Recuperar el nombre que había sido utilizado en un avión caza de la marca sueca ya decía mucho del planteamiento de esta versión del 9-3, hasta entonces de cierto carácter burgués pese a sus motores turboalimentados de los que habían hecho su bandera. Ocurrió en el año 99, si bien Saab había dado luz verde al proyecto cinco años antes con el nombre de SVO Concept cuando esta carrocería se denominaba aún Saab 900.
Aunque a su llegada ya existía el 9-5 Aero de talante deportivo del que el Viggen heredaría el motor, el enfoque del 9-3 era manifiestamente mucho más radical. El diseño ya auguraba que nos encontrábamos ante un Saab muy especial por los prominentes paragolpes, faldones laterales, y el alerón que tenía una función más allá de la meramente decorativa, pues según la marca jugaba un papel crucial para reducir las fuerzas de elevación traseras. Sin embargo, el diseño no era lo más impactante; lo mejor ocurría cuando nos acomodábamos en sus envolventes asientos de cuero, y no porque el interior resultara especialmente deportivo, sino porque al pisar el pedal derecho el Viggen tenía una capacidad de dejarnos pegados a ellos como pocos coches en aquella época.
¡Vaya patada! El turbocompresor fabricado por Mitsubishi era el encargado de dotarle de ese carácter indomable con una sensación de empuje que sólo encontrábamos en vehículos con bastantes más caballos. Esa indomabilidad no es sólo una forma rebuscada de describirlo, sino que se convertía en una sensación real. Al tren delantero le costaba asimilar su potencial con pérdidas de tracción que requerían de manos expertas para someter a los 225 CV del 2.3 multiválvulas.
Su empuje era brutal, por lo que -incluso en vías rectas y buen estado., había que ser cuidadoso con dosificar el acelerador, tratándole con mimo si no queríamos vernos apurados por los zigzagueos de su morro, habiendo de cambiar de marchas constantemente porque subía de vueltas con contundencia al tiempo que el silbido del turbo nos alentaba soplando a una presión de 1,4 bares.
Los retoques en su carrocería, así como el logo de Viggen presente en varios lugares, potenciaban su exclusividad, pero lo realmente impactante provenía del enérgico 2.3 de 225 CV y 342 Nm de par
El Saab 9-3 Viggen se comercializó en España con las carrocerías coupé y cabrio, aunque en otros mercados también se vendió el cinco puertas. A nivel mundial, la mayor producción recayó en la variante Cabrio, un hecho curioso teniendo en cuenta sus características, pues su comportamiento se veía aún más comprometido por el motor debido a la menor rigidez de su chasis. El precio a pagar por prescindir del techo (12.000 euros más que el Coupé) era a su vez muy elevado, pero disfrutar de un descapotable con esa capacidad de empuje resultaba ser toda una experiencia.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.COMENTARIOS