustrofóbico de este, y aumentó su equipamiento de cara a su usabilidad diaria y era completamente personalizable por el cliente. Pero como todos los sueños, el proyecto acabó de golpe. Dos de los coches que se vendieron en Japón nunca fueron abonados (los clientes no pagaron), lo que supuso un agujero en las arcas.
A eso, se sumó la recesión económica a mediados de los noventa y unos elevadísimos costes de producción. El resultado fue la bancarrota dos años después de iniciar el proyecto, tras haber fabricado solamente seis unidades.
Este es uno de esos coches que duele saber que no prosperaron por el momento en el que se comercializaron, pero eso los hace mucho más especiales y exclusivos.
Francisco Javier Rodriguez
En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.COMENTARIOS