El Rover TCV fue un ejercicio de diseño mucho más realista de lo que pudiera parecer en un principio, pues los responsables de la marca por entonces anunciaron que sus nuevos modelos seguirían las líneas maestras de este concept y algo se fue cociendo durante esos años.
Presentado en el Salón de Ginebra de 2002, las siglas de su nombre se correspondían con Tourer Concept Vehicle, poco identificativas de sus ambiciones, ya que se definía como un vehículo que mezclaba aspectos de familiar, monovolumen y crossover. En definitiva, parecía el encargado de sustituir a las Series 25 y 45 un par de años más tarde desde su primera puesta en escena con la promesa de mezclar lujo asequible y versatilidad a partes iguales.
Sin datos oficiales sobre sus cotas exteriores, a primera vista se apreciaba el contraste entre su frontal y la parte trasera. Delante destacaba una parrilla de generoso tamaño con forma de V y faros trapezoidales que jugaban con aristas y líneas rectas, mientras que en la zaga eran más notables las formas redondeadas y bulbosas. En su vista lateral se mezclaban ambas con una evidente caída de la superficie acristalada que le otorgaba un toque menos familiar y en donde destacaban sus prominentes pasos de rueda.
Pero en el aspecto que más hincapié se hizo fue en su versatilidad interior. Configurado como un amplio cinco plazas, el TCV contaba con tres asientos traseros individuales y modulables, lo que unido al detalle del asiento del copiloto abatible permitía una superficie de carga que llegaba hasta 3,1 metros. El trasero central podía asimismo sustituirse por diversos módulos como una nevera o un centro de entretenimiento. No obstante, su mayor particularidad residía en el maletero.
Por un lado, el portón podía abrirse de manera tradicional dejando a la vista una superficie más o menos convencional, pero la parte inferior correspondiente al paragolpes podía abatirse hacia abajo, extraer la bandeja para colocarla sobre el piso, así como prescindir de la rueda de repuesto hasta dejar un enrome hueco con una notable altura en el que transportar objetos voluminosos. De hecho, la unidad que había en el Salón de Ginebra albergaba una lavadora en el maletero.
De algún modo era una manera de diferenciarse de la competencia, porque el Rover TCV recordaba en su exterior a modelos existentes (llámense Opel Signum o algún Cadillac). Porque además, bajo la batuta de BMW se había puesto especial énfasis en recuperar a MG, quedando la propia Rover algo desplazada, así que tras la venta de los alemanes se quiso recuperar de alguna manera la marca. Todos conocemos cómo quedó al final la cosa y este TCV no llegó a ver la luz. Sí que se tomaron de él algunos rasgos en los restylings que se hicieron en 2004 sobre los 25 o 75, pero poco más.
Comentaba al principio que algo se estaba cociendo porque un modelo de nueva factura con denominación RD60 para Rover, y X60 para MG, se fue desarrollando sobre la base del 75, llegando incluso a construirse alguna unidad definitiva, cuya imagen se filtró en su presentación a los empleados del Grupo. Según las malas lenguas, este proyecto y el TCV se desarrollaron de manera paralela, pero las similitudes estéticas son innegables aunque el concepto inicial varíe.
Lo cierto es que hay mucha leyenda sobre esos últimos coletazos de Rover y MG justo antes de su desaparición (con Roewe también de por medio), así que lo único fiable y cierto es este concept que podía transportar lavadoras.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Suerte que no existió, es espantoso, pobrecito!
Existe un prototipo, el cual quedo abandonado cuando la fabrica cerro, según se cuenta, los chinos se lo llevaron para terminar con su desarrollo.
Aunque esto me lleva a pensar dos cosas:
1-) Que en realidad fuera un sustituto y se quedaron a medias.
2-) Que fuera una maniobra de despiste, para aparentar tranquilidad