¿Te imaginas un modelo con alas de gaviota en pleno segmento B? Es más, en la gama de un fabricante masivo. Pues eso fue lo que intentó poner encima de la mesa el Renault Gabbiano de 1983, animando el ambiente de cara a la presentación del Supercinco tan sólo unos meses más tarde. No obstante, antes de seguir analizando a este interesante ejercicio de diseño firmado por Italdesign sería interesante dar una respuesta a la pregunta que antes os lanzábamos. Y bueno, sin ánimo de querer cortar las alas – nunca mejor dicho – a las ilusiones de nadie lo cierto es que quizás no sea la mejor idea instalar este tipo de apertura en un modelo popular.
Veamos. Para empezar, estas puertas con apertura vertical nacen en el ámbito de los deportivos más exclusivos. Ejemplo de ello es su uso en el icónico Gullwing de Mercedes, compartiendo ciertas características con las puertas de apertura en guillotina que tanto se prodigaron en los superdeportivos de los años ochenta y noventa con Lamborghini a la cabeza desde los años setenta con el Countach. Soluciones de acceso al habitáculo que pueden tener sentido en coches muy pegados al suelo, con un lateral escueto en su altura, teniéndose que acceder agachándose notoriamente. Algo que no ocurre en un utilitario urbano.
Además, producir puertas en alas de gaviota con una mínima calidad para cualquier modelo masivo encarecería bastante la factura. Y eso por no hablar de la seguridad, seriamente comprometida como se vio en el caso del DeLorean. Un coche de lo más vistoso, sí. Realmente llamativo y estiloso, pero también una trampa mortal según los estudios de la época ya que, en caso de choque, la deformación producida en sus alas de gaviota haría realmente difícil abrirlas. En suma, tener un accidente en un DeLorean puede ser una verdadera pesadilla si necesitas imperiosamente escapar del habitáculo. Con todo esto, y aún a riesgo de haber echado por tierra el elemento visual más identificativo del Renault Gabbiano, quizás fuera lo mejor que éste se quedase en un mero ejercicio de estilo.
Aunque las puertas de apertura en alas de gaviota y los faros escamoteables son elementos de diseño realmente llamativos, lo cierto es que al tiempo son extremadamente inseguros a la hora de escapar del habitáculo deformado tras accidente o al colisionar con un peatón respectivamente
Renault Gabbiano, puro diseño de los años ochenta
La salida al mercado del R5 en 1972 fue seguida de un inmediato éxito comercial. Sin embargo, para comienzos de los ochenta este modelo ya pedía una renovación tanto visual como mecánica. De esta manera, en 1984 apareció el Supercinco. Posiblemente uno de los mejores diseños de Marcello Gandini, ya que supo crear una gran habitabilidad en su escueta extensión. Además, las críticas de la prensa especializada fueron tan elogiosas que muchos especialistas siguen pensado hoy en día en el Supercinco como uno de los grandes referentes en la historia del segmento B.
Pero centrémonos en su carrocería. De líneas suaves y armónicas dominadas por la recta, en una geometría muy propia del diseño de los ochenta. Una especie de futurismo que llegó a empapar a todos los carroceros, quienes venían coqueteando con estas ideas desde prototipos como el Ferrari 512S Modulo. Muy bien recogidas por diseñadores como Gandini, quien ya en 1979 las había llevado a un ámbito más popular gracias al Volvo Tundra. El ejercicio de diseño que, posteriormente y por paradojas de la industria, fue el cimiento estético del Citroën BX.
No obstante, a pesar de que el Supercinco lo firmase Gandini, lo curioso es que el Renault Gabbiano – situado en su mismo segmento y claramente enlazado con el R5 y el propio Supercinco – fue a cargo de la Italdesign comandada por Giorgetto Giugiaro. De hecho, éste fue el primer encargo de la casa del rombo a la carrocera italiana, continuándose al poco con los R21 y R19. Toda una transformación visual de la marca de cara a adaptarse a los nuevos tiempos.
La trasera conectaba con el antiguo R5 y el nuevo Supercinco, aunque por lo demás este ejercicio de diseño futurista firmado por Italdesign apenas contaba con elementos que lo hicieran creíble par ser llevado a serie
En lo referente a la mecánica, el Renault Gabbiano fue un prototipo plenamente funcional, contando con un bloque motor de cuatro cilindros en línea y 1,4 litros para rendir 72 CV de cara a mover los en torno a 1.200 kilos dados por el conjunto. Una cifra sorprendente, ya que está muy por encima de lo que se esperaría de un vehículo así. Fuera como fuese, poco importó ya que nunca llegó a la producción en serie aunque sí se tomaron multitud de elementos como inspiración para el diseño final del Supercinco. Por ello, al Renault Gabbiano se le debe leer como un referente en materia de diseño en la casa del rombo. De seguridad ya hemos visto que no tanto, porque además incluso al poco tiempo se prohibieron los faros escamoteables. En caso de atropello, si están desplegados, son un peligro añadido para el peatón.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS