Este es un Ford Mustang Shelby GT500 EXP500 CSS de 1968. Sí, es un nombre largo, pero que también tiene su lógica: es un Ford Mustang modificado por Carroll Shelby (CSS) como vehículo experimental para desarrollar el icónico GT500 (EXP500). Para los amigos, puede ser llamado Shelby “Black Hornet”, y se trata de un modelo único que ahora puedes tener en tu garaje.
Este es uno de esos momentos en que las palabras no transmiten la rareza de esta oportunidad. Carroll Shelby no solo era dueño de este Mustang, fue construido por él. Este es un vehículo de su colección personal, y solo tiene 898 kilómetros. Existe una gran posibilidad de que este ejemplar no se vuelva a vender en mucho tiempo, quizás incluso nunca más. Sin embargo, el precio refleja eso, y la mayoría de nosotros no podemos pagarlo: 850.000 dólares.
El Shelby Black Hornet fue construido específicamente para crear conciencia sobre la fundación Shelby’s Children’s Charity, dedicada a brindar apoyo financiero a niños y profesionales médicos para ayudar a superar problemas de salud que amenazan la vida en todo el mundo y promover el desarrollo educativo continuo. Asimismo, también rendía homenaje a la innovadora mula de pruebas de finales de la década de los 60, conocida como “Green Hornet”.
El único EXP500 CSS de 1968 fue creado como un homenaje a uno de los prototipos más importantes de Shelby, el “Green Hornet”
Ese vehículo continuaría sirviendo como plantilla original para continuar desarrollando el legendario Shelby GT500 lanzado en 1967. Solo dos fueron hechos por Shelby y su compañero e ingeniero jefe de Ford Racing, Fred Goodell. Años más tarde, el coche fue pintado en Stetson Black. Además del color, el nuevo coche fue renombrado como EXP500 CSS y bautizado como “Black Hornet”. Tenía el mismo estilo y equipo mecánico que el “Green Hornet” original.
Bajo su capó nos damos de bruces con un auténtico motor estadounidense de la vieja escuela, nada de mariconadas turboapretadas bloques de baja cilindrada y alta relación de compresión: un V8 Cobra Jet de 428 pulgadas cúbicas. Eso se traduce en un propulsor de ocho cilindros, 7.010 cm3 y aspiración atmosférica capaz de entregar 340 CV a 5.400 RPM y 597 Nm a 3.400 RPM, declarados. Alcanzaba los 100 km/h en apenas 6 segundos… ¡hace más de 50 años!
El motor viene adjunto a una bomba de combustible de alto flujo firmada por Holley, un sistema de encendido Mallory y un colector de admisión Shelby. El conjunto mecánico se completa con un filtro de aire Cobra, un radiador Griffith y carburadores en lugar de inyección de combustible. El Shelby “Black Hornet” también hacía gala de dirección asistida, frenos de discos y llantas de aleación de 10 radios con neumáticos Goodyear GTII.
A diferencia del resto de Shelby GT500 de primera generación, el “Black Hornet” carece de barra antivuelco. Nuestro protagonista luce un salpicadero y una consola central de madera, donde sale en forma de apéndice una palanca de cambios manual de cuatro velocidades. Asimismo, también presenta los cinturones de seguridad originales y un volante Cobra. Aunque el velocímetro marque un máximo de 140 mph (225 km/h), lo cierto es que alcanzaba poco más de 200 km/h.
Cuando Shelby falleció en 2012, el automóvil fue comprado por Craig Jackson y Steve Davis, de la compañía de subastas Barrett-Jackson (también propietarios del “Green Hornet”). Desde entonces, ha asistido a diversos eventos como la exposición SEMA de 2008, o exhibido en el museo Mustang en Concord, Carolina del Norte. E incluso hay un modelo a escala fundido a troquel gracias a una colaboración entre Restoration Hardware y el propio equipo de Shelby Cars.
El Shelby “Black Hornet” está a la venta en este momento a través del portal web Classic Cars con todos los certificados de autenticidad, y el precio es de 850.000 dólares, 774.000 euros al cambio. Y a pesar de su elevado precio, tampoco es el Shelby más caro jamás vendido, pues a comienzos de 2018 se vendió el único GT500 Super Snake de 1967 por casi 2 millones de euros. Y “Little Red” ya está restaurado.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.Vaya auténtica joya… Tremendo