Coche del día: Renault Mégane CC (II)

Coche del día: Renault Mégane CC (II)

Una forma económica de disfutar del cielo como techo


Tiempo de lectura: 7 min.

El Renault Mégane CC (de Coupé-Cabrio) era un descapotable de cuatro plazas con el techo rígido plegable, en esencia diferente a la generación anterior tanto por tamaño como por funcionalidad. Se fabricó en el período 2003-2010, con un restyling de mitad de ciclo en 2006.

Su longitud aumentó en 330 mm respecto al anterior Mégane Cabriolet hasta alcanzar los 4.350 mm. Su batalla de 2.522 mm era 103 mm más corta que las versiones compactas y sedán, tal vez para dotar al maletero de algo más de espacio cuando circulase con el techo oculto. La segunda diferencia notable es la sustitución de la capota de lona por un techo duro plegable, más práctico y funcional.

Este techo contaba con un accionamiento electrohidráulico y necesitaba 22 segundos para quedarse totalmente replegado en un maletero que veía mermada mucho su capacidad, pues pasaba de 490 a 190 litros. Para poder disfrutar del cielo como techo la cubierta flexible que separa los espacios destinados a ocultar el techo y de carga propiamente dicha debía estar extendida. Con ello se evita que el techo golpee algún objeto situado en el maletero en el momento de realizar la operación.

El techo estaba construido por Karmann y utilizaba acero y cristal como materiales para su fabricación, de los cuales 15 kg pertenecían al cristal y el resto, 63 kg, eran de acero. Se realizaron más cambios estructurales para asegurar la seguridad de sus ocupantes, como el refuerzo del parabrisas y su marco, así como los laterales de la carrocería.  El peso total del vehículo aumentaba en unos 170 kg aproximadamente respecto al compacto de cinco puertas.

Las principales diferencias respecto a la primera generación eran su crecimiento en dimensiones y la sustitución de la capota de lona por otra rígida de acero y cristal, de accionamiento hidráulico

También contaba con elementos imprescindibles como dos arcos de seguridad antivuelco forrados en espuma, de naturaleza retráctil y que se desplegaban ante un inminente vuelco. Estos arcos retráctiles -que eran opcionales- ofrecían un mayor grado de seguridad que los instalados de serie gracias a la mayor altura que alcanzaba cuando se desplegaban.

Los asientos delanteros eran los mismos que los de las versiones sedán y 3p/5p del Mégane, pero situados 24 mm más bajos para darle un aspecto más propio de un coupé. Estos asientos estaban dotados de memoria, recuperando su posición inicial cuando se abatían los respaldos y se adelantaban las banquetas para permitir el acceso a los pasajeros traseros. Estas plazas traseras estaban más pensadas para niños por su escaso espacio para las piernas, resultando incómodas por la excesiva verticalidad de los respaldos. En otras palabras, era un 2+2.

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El motor 2.0 T de 165 CV fue el más potente para el Mégane Coupé-Cabriolet

Se podía disfrutar de forma opcional de un cortavientos que se instalaba detrás de los asientos delanteros pero inutilizaba las plazas traseras. Este accesorio se podía guardar en un espacio específico destinado a tal fin en el maletero, dejando prácticamente inutilizado este último.

A nivel de equipamiento tenía las mismas opciones que sus hermanos de gama, estructurados en tres acabados diferentes: Authentique, Dynamique y Privilege, pudiéndose combinar con otros tres niveles de equipamiento, Confort, Sport y Luxe. Entre su equipamiento de serie podemos encontrar cuatro elevalunas eléctricos de un solo toque, una generosa guantera refrigerada de 17 litros de capacidad con una cerradura que se bloquea al mismo tiempo que las puertas como medida de seguridad.

En equipamiento de seguridad contaba con ABS, control de estabilidad y monitorización de presiones de inflado de los neumáticos Se podían elegir llantas de tres medidas diferentes, entre 15 y 17 pulgadas. Como es de imaginar la rueda de repuesto brillaba por su ausencia. En su lugar llevaba de serie un espray de líquido sellante y, de forma opcional un kit repara-pinchazos con compresor de aire incluido por un precio asequible de 200 euros.

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Renault Mégane CC (2006)

En cuanto a la gama mecánica, se ofrecían tres motores de gasolina y uno diésel. Los de gasolina eran un 1.6 de 113 CV a 6.000 RPM y 152 Nm a 4.200 RPM de par máximo, un 2.0 de 134 CV a 5.500 RPM y 191 Nm a 3.750 RPM de par máximo, y una versión turboalimentada de este mismo bloque de 2 litros con 165 CV a 5.000 RPM y 270 Nm a 3.250 RPM de para máximo. El diésel era un 1.9 dCi de 120 CV a 4.000 RPM y 300 Nm de par máximo a 2.000 RPM.

Si se deseaba darle un uso exclusivamente lúdico y disfrutar del aire, la opción más recomendable era el de gasolina menos potente, pues aunque a priori el de 134 CV debería de ofrecer notables diferencias en la práctica eran mínimas. Superaban al diésel en suavidad y vibraciones, pero perdían ventaja frente a los consumos. Si deseabas una respuesta claramente más dinámica la mejor opción era el de 165 CV turboalimentado.

Con el motor 1.6 de gasolina el Megane CC alcanzaba los 195 km/h de velocidad máxima y llegaba a los 100 km/h desde parado en menos de 12 segundos (11,8 s), con un consumo medio de 6,9 l/100 km. El motor 2.0 de gasolina ofrecía mejores prestaciones, con 205 km/h de velocidad punta y 9,9 segundos para el registro de 0 a 100 km/h; el consumo medio se elevaba hasta los 8,2 l/100 km.

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Renault Mégane CC (2006)

Con el motor de 2.0 de 165 CV el Megane CC alcanzaba los 225 km/h, una aceleración de 0 a 100 km/h en 8,7 segundos y cubría los 1.000 metros desde parado en 29,7 segundos. Su consumo medio se quedaba en unos 8 l/100 km. Por último, con el motor 1.9 dCi se quedaba a medio camino en prestaciones, con 200 km/h de velocidad máxima y 11 segundos en el 0 a 100 km/h, pero campeón en el consumo, con 5,5 l/100 km. Todas estas cifras son las homologadas por el fabricante.

Los gasolina de 2 litros y el diésel llevaban una caja de cambios de seis velocidades (de origen Nissan), frente a una más convencional de cinco marhas para el motor de 1.6 de gasolina. En 2004 se ofreció la opción de una caja automática de cuatro relaciones conocida como “Proactiva” que, como las cajas de su época, empeoraba las prestaciones y aumentaba los consumos.

La mecánica más brillante era un 2.0 de gasolina turboalimentado de 165 CV. Para los que buscasen la economía estaba el 1.9 dCi de 120 CV

El que esperase un comportamiento deportivo en este Megane CC se equivocó. Su estabilidad era satisfactoria, con menos balanceos que sus hermanos de cuatro y cinco puertas, debido a la mayor dureza de la suspensión y al ir 24 mm más cerca del suelo, aunque en su contra se percibían molestas vibraciones cuando se circulaba por firmes en mal estado.

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Renault Mégane CC (2006)

Su batalla más corta no afectaba a su comportamiento, al menos por vías rápidas y curvas abiertas, pero sin ser un prodigio de agilidad y de agarre. La dirección ofrecía el típico tacto del Megáne, con un inicio de giro de volante que no se reflejaba en la respuesta de las ruedas directrices. Demasiado asistida.

Todas las versiones llevaban discos de freno en las cuatro ruedas, siendo ventilados los delanteros. El esquema de suspensión también era común, con sistema McPherson en el eje delantero y rueda tirada con elemento torsional en el eje trasero; añadimos los correspondientes muelles, amortiguadores hidráulicos y barras estabilizadoras.

Si circulábamos con el cortavientos instalado y las cuatro ventanillas subidas se podía circular a unos 140 km/h y mantener una conversación sin necesidad de alzar mucho la voz. Tampoco es necesario correr mucho más para disfrutar del aire libre. Una forma económica de disfrutar de un descapotable, que partía de los 19.165 euros de la versión Confort Authentique 1.6 hasta los 25.315 euros del Luxe en acabados Dynamique/Privilege con motor 2.0 Turbo de 165 CV. Un capricho razonable.

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Sobre mí

Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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