El Ferrari LaFerrari, el último modelo de la inigualable saga iniciada por los Ferrari 288 GTO y Ferrari F40, tendrá un reemplazo, según se dice, para finales de 2024. Se han cumplido 10 años desde el lanzamiento del “super Ferrari” y ya toca poner en circulación una nueva iteración de la saga, aunque a muchos les parezca que fue ayer mismo cuando apareció el LaFerrari y provocó, con su denominación, que gran cantidad de aficionados se olvidaran de sus prestaciones y se centraran en el que, quizá, haya sido el peor nombre de un Ferrari en lo que lleva de historia.
Si recordáis, en Italia, se usa el artículo “la” y no “el” para mencionar un coche, pues son máquinas y las máquinas son femeninas –en Sudamérica también ocurre lo mismo– y, por tanto, LaFerrari se podría traducir como “El Ferrari”, algo así afirmar que se está ante la auténtica esencia de la marca. Y ciertamente, nadie pone en duda algo así, aunque si Enzo levantará la cabeza, quizá no estaría tan contento. La auténtica esencia de Ferrari lleva un motor V12 delantero; pero esto es otra historia.
Con el nombre en código F250, la firma italiana comenzó a trabajar en el reemplazo del LaFerrari, cuyo prototipo de desarrollo hemos visto en varias ocasiones, oculto por muchísimo camuflaje. Incluso hemos visto como se averiaba y tenía que esperar a la grúa, nada malo, en realidad, pues las pruebas en carretera abierta son precisamente para eso, para romper el coche y así conocer los puntos flacos para que no lleguen a producción.
Sin embargo, el coche no ha pasado de ser un prototipo de desarrollo y ya levanta polémica. Cuando el Ferrari F250 –recordar que por ahora es provisional, no conocemos la denominación oficial– llegue a producción, dejará de lado el propulsor V12 de los últimos miembros de la saga y montará en su lugar un grupo motor híbrido, compuesto por un V6 biturbo y varios motores eléctricos, aunque sobre esto último no tenemos información. El hecho de apostar por el V6, será fuente de críticas y de comentarios de todo tipo, pero en el fondo, optar por un V6 biturbo híbrido tiene su lógica, ya que establecerá un fuerte vínculo con los motores de Fórmula 1.
Además, seguramente no se diseñe un motor ex profeso, pues ya se cuenta en el banco de órganos con un motor suficientemente válido: el F163 que da vida al Ferrari 296 GTB. Un motor que presume de una potencia específica muy elevada –218 CV/litro– y que también se puede encontrar en los Ferrari 296 GT3 y Ferrari 296 Challenger, aunque en el primero pierde la hibridación. La aplicación más extrema del V6 F163 es el Ferrari 499P, que compite en la categoría Le Mans Hypercar del Mundial de Resistencia, y es aquí donde podría estar parte de la magia del corazón del proyecto F250: Le Mans.
La combinación de la tecnología de Fórmula 1 –donde compiten con un V6 turbo híbrido– y la tecnología del Mundial de Resistencia, donde también se emplea un V6 turbo híbrido, será clave para el motor del F250. En Fórmula se buscan las máximas prestaciones, pero en Resistencia, además de prestaciones, se busca durabilidad, una combinación de ambos será la clave para el desarrollo. Además, los Hypercar del Mundial de Resistencia tienen tracción total, al motor un motor eléctrico en el eje delantero, algo que también podríamos ver en el F250 de producción.
Pero no solo habrá un cambio muy importante en el motor, su diseño general y el trabajo aerodinámico también parece que romperá, como hemos visto en otras ocasiones, con los Ferrari Enzo y en el LaFerrari. Las unidades de test lucen un enorme alerón trasero que no veíamos en un Ferrari de producción desde hacía muchas décadas. El último Ferrari en montar uno de esos elementos aerodinámicos fue el Ferrari F50, puesto en circulación a mediados de los años 90. Sería muy extraño que la versión de producción prescindiera del alerón y que haya sido un elemento de atrezzo para despistar. Del resto del coche, con tanto camuflaje, es mejor no hablar, pues según vaya perdiendo capas podríamos ver muchos cambios.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS