El Renault Clio es un modelo que lleva muchos años en el mercado. Apareció a comienzos de los años 90 para reemplazar al Renault 5 y desde entonces, se ha mantenido en el mercado siendo un éxito de ventas, destacando, además, por versiones realmente interesantes. A muchos les vendrán a la memoria los Renault Clio Williams, que con sus 150 CV a mediados de los 90 marcó el camino a seguir, o el despropósito con motor V6 que rompió todos los moldes al no haber nada igual en el mercado. Son modelos fuera de lo normal y claramente coches que son objeto de deseo, pero hay otras versiones que marcaron un antes y un después, como el Renault Clio Sport 172 presentado en el año 1999.
Desarrollado por Renault Sport, el Clio 172 destacó especialmente al superar a casi todos los rivales en potencia, incluso SEAT Ibiza Cupra, que por entonces montaba el bloque 1.8 20vt en versión de 156 CV (luego apareció el Cupra R con 180 CV). El Peugeot 206 GTI, por ejemplo, solo rendía 138 CV, aunque luego apareció el 206 RC que anunciaba a 180 CV y que se creó, claramente, para plantarle cara al Clio Sport 172. El MINI de BMW, recientemente puesto en marcha, contaba con el Cooper S de motor Chrysler turbo y 170 CV, que era el único que le hacía sombre, aunque a un precio bastante más elevado.
El motor del Renault Clio Sport 172 era un dos litros atmosférico y se tomaba prestado del Renault Laguna de 140 CV, aunque se modificó lo necesario para alcanzar los 172 CV que lo hicieron famoso. La compresión se aumentó hasta los 11:1 (esto hacía recomendable emplear gasolina 98), se rediseñaron todos los conductos de entrada y salida al motor, siendo mecanizados por Mecachrome (entre otras cosas, desarrollaba motores para GP2). Las válvulas eran de níquel y titanio. Rendía 172 CV a 6.250 revoluciones y un par de 200 Nm a 4.500 revoluciones y eran muy “usables” gracias a su distribución variable, pudiendo subir a las 7.250 revoluciones como régimen máximo. Con un cambio manual de cinco relaciones, aceleraba de 0 a 100 km/h en 7,3 segundos y llegaba hasta los 220 km/h. Formando un enorme contrasto con lo que tenemos actualmente, las ruedas no eran especialmente grandes, sino unas 195/50 R15. Básicamente, porque no hace falta más goma que esa para domar los 172 CV de su motor atmosférico.
No había muchos cambios en cuanto a suspensiones, pues básicamente seguían con el mismo esquema, pero si había modificaciones en su tarado. Era muy duro y firme, conteniendo los balanceos de la carrocería casi por completo, permitiendo cambios bruscos de apoyo en conducción deportiva y un paso por curva muy elevado gracias a una barra estabilizadora trasera más gruesa. Los soportes de las ruedas eran distintos y ampliaban las vías (27 milímetros delante y 14 detrás). Todo ello se combina con una imagen algo más deportiva, pero sin exagerar. El paragolpes delantero tenía más entradas de aire y también algunas más grandes, las aletas eran más anchas (de un plástico llamado Noryl), en los laterales se montaron estribos más sobresalientes y las llantas eran unas bonitas OZ, a través de las cuales se podían ver los frenos, procedentes del Renault Laguna con discos delanteros de 280 milímetros. Pesaba únicamente 1.035 kilos.
En su momento, costaba 2.995.000 pesetas, equivalente a 18.000,31 euros sin sumar inflación. Las primeras unidades solo estaban disponibles en color gris plata, llegando nuevos colores según avanzaba la comercialización.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS