Nos encontramos frente a la versión deportiva de un compacto que hizo suspirar a más de un quinceañero -y también a algún veinteañero- por su agresivo aspecto y su mecánica explosiva, con la culata de 16 válvulas como bandera. Aparte de sus prestaciones, su nivel de comodidad y de equipamiento nos encontrábamos con un precio casi increíble, unos 14.500 euros de la época, mostrándose como un auténtico bombón.
Tener este coche en esta época era tener algo grande entre manos, era típico charlar en un bar de este coche y de sus competidores -Golf GTI II, Peugeot 309 GTI- y su comportamiento en carreteras viradas, aunque siendo honestos no tenía nada que hacer ante los GTI de Peugeot en ellas. Era un coche dotado de una agresividad espectacular con un carácter dócil y deportivo al mismo tiempo; te inoculaban el veneno de la velocidad en la sangre debido a la eficacia de su comportamiento y su elevada seguridad activa y te invitaba a rodar deprisa, a hundir el acelerador.
A pesar de ser un deportivo, su suspensión tenía un tarado algo suave para no maltratar a los pasajeros y eso mermaba su eficacia cuando forzabas el ritmo de la marcha, mostrándose un tanto saltarín, con más oscilaciones laterales y cabeceo de lo deseable, así como un eje trasero propenso a dar algún coletazo, pero en ningún momento comprometía la seguridad. Su dirección no llevaba asistencia de serie, era una opción que costaba unos 390 euros por entonces, y se notaba no solo en el callejeo urbano sino por carretera, pues se mostraba lenta y dura.
Sus frenos de cuatro discos estaban penalizados por un tacto demasiado blando del pedal y con un recorrido muerto demasiado largo del mismo; soportaban bien el trato duro cuando bajabas un puerto de montaña sin desfallecer, con unas distancias de frenado simplemente correctas. El ABS era una opción que costaba algo más de 1.000 euros.
Lo más llamativo de su exterior era su alerón trasero, unos prominentes paragolpes, sus llantas de aleación de tipo turbina y las siglas GSi bien visibles en las aletas delanteras y el portón trasero. También resultaba atrayente su diseño curvilíneo. Su interior exhibía un aire deportivo acorde a sus siglas: asientos envolventes con un diseño anatómico excepcional en su conjunto, sujetaban perfectamente tanto espalda como caderas, con regulación en altura por unos 85 eurillos extra. Su buen ambiente interior se complementaba con un completo tablero de instrumentos y un volante de cuero. Algún pero que se le podía achacar, era la deficiente visibilidad trasera debido al voluminoso pilar C, o una deficiente climatización.
Debajo del capó nos encontrábamos la razón de ser del GSI: un motor delantero transversal de 1.998 cc con cuatro cilindros en línea con inyección electrónica que entregaba 150 CV a 6.000 RPM y un par motor de 196 Nm a 4.800 RPM, con una respuesta instantánea ante el acelerador y adelantamientos fulgurantes, también gracias a su reducido peso, unos 1.000 kg. Tenía la pega de ser mucha potencia para un tracción delantera y le costaba pasar toda esta potencia al asfalto provocando unas reacciones extrañas en la dirección.
Era una mecánica que tiraba sin titubeos desde el ralentí y subía de vueltas con una facilidad absoluta y sin brusquedades, sin vibraciones que molestaran a los pasajeros. Su caja de cambios estaba orientada a una cierta economía de consumo, con una quinta marcha orientada al desahogo. Sus consumos eran de 8,4 l/100 km a 120 km/h y en ciudad alcanzaba los 11,2 l/100 km. En cuanto a sus prestaciones su velocidad máxima superaba los 220 km/h, el 0 a 100 km/h en 8,6 segundos, los 1000 metros salida parada en 29,2 segundos y las recuperaciones de 80 km/h a 120 km/h las realizaba en 6,9 segundos en 4ª y en 10 segundos en 5ª. Los datos de consumos y prestaciones no son homologados, son reales y basados en la prueba de una unidad, más realistas que los homologados.
Estaba disponible en tres puertas, cinco puertas y una versión descapotable fabricada por Bertone -menos potente que las versiones cerradas-. Existió una versión especial denominada Champion, tres banderas o “pata negra” de forma coloquial. A nivel mecánico no tenía diferencias, pero sí de aspecto exterior e interior. Llevaba unas llantas de 15 pulgadas modelo Diamond, color negro antracita, dirección asistida, cierre centralizado, elevalunas eléctrico, cuero Connolly en asientos y paneles delanteros y traseros, asiento trasero abatible 60/40 y anagramas exteriores específicos. Una versión muy molona, que tuvo un digno sucesor: el Opel Astra GSi 16v.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS