A pesar de ser un monoplaza especialmente desconocido debido a no haberse estrenado en competición, el Williams FW08B ocupa un lugar destacado en el museo de este equipo que, junto a Ferrari, McLaren y Mercedes es uno de los más importantes en la historia de la categoría reina del automovilismo. Además, su apuesta por las seis ruedas nos lleva a una época repleta de experimentación. Con multitud de fabricantes intentando diferenciarse entre sí sorteando al mismo tiempo las limitaciones derivadas de un reglamento en constante cambio. Así las cosas, no cuesta entender cómo muchos aficionados consideran a aquellos tiempos los más prolíficos para la ingeniería aplicada a la F1. Pero vayamos por partes.
Para empezar, debemos entender en qué situación estaba la escudería Williams durante el año en el que se presentó el FW08B. Y vaya, sin duda no era una coyuntura precisamente mala. De hecho, tras haberse fundado en 1977 el equipo conseguía ese mismo año su segundo título de pilotos gracias a Keke Rosberg. Un éxito a sumar con el campeonato de constructores logrado el año anterior y, especialmente, el doblete de piloto y constructores cosechado en 1980. Es decir, Frank Williams y su equipo se encontraban negociando especialmente bien aquella época en la que los turbocompresores causaban furor tras su aplicación por parte de Renault.
No obstante, la feroz competencia del momento hacía que Williams no pudiera relajarse ni un ápice. Asimismo, había que encarar una compleja situación en todo lo relativo a la mecánica. Transitando entre 1982 y 1983 de Ford a Honda como proveedor de motores. Así las cosas, Frank Dernie – director del departamento de aerodinámica – apareció con una idea singular: construir un monoplaza de seis ruedas con dos ejes motrices. Es decir, ni más ni menos producir un diseño con cuatro ruedas en la trasera, todas ellas encargadas solidariamente de la tracción. Algo, de primeras, impactante e incluso algo alocado. Eso sí, había precedentes y, a decir verdad, razones para el optimismo.
Aplicar dos ruedas más en la trasera ya fue ensayado por Ferrari a finales de los setenta. Eso sí, añadiendo dos ruedas más al eje posterior, no incorporando un eje extra como fue el caso del Williams
Williams FW08B, cuando el reglamento impone su ley
Incluso algunos de los aficionados más ferraristas desconocen la existencia del 312T6. Y es de entender. Al fin y al cabo, este proyecto cuasi personal de Mauro Forghieri se llevó en medio de un gran secretismo. Dominado por sus dos ejes motrices, este monoplaza experimental de la Scuderia coqueteaba con la idea de las seis ruedas a fin de ganar superficie de contacto con la pista y, por tanto, una tracción suplementaria a la salida de las curvas. Además, redujo el diámetro de los neumáticos, logrando una menor altura al suelo para mejorar así la aerodinámica.
Con todo ello, lo cierto es que el planteamiento del 312T6 parecía de lo más interesante. No obstante, diversos problemas con el diferencial – extremadamente complejo en este caso – así como un cambio explícito en la normativa hicieron que en Maranello se tuvieran que olvidar del proyecto. Sin embargo, a pesar de lo poco que se promocionó aquello llegó a oídos de todos los fabricantes enfocados en la F1. Obviamente, también a Williams. De esta manera, hacia 1980 el equipo británico ya empezó a realizar sus primeras pruebas a seis ruedas usando como base una unidad modificada del FW07.
Puestos en esta tesitura, lo cierto es que los primeros resultados fueron más bien modestos. Eso sí, cuando siguieron en su empeño – ya usando como plataforma al FW08 – las cosas comenzaron a cambiar. De hecho, los datos en materia de agarre eran excelentes. También el paso por curva y todo lo relacionado con el efecto suelo y la forma de los pontones. En suma, tras las pruebas realizadas por Alan Jones en el circuito de Donington Park, parecía que en Williams habían dado con un diseño absolutamente revolucionario gracias al cual podrían seguir dominando en la prestacional era del turbocompresor.
Los cambios más restrictivos en el reglamento hicieron imposible poner sobre las pistas a este coche. Sin embargo, es uno de los diseños más interesantes en la historia de Williams. Al menos uno de los más atrevidos
Pero claro, las cosas nunca son fáciles cuando nos movemos en la F1. Una categoría donde el reglamento puede ser especialmente cambiante según los tiempos. Así las cosas, cuando a finales de 1982 el Williams FW08B ya se encontraba plenamente afinado llegó la realidad marcada por la FIA. Precisando aún más el uso de las seis ruedas de cara a limitar su uso en materia de motricidad. De hecho, se prohibía explícitamente el uso de cuatro ruedas motrices. Una característica muy diferente a la exhibida por el Tyrrel P-34. Con seis ruedas, sí, pero tan sólo dos dotadas de fuerza siendo las otras cuatro las direccionales de los ejes delanteros. Con todo ello, el Williams FW08B fue directo al museo sin pasar por las pistas. Una hecho que, sin embargo, no le resta un ápice de atractivo a su más que interesante ingeniería.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS