Hay que ver lo que ha cambiado Subaru. La firma japonesa es conocida por la deportividad de sus coches, una deportividad que se ha diluido poco a poco, con cada nuevo lanzamiento. Subaru ha cambiado su público objetivo y apunta a un usuario más conservador, con productos de elevada calidad y un tacto, por lo general, muy sólido. Pero la deportividad y las prestaciones quedan completamente a un lado.
Uno de los mejores ejemplos de ese notable cambio es el Subaru Impreza, un coche que se hizo famoso por sus participaciones en rallies y por las prestaciones de sus versiones de producción, siempre bajo una carrocería de tipo sedán de tres cuerpos. Sin embargo, el Impreza adoptó una carrocería de cinco puertas, en busca de mejores ventas en Europa –cuando los compactos dominaban las ventas–, al tiempo que su personalidad se volvía más burguesa, más “del montón”. Atrás quedan versiones como el Subaru Impreza GT Turbo, que sin llegar al extremo de los WRX STi, ofrecía elevadas dosis de deportividad con ese forma sedán que tanto cautivó a muchos usuarios.
Las carrocerías de tipo sedán siempre se han visto como muy serias, los coches que se compran los padres como coche familiar por poner un ejemplo, pero los sedanes, al menos la mayoría, no eran coches deportivos. Había excepciones, grandes excepciones, que además, eran tan buenas, que lograron transformar la imagen de estos coches. El Subaru Impreza es uno de esos coches y su variante GT Turbo una de las más deportivas. De hecho, el GT Turbo se comercializaba en Japón como WRX, detalle que lo dice todo. Es más, se decía que el M3 asumió el papel de “asesino de GT”, mientras que el Impreza GT Turbo era “el asesino de M3”.
Corría el año 1994 cuando se dio a conocer el Subaru Impreza GT Turbo, que llegó al mercado europeo en 1995. Era la primera generación de lo que luego se conocería como WRX STI y por tanto, hablamos de la base de la firma japonesa para el mundial de rallies. Todavía no adoptó el color azul con llantas doradas, tan característico del modelo y todavía no se basaba en la carrocería coupé, en el Impreza 22b que tan famoso se hizo por las innumerables victorias en rallies. Aunque como curiosidad, era una carrocería sedán en la que ninguna de las puertas tiene marco.
El Subaru Impreza GT Turbo ya daba muestras de por donde irían los tiros y presumía de un grupo motor-transmisión conocido, pero eficaz. Se tomaba el motor del Lgacy Turbo, el coche que había representado a la marca en rallies, y se montaba en una carrocería más pequeña y más ligera, lo que significaba más prestaciones. Ese motor era un cuatro cilindros boxer, con culatas de cuatro válvulas por cilindro, que había sido desarrollado en 1989. Se fabricaba íntegramente con aluminio, contaba con un turbo Mitsubishi TD05, un intercooler y anunciaba 211 CV a 6.000 revoluciones y 268 Nm de par a 4.800 revoluciones.
Dicho motor se acoplaba a un cambio manual de cinco relaciones, que a su vez, se combinaba con un sistema de transmisión a las cuatro ruedas cono reparto al 50% para cada eje y diferenciales central y trasero de tipo viscoso. Pesaba 1.235 kilos, con lo que se obtenía una relación peso-potencia de 5,8 kilos por caballo y entre otras cosas, podía completar el kilómetro con salida lanzada en 27 segundos. Aunque no lo parezca, era un coche capaz de plantar cara a los Lancia Delta HF Integrales y a los Ford Escort RS Cosworth, aunque su imagen sea menos impactante.
En 1996 se sometió a un restyling y fue cuando apareció la versión que muchos llaman “555”, por su decoración en rallies. La potencia pasó a ser de 217 CV a 5.600 revoluciones, el par aumentó hasta los 285 Nm a 4.000 revoluciones y el kilómetro con salida parada se lograba en esta ocasión en 26,3 segundos. La velocidad punta no era muy elevada, pero rondaba los 230 km/h.
Sobre esta generación, Subaru Francia lanzó una edición limitada a 90 unidades denominada “GT Turbo 555”, solo disponible en color azul Montecarlo y llantas doradas, para homenajear la segunda corona mundial del Impreza. Luego llegó otra edición limitada “MCRae Replica” con llantas de 15 pulgadas también pintadas de color dorado, más otra llamada “Impreza WRC” con una tirada de 85 unidades y llantas doradas, pero siempre de color negro.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS