El Fiat Bravo de segunda generación se presentó oficialmente en el Salón de Ginebra de 2007, lanzándose al mercado en abril del mismo año para sustituir al Fiat Stilo. Su diseño salió de la mano de Frank Stephenson, aunque la carrocería se debió a los estudios de diseño ELASIS y Magna. Solo tardó 18 meses en salir al mercado. Se fabricó únicamente en versión cinco puertas (hatchback)
En su diseño predominaban las líneas redondeadas y macizas, con unas dimensiones superiores a la media de los compactos de su época (4.336 mm de largo x 1.792 mm de ancho x 1.498 mm de alto). Su línea recordaba al Fiat Grande Punto. Según Fiat, en el diseño de la carrocería tuvieron en cuenta reducir los daños a los peatones en caso de atropello. El interior era de lo mejorcito del coche: elegante y moderno pero sin detalles excesivamente futuristas. Sorprendía el espacio dedicado al conductor, con un cómodo asiento dotado de múltiples reglajes que ayudaban a encontrar la posición perfecta.
El volante tenía el tamaño adecuado, ni muy grande ni muy pequeño, aunque un poco fino para ser una versión Sport; era regulable en altura y profundidad y venía forrado en piel. El panel de instrumentos venía con la botonera al alcance del conductor salvo los pulsadores de los faros antiniebla. La visibilidad delantera era buena gracias a unos pilares A bastante delgados, y la trasera se veía mermada por el pequeño tamaño de la luna trasera y los altos reposacabezas, pero se paliaba con unos estupendos retrovisores de gran tamaño.
Venía muy bien equipado de serie, con airbags casi para todo -frontales, laterales y de cortina delanteros y traseros, de rodilla-, climatizador, cierre centralizado, elevalunas y espejos retrovisores eléctricos, controles de tracción y estabilidad, ABS, equipo de audio, ordenador de a bordo… También llevaba el sistema Blue&Me, desarrollado por Fiat y Microsoft, que controlaba el navegador, Bluetooth y demás opciones.
En lo referente a la calidad de materiales y acabados, nada que objetar
A pesar de la mala fama en lo referente a estos aspectos que siempre ha tenido Fiat eran buenos, tanto en calidad percibida como el tacto de los materiales, con tacto blando en las partes más visibles, y tampoco se observaban malos ajustes de los mismos. Los únicos plásticos que desentonaban eran aquellos situados en la parte baja de las puertas y el salpicadero, algo habitual en todos los fabricantes en aquellas zonas que se veían o se tocaban poco.
Su motor cubicaba 1.910 cc, un cuatro cilindros en línea y en posición transversal. Entregaba 150 CV a 4.000 RPM, siendo su par máximo de 305 Nm a 2.000 RPM, con una velocidad máxima oficial de 209 km/h y un 0 a 100 km/h de nueve segundos. Su consumo medio homologado era de 5,6 l/100 km.
Era un coche cómodo de conducir, sin reacciones extrañas y una gran calidad de rodadura, pensado para hacer muchos kilómetros, con unos consumos irrisorios gracias a su potente motor, con un buen empuje a bajas revoluciones, y algo ruidoso en frío. Su caja de cambios era de seis velocidades bien escalonadas, con una sexta tirando a cortita y por tanto utilizable para llanear e incluso para subir pendientes con poca inclinación. La palanca de cambios tenía un tacto excelente, aunque las reacciones de la caja eran un poco lentas. La entrega lineal y progresiva de la potencia producía una sensación de recuperaciones lentas, pero bastaba con mirar al velocímetro para comprobar la facilidad con la que subía la aguja.
Su suspensión era firme y con un recorrido de suspensión tal vez un poco largo, algo que se agradecía por terreno bacheado. El primer tramo de la misma era blando, pero la dureza era la nota dominante en el segundo tramo, algo lógico en una versión Sport.
Iba generosamente calzado, tal vez en exceso, pues llevaba unos zapatos de medidas 225/40 R18, algo sobrado para 150 CV. A su favor, su gran agarre en conducción deportiva o en situaciones límite, al menos con el firme seco. Había que llevarlo al límite para mostrar pérdidas de tracción y en seguida entraba en acción el control de tracción. El equipo de frenos era el adecuado para esta versión Sport, discos ventilados delante y macizos detrás, apoyado por el ABS, ESP y ayuda a la frenada de emergencia.
Circulando tanto en carretera convencional como por autopista este Bravo era cómodo en su conducción, silencioso y económico. Su suspensión filtraba y absorbía todas las imperfecciones de la carretera, agradeciéndose al final de un largo viaje. Por ciudad resultaba cómodo de utilizar, y gracias al sistema CITY de ayuda a la dirección asistida eléctrica las maniobras se realizaban con el mínimo esfuerzo, sobre todo a la hora de aparcar.
Su sustituto, el Fiat Tipo, no tiene ningún motor diésel con semejantes pretensiones, como tampoco las tuvo el propio Bravo en los últimos compases de su vida comercial.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Hermoso auto el Bravo!