Hoy hablaremos de la primera edición de esta berlina media de la marca del rombo, concretamente la versión Renault Laguna 2.0i RXE, aunque las fotos corresponden al Baccara. Con sus fluidas líneas, su agradable habitáculo de diseño y acabado riguroso con el Laguna se buscó proporcionar una agradable sensación de bienestar.
Se creó como sustituto del Renault 21, tarea difícil al encontrar competidores de la talla como el Ford Mondeo, nombrado coche del año en Europa en el año 1994
A demás resultaba incluso algo más barato -en este nivel de acabado RXE- que el Renault 21 equivalente. Las mejoras más evidentes respecto a su antecesor eran sobre todo un comportamiento más noble y eficaz, con una mayor facilidad de conducción, un mejor acabado y equipamiento y una línea más moderna y aerodinámica.
En contra de las tendencias habituales experimentó una ligera merma del espacio interior respecto al R-21. Los asientos aumentaron un poco su dureza aunque seguían siendo blandos. El volante era regulable en profundidad. Los mandos estaban mejor ordenados y contaba con un ordenador de a bordo de lo más modernito, el tapón de gasolina se podía abrir desde el puesto del conductor y la ventilación estaba bien diseñada, con cuatro salidas generosas, dos de ellas situadas en las puertas.
El acceso a su interior no resultaba muy cómodo, debido al pequeño ángulo de apertura de las puertas y a la poca altura del techo, lo que unido a la mayor altura de la banqueta trasera era necesario arquearse para entrar en las plazas traseras si superabas los 1,8 metros. La razón esgrimida por la marca es que las plazas traseras iban a ser mayoritariamente utilizadas por personas jóvenes de estatura mediana. Suena a excusa un poco simplona. Las ventanillas traseras solo bajaban hasta la mitad y los retrovisores exteriores tenían regulación manual.
El maletero tenía una aceptable capacidad de 452 litros, ampliable gracias al abatimiento asimétrico del respaldo trasero. Contaba con una rueda de repuesto de tamaño normal, algo de agradecer. El portón resultaba grande y pesado, aunque la maniobra se facilitaba con un tirador situado en su interior, terminando la maniobra con la mano. Sus dimensiones eran 4.508 mm de largo, 1.752 mm de ancho y 1.433 de alto. En báscula arrojaba 1.280 kg.
Al igual que sus familiares de gama (Clio, 19, Safrane), este Laguna 2.0i RXE combinaba nobleza, comodidad, aplomo y eficacia
El tren delantero era muy preciso, siguiendo fielmente la trayectoria marcada por el volante, acompañado fielmente por el tren trasero, que gracias a un eje de deformación programada tenía un cierto comportamiento direccional. Era un vehículo diseñado para un comportamiento familiar, aunque si se le exigía superaba el desafío sin grandes carencias y manteniendo el tipo con nobleza.
Únicamente existían dos aspectos que enturbiaban su buen comportamiento. El primero, los frenos, que acusaban pronto la fatiga ante un uso intensivo, siendo necesario una mayor presión del pedal para obtener un buen resultado, pero con buen comportamiento en condiciones normales gracias a sus cuatro discos y al ABS. A 120 km/h necesitaba 62 metros para detenerse. El otro punto negativo era el tacto de la palanca de cambios, que le faltaba la rapidez y precisión de los modelos japoneses -de lo mejor en este aspecto-, ya que a mayor exigencia mayor era su dureza de uso.
El motor de 2 litros de cilindrada (1.998 cm3) derivaba del 1.8 de la marca, alargando la carrera para favorecer la potencia a bajos y medios regímenes. No era un motor brillante aunque sí elástico, rindiendo 115 CV a 5.250 RPM y 171 Nm de par máximo a 3.500 RPM. Iba en posición delantera transversal y contaba con cuatro cilindros. Su distribución se realizaba a través de un árbol de levas y llevaba dos válvulas por cilindro. La alimentación era por inyección electrónica multipunto de gasolina.
Pensando en la economía de consumo se empleó una caja de cambios manual de cinco marchas, con unos desarrollos largos y un salto excesivo entre segunda y tercera, aspecto que condicionaba el buen rendimiento y conducción en las carreteras de montaña. Ello obligaba a estirar más de la cuenta dichas marchas con el consiguiente aumento de rumorosidad. A su favor comentar la facilidad con la que se alcanzaban unas velocidades de crucero elevadas por autopistas y autovías.
Su esquema de suspensión era el habitual McPherson delante, con brazo inferior rectangular de efecto antipercusión, amortiguadores telescópicos, muelles y barra estabilizadora. Detrás llevaba suspensión independiente, de brazos guiados con cuatro barras de torsión y amortiguadores telescópicos. Calzaba neumáticos de medidas 185/65 TR 14, con llantas de chapa de 5,5×14 pulgadas.
En cuanto a sus prestaciones, su velocidad máxima alcanzaba los 190 km/h y necesitaba cerca de 12 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado. Los 1.000 metros desde salida parada los recorría en algo más de 32 segundos. Respecto a las recuperaciones dedicaba 35 segundos para recorrer 1.000 metros en cuarta a 40 km/h, y 40 segundos para el mismo registro en quinta; para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta necesitaba un poco más de 11 segundos y casi 17 segundos para el mismo registro en quinta.
Si nos referimos a sus consumos, en ciudad gastaba 12,5 l/100 km, en carretera convencional a 90 km/h de crucero su promedio era de 6,7 l/100 km, subiendo a 8,5 l/100 km en autopista a 120 km/h. Haciendo la media su consumo medio ponderado era de 10,4 l/100 km, con un depósito de combustible de 66 litros que le otorgaba una autonomía de unos 585 km.
Entre sus rivales más directos teníamos al Citroën Xantia 2.0 VSX, Ford Mondeo 1.8i CLX 16v, Opel Vectra 2.0i y Peugeot 405 2.0 STI. Su precio de salida era de 2.905.000 pesetas, unos 30.700 euros de hoy. Supuso un gran salto cualitativo respecto al R-21, con la gran ventaja de salir con un precio de salida ligeramente inferior a su antecesor equivalente.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Muy lindo, fue el auto que me hizo tomarle cariño a la marca, ahora tengo un laguna III 2.0T
Mis padres an tenido uno desde 1994-2018, este motor justamente, y con ordenador de a bordo, lo conduje bastantes veces y unos cuantos viajes, muy estable, buena presencia, y muy pocas averias les dio
Era un gran coche, en su momento era moderno, estable cómodo…y además tiene una estética que ha aguantado bien el paso del tiempo. Es verdad que la gente que pasó de un 21 TXE a un Laguna RXE se llevó un chasco con las prestaciones, pero es que el 2.0 de 120CV andaba muy bien…y el Laguna era mucho más pesado (airbags, etc). Al poco hubo un RXE 2.0S 16V, que era una castaña, con un 4 cilindros derivado de amputar un cilindro al 2.5 de volvo. Era muy poco elástico (nada que ver con el de 115CV) y la… Leer más »
El 2.0S era bastante mejor que el de 8 válvulas… bien por Renault por montar ese motor de Volvo.