Si tuviera que definir a la 27° edición de las 24 Horas de Le Mans, optaría por catalogarla como una de las carreras con la mayor cantidad de infortunios en su historia. Me refiero a la cantidad de problemas mecánicos. Problemas de motor, problemas de caja de cambios, de sobrecalentamiento, de embrague, en las juntas de culata, en las bombas de agua, en los radiadores. Todo ello, sumado a algunos accidentes y algún que otro coche al que no le alcanzó el combustible, se combinó para que, de los 53 automóviles que habían largado aquel 20 de junio, apenas 13 pudieran cruzar la bandera a cuadros.
Apuntando al ganador, la otra forma de definirla, de seguro la más lógica y rápida, sería algo así como La única victoria de Aston Martin. Hablando de bandera a cuadros, aquella carrera de 1959 nos entregó un retrato por demás memorable cuando Stirling Moss, sonriente, se sumó a la celebración en la vuelta de honor. Quizás, uno de los momentos en los que más cerca ha estado de la victoria: el británico jamás triunfaría y esta vez no iba a ser la excepción. A bordo de uno de los Aston Martin DBR1 –el número 4– y a pesar de haber sido protagonista con un segundo lugar pasadas las tres horas, debió abandonar en la sexta por contratiempos en el seis cilindros 3.0, tras 70 vueltas.
Moss no fue el único en participar de esa vuelta de honor: ¡en el número 5, el ganador, no cabía un alfiler! Aquí me permito un paréntesis. Me gusta esta sección y creo que momentos como ese son los que dan sentido al título. Los libros están y la historia ha sido escrita, pero el tiempo pasa y cada vez son menos los que quedan en este mundo y que nos puedan hacer viajar a un pasado cada vez más remoto por medio de la palabra, de su experiencia. Aquel fin de semana de junio del ’59, unas 300.000 almas asistieron a Le Mans. En ellas ha vivido el mito y sigue viviendo en el caso de los que todavía están de pie, pues una cosa es que los acontecimientos se transfieran de generación en generación y otra muy distinta es ser parte de un acontecimiento al que década tras década le irá creciendo lo místico. En otras palabras, me refiero al yo he estado allí, superior a cualquier documento que pueda leerse, verse y escucharse a través de los archivos y el avance de la digitalización. En ese he estado ahí se expresa la fuerza del mito.
Primera y única victoria de Aston Martin: Cierre holgado, pero no le restemos mérito
Cerrando el paréntesis, el que sí supo ser un hábil ganador de Le Mans fue el belga Olivier Gendebien, para quien el Aston Martin número 5 significó toda una mancha en el quintuplete que no fue: Había ganado la edición anterior y volvería a subirse a lo más alto del podio en las tres ediciones posteriores. Siempre con Ferrari y en tres de las cuatro ocasiones –cuatro de cinco si contamos esta edición de 1959– junto a una leyenda norteamericana: sobre el recordado Phil Hill, más que su título de Fórmula 1 en el ’61, quisiera recomendarles una bonita historia acerca de su experiencia en la denominada Pana.
Para el equipo británico fue una doble victoria holgada, pues los DBR1 número cinco y número seis –el escolta– aventajaron al tercero con 26 y 25 vueltas de diferencia: 323 y 322 giros contra los 297 del Ferrari 250 GT de batalla larga, el LWB con motor V12. Ahora bien, no restemos mérito, ya que como curiosidad les puedo agregar que, de los cuatro pilotos que condujeron los dos Aston Martin, tres lo hicieron con la salud a cuestas: el británico Roy Salvadori manejó durante 14 horas con gripe y Carroll Shelby, quien se encargó de cruzar la bandera a cuadros, sufría una disentería. Durante la carrera, al francés Maurice Trintignant, piloto del número seis, se le sobrecalentó el pedal del acelerador, lo que le provocó una quemadura en su pie derecho.
Sí, la edición de 1957 fue una de las más accidentadas, pero a los pilotos de Aston Martin, quienes no estuvieron exentos de infortunios y contratiempos, les alcanzó para hacer historia por primera y última vez hasta el momento. Aunque tenían motivos para unirse a los 40 coches que no llegaron a las 24 horas, no lo hicieron. El Aston Martin DBR1, en tanto, sería homenajeado en 2022 con el lanzamiento del DBR22, la tecnológica barchetta con motor V12 biturbo 5.2 de 715 CV. Doy crédito al canal British Pathé por el siguiente video que nos transporta a algunos pasajes de aquella carrera.
Mauro Blanco
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