La moda de los monovolúmenes fue como una burbuja que acabó pinchándose, pero Toyota supo aprovecharla bien llegando a ofrecer hasta cuatro modelos de manera simultánea (Yaris Verso, Corolla y Avensis Verso o el Previa). Conscientes de que la tendencia tomaba un camino diferente, abandonaron la versión Verso más pequeña y la sustituyeron por una suerte de crossover que combinaba una carrocería de utilitario, detalles de la versatilidad de un monovolumen y rasgos de todocamino. El modelo en cuestión fue el Toyota Urban Cruiser.
Producido en Japón desde 2007 (por su segunda generación ya), aquí lo conocimos a finales del año siguiente. Medía 3,93 metros de longitud, 1,72 de anchura y tenía una altura de 1,52. Resultaba, por tanto, más pequeño que modelos como el Fiat Sedici/Suzuki SX4 o Kia Soul, coches que también apuntaban a la moda crossover.
En el diseño del Urban Cruiser primaban unas formas cuadradas con líneas robustas como en el macizo pilar C o los abultados paragolpes. La carrocería estaba pintada en un solo color y las únicas concesiones offroad venían por unas discretas molduras de plástico negro en los paragolpes, aunque como accesorio se podrían montar unas protecciones de plástico negro que recorrían el contorno lateral decorando los pasos de rueda para dotarle de un aspecto más aventurero.
El interior transmitía la solidez típica de la marca pese al uso extendido de plásticos duros, aunque de buena apariencia. Había alguna licencia al diseño más desenfadado tanto en la consola como en la instrumentación, bastante escueta por otro lado al contar con una única esfera central que albergaba el velocímetro y el cuentavueltas.
Su carácter práctico se reforzaba con los numerosos huecos donde dejar objetos, la guantera doble y, sobre todo, la banqueta trasera deslizante para priorizar el espacio de los ocupantes de la segunda fila o la capacidad de carga. Esta oscilaba entre 314 o 388 litros manteniendo las cinco plazas, ampliándose con la posibilidad de abatir los respaldos traseros.
En cuanto al espacio en sí, para cuatro no estaba mal por altura o centímetros disponibles para las rodillas, aunque pecaba de una anchura demasiado justa para incorporar un quinto ocupante.
A nivel mecánico, el Urban Cruiser estuvo disponible con un motor de gasolina 1.33 de 100 CV y un 1.4 Diesel con 90 CV. Este último se combinaba con la tracción delantera o total, lo cual le convertía en un coche aún más polivalente para aquellos que pudieran aprovecharla, ya fuera por climatología o interés en adentrarse en zonas un tanto rotas. En este sentido, las limitaciones provenían de sus cotas TT (aunque su altura era 15 mm más elevada que los 4×2) o los neumáticos con llantas de 16 pulgadas.
Heredado del RAV4, el sistema 4×4 equipaba un control activo del par y un bloqueo del diferencial central conectable a toque de botón y que se desactivaba cuando superábamos los 40 km/h
Con todo, el comportamiento era una de sus virtudes, pues se mostraba eficaz en carretera con un gran aplomo a pesar de sus dimensiones y elevada altura, y al mismo tiempo ágil y cómodo en ciudad. En definitiva, no le hubiera venido mal un motor algo más potente con el que poder extraer unas prestaciones más dignas fuera de la urbe.
Para este uso, sin duda el Diesel resultaba más adecuado por su superior valor de par. De hecho, con las cifras oficiales en la mano, Toyota homologaba casi 1 segundo menos en el 0 a 100 km/h en el 1.4 D-4D y la misma velocidad punta. Sin embargo, donde brillaba era en las recuperaciones a la hora de adelantar, ya que el 1.33 requería tirar del cambio y reducir dos o tres marchas para poder sacarle algo de chicha, pues además su transmisión era de seis velocidades.
Para ciudad el gasolina resultaba recomendable por su agrado de funcionamiento, pero ya hemos visto que el Urban Cruiser era un coche polivalente capaz de enfrentarse a varios terrenos.
No llegó a triunfar en nuestro mercado, quizá por ser un adelantado a su tiempo, o quizá porque el precio que pedía la marca japonesa no era especialmente barato. Partía de unos 15.000 euros en el caso del gasolina, mientras que el diésel medianamente equipado rozaba los 18.000 euros, así que se metía en tarifas más propias de coches compactos que de utilitarios.
Quizá ahora sea el momento de volver a intentarlo con tecnología híbrida y viendo el éxito que está cosechando el C-HR un escalón por encima.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.COMENTARIOS