El Audi 100 2.8 E gozó de una reputación intachable con su brillante motor de seis cilindros en V. Era una gran berlina de buen tamaño, con una gran amplitud interior tanto para los pasajeros como para su equipaje. De diseño tradicional, con líneas clásicas y suaves, mejoró mucho las cualidades de la versión anterior, sobre todo en lo referente al espacio interior.
Su frontal era elegante, con grandes faros rectangulares, y una línea que ascendía suavemente hasta la luna delantera para conectar con su enorme techo rematado por un largo portón que albergaba su respetable maletero de 570 litros. Sus dimensiones eran 4.795 mm de largo, 1.815 mm de ancho y 1.420 mm de alto.
Audi continuó con la tradición de fabricar modelos de tracción delantera, en este caso un V6 en disposición longitudinal y por delante del eje anterior. Su suspensión era bastante convencional, con un sistema independiente delante y un sencillo eje torsional detrás, esquema que se utiliza hoy en día en los compactos y en segmentos inferiores.
Tenía un elevado confort de marcha y sobresalía sobre todo en su bajísimo nivel sonoro gracias a su excelente insonorización y a las casi inexistentes vibraciones procedentes del motor. Su diseño interior difería poco respecto a la versión previa y mantenía el mismo ambiente de lujo y distinción. La posición al volante era muy buena gracias a los múltiples reglajes del asiento y del volante, y la climatización automática era muy buena, cómoda y de fácil manejo, también llevaba ordenador de a bordo. La única pega que se le podría poner era el espacio existente para los pasajeros traseros, óptimo para dos pero estrecho para tres.
Su motor tenía una cilindrada de 2.771 cc y entregaba una potencia máxima de 174 CV a 5.500 RPM, con un par máximo de 250 Nm a 3.000 RPM. Su sistema de alimentación se encomendó a una inyección electrónica variable y estaba debidamente catalizado. Audi rompió la costumbre de utilizar motores de cinco cilindros en línea con y sin turbocompresor, pasando a una arquitectura de seis cilindros en V, desarrollando un motor muy ligero y de unas dimensiones muy compactas.
Su cambio tenía unos desarrollos tirando a largos, pero las excelencias de su motor compensaban este aspecto, consiguiendo unas prestaciones más que dignas: una velocidad punta de 209 km/h, un 0 a 100 km/h en poco más de nueve segundos y casi 31 segundos para cubrir los 1.000 metros desde salida parada. En cuanto a sus recuperaciones, necesitaba casi diez segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta y casi 13 segundos para la misma operación en quinta.
Su comportamiento era envidiable y muy seguro, entre otras cosas por ir dotado de ABS; se podía rodar muy rápido sin tener el menor síntoma de inseguridad. Su motricidad era buena a pesar de no contar con control de tracción; el eje trasero tenía un comportamiento algo rebotón en firmes bacheados debido a su naturaleza torsional. Lo hubo también con tracción total -quattro- con suspensión trasera independiente.
Contaba con el sistema de seguridad denominado “Procon-ten” (Programmed Controlled Contraction)
En el caso de una colisión frontal el motor tendía a desplazarse hacia el interior del habitáculo, momento en el que unos cables de acero se tensaban y retiraban el volante hacia el salpicadero mediante un sistema de poleas, tensando simultáneamente los cinturones de seguridad. Actualmente este trabajo lo realizan los pretensores de los cinturones de seguridad junto con los airbags; de hecho los Audi fueron de los últimos fabricantes alemanes del segmento de las berlinas medias en incorporar los airbags gracias a la utilización de esta técnica.
En lo que respecta a consumos, por vías interurbanas gastaba poco más de 9 litros a los 100 km a un ritmo de 120 km/h, superando por poco los 13 litros en recorrido urbano. Sus largos desarrollos obligaban a usar el cambio más de la cuenta y llevar el giro del motor más alto de lo debido, aunque tampoco había que preocuparse mucho de su autonomía con un depósito de gasolina de 80 litros.
El Audi 100 era una berlina de diseño ya clásico en su momento con un buen nivel de equipamiento tanto en seguridad y en confort, y una moderna mecánica de elevado rendimiento, y todo ello rodeado de un ambiente de lujo, acompañado de un silencio que invitaba a realizar largos viajes sin acusar cansancio. En 1995 cambió su denominación y comenzó a llamarse A6.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS