Coches que corren, pero en otras dimensiones. Al menos, eso nos dicen sus figuras. Concep cars que no parecen reales, regidos por lenguajes de diseño que se autoperciben irreverentes, que hacen de esta conducta una idiosincrasia, la idiosincrasia de un automóvil que no solo no está hecho para ser movido por el conductor promedio, sino que transmite mediante su infantil apariencia fundamentos deportivos asociados a la adrenalina y la diversión.
Esa otra forma de expresar el alto desempeño, otra manera de desbloquear el poder de fuego. Como una suerte de camino paralelo al carácter temerario. Hyundai puso sus intérpretes sobre la mesa en el último año. Diría que su N Vision 74 no acciona su aspecto extrovertido para hacer uso del recurso retrofuturista, sino al revés. Y hacia el mismo objetivo apuntan otros proyectos experimentales como el rolling lab RN24 y el Insteroid.
Como ocurre con este último, la entrega más reciente del rayo alemán responde a la idiosincrasia explicada y al mismo tiempo une dos mundos desde el portal de lo phygital. Porque, desde este otoño, el Opel Corsa GSE Vision Gran Turismo vivirá en el simulador y será una opción para conducirlo virtualmente sin fronteras, pero a menudo lo veremos en su versión física y el punto de partida será el Salón de Múnich 2025, hoy redefinido como IAA Mobility.
En este concepto, una evolución del experimental Opel Compass, todo parte de la plataforma STLA Small para vehículos eléctricos, que, como su nombre anticipa, el conglomerado destina a los coches de menor porte. Un producto de la división de electrificados de alto rendimiento GSE, pero con dos caras. Al frente, un semblante que transmite algo de cordura y conserva las intenciones de iluminación –incluyendo el Blitz, el logotipo– vistas en prototipos anteriores como el Opel Experimental.

Más que una mirada experimental
El discreto rasgo frontal no es capaz de ocultar la postura de concepto bien al suelo y ensanchado, y la locura se empieza a descifrar cuando es visto de lado. En la zaga, con sus elementos aerodinámicos llevados al máximo de exageración –el difusor, sobre todo–, terminas por descubrir su cuadro de esquizofrenia. Con esta criatura, Opel declara sus intenciones de llevar la digitalización a otro nivel, aplicando en ella rasgos propios del mundo virtual, algo que se nota con elocuencia en su cabina, fundamentalmente en el salpicadero.
Ligero de peso por contar con materiales adecuados, una gran batería de 82 kWh, tracción total, motorización dual –un motor eléctrico para cada eje–, aceleración de 0 a 100 en dos segundos, potencia máxima combinada de 811 CV, una función de impulso ideal para adelantamientos con la que imprime 80 caballos extras en un lapso de cuatro segundos… Los datos son importantes, sobre todo este último, que es el que más destaca en lo técnico.
Pero no perdamos el eje: el mundo phygital al que pertenece puede ser interpretado como su razón de ser, pero al mismo tiempo debe leerse como su fórmula hacia lo importante en términos de mercado: las líneas de carrocería de este concepto, lejos de mostrarse como una inocua versión experimental del Corsa, nos adelantan cómo podría ser la próxima generación del hatchback urbano.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS