Nos encontramos en el año 1984, fecha en la que SEAT lanzaba la primera generación del Ibiza, su primer modelo propio y en el que la marca depositó todas sus expectativas. SEAT se encontraba en una crisis abierta en varios frentes: a nivel económico, tecnológico e identitario. Las negociaciones que había establecido con Fiat para su venta cayeron en saco roto y SEAT se encontró sola ante el peligro, tomando posesión de la marca el Instituto Nacional de Industria (INI).
SEAT estaba sobreviviendo con sus modelos Ronda y Panda, ambos modelos con base Fiat, pero necesitaba un modelo propio para competir en el mercado y llamar la atención de los compradores. Entonces se le apareció un novio muy serio y con posibles, Volkswagen, concretándose su venta en 1986, coincidiendo con la gestación de uno de los modelos más importantes para SEAT, el Ibiza, que además abrió al mundo a la marca española.
El diseño del Ibiza se debió a la mano magistral de Giugiaro al menos en un principio. En febrero de 1981 viajaron a Turín tres directivos de SEAT, que se reunieron con los mandamases de Open Idea, Rayton Fissore e ItalDesign, a los que les propusieron diseñar el nuevo modelo que partía en un principio de la plataforma del 127. Giugiaro acepta la idea y diseña los primeros bocetos junto con una maqueta en yeso. A Fiat le dio un ataque de celos ya que Giugiaro mantenía una estrecha relación con la marca de Turín y tuvo que dejar el proyecto. Se hicieron cargo del mismo los alemanes de Karmann. Fué el sustituto del SEAT Fura (última versión del 127).
Mientras en la mecánica recibieron una ayudita por parte del departamento de ingeniería de Porsche gracias a las gestiones del importador francés Norbert Wagner, bajo la denominación comercial de System Porsche, crearon un moderno motor con árbol de levas en cabeza, culata de aleación ligera cross flow con la cámara de combustión integrada en la cabeza del pistón, la cual estaba refrigerada por un chorro de aceite, y unos taqués hidráulicos.
Apoyándose en el gran aprovechamiento de su espacio interior teniendo en cuenta su longitud -3,63 metros-, su polivalencia y sus precios contenidos se convirtió en un superventas, tanto en España como en otros países, y un icono para la marca. Se aprovechó su lanzamiento para mejorar defectos de juventud como los mandos y pulsadores, tacto del cambio y el cuadro de instrumentos. Apenas tenía voladizos y daba una sensación de solidez y compacidad. Aunque era claramente subvirador ofrecía gran seguridad por carretera acompañado de unos buenos frenos –discos ventilados delante y tambores detrás-.
Su aspecto macizo y cuadradote le daban un aire más germano que latino y tal vez pecaba de un exceso de peso, ofreciendo como ventaja un elevado nivel de seguridad pasiva. Mantenía la batalla y las vías del modelo Ronda y la suspensión era casi idéntica, con un ballestón transversal en el eje trasero.
De todos los motores ofrecidos el más interesante era el 1.5 (1.461 cc) de 100 CV con el apellido System Porsche, que llevaba inyección electrónica Bosch LE-2 Jetronic, con 15 CV más que la versión de carburador, e iba asociada a una caja de cambios de cinco velocidades. Esta mecánica iba unida a la terminación SXI, única y exclusiva para el modelo en cuestión. Este motor se probó en el SEAT Málaga Injection.
Sus prestaciones nos pueden parecer discretas hoy en día, del orden de una velocidad máxima de 185 km/h y un 0 a 100 km/h desde parado en 10,8 segundos, pero que hace 20 años no era habitual en un compacto de precio medio
Más que un deportivo era un utilitario prestacional, a nivel mecánico llevaba un tarado más duro de la amortiguación y unos discos de freno delanteros ventilados. A nivel interior nos encontrábamos con una tapicería específica de color gris con rayas rojas y con existencia del color rojo en las grafías de la instrumentación y por el resto del habitáculo.
En el exterior también veíamos esta diferenciación de las otras versiones, con líneas rojas en la parte inferior de la carrocería, unos pasos de rueda y un pequeño alerón en el portón del maletero en plástico negro, un spoiler delantero con los faros antiniebla integrados, unas taloneras en todos los bajos y unas preciosas llantas multirradio de aleación.
Con estos pocos aditamientos estéticos el Ibiza SXI se mantuvo en la mente de muchos usuarios como uno de los primeros SEAT con capacidad de emocionar al volante, vamos, con espíritu RACER: supuso el germen de lo que más adelante serían las versiones Cupra, gobernadas ya con la batuta del Grupo Volkswagen. Con él empezó la saga de los deportivos de SEAT.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...En su día siendo crio me parecían una mierda…pero a día de hoy no me importaría en absoluto tener uno en buen estado.
Qué recuerdos! SAR, D. Felipe, ahora SM, tuvo uno, creo, durante su estancia en la AGM, con alguna especificación adjunto hoc. Se lo vendió a un compañero…
Enamorado en mi tierna infancia de este pequeño aparato, a día de hoy aun me palpita la patata cuando me cruzo alguno en la calle