Coche del día: Renault BRV

Coche del día: Renault BRV

Este prototipo enfocado en la mejora de la seguridad pasiva contó con interesantes mejoras sobre la base de un R16


Tiempo de lectura: 4 min.

Como a no pocos de los estudios enfocados en mejorar la seguridad, al Renault BRV se le ha de poner en contexto empezando en los años sesenta. Una época en la que la popularización del automóvil en Europa – gracias a la expansión del consumo entre las nuevas clases medias – disparó el número de fallecidos en carretera. De esta manera, gobiernos como el francés comenzaron a tomarse en serio las regulaciones que, en materia de seguridad, habrían de cumplir tanto las carreteras como los vehículos. Llegados a este punto, los límites de velocidad se hicieron más rígidos al tiempo que las homologaciones se volvían más estrechas también en lo referido a la seguridad pasiva.

Además, en el mercado norteamericano la administración federal tomó cartas en el asunto creando la Oficina Nacional de Seguridad en Carretera. Espoleada por denuncias como la de Ralph Nader en 1965, este ente estatal pretendía vigilar el comportamiento de las empresas automovilísticas tras comprobarse cómo éstas priorizaban sus beneficios por encima de la seguridad de sus usuarios. Es decir, no es que no existiera capacidad tecnológica para salvar más vidas, es que no se aplicaba con tal de seguir agrandando los márgenes de beneficio. Así las cosas, muchos de los fabricantes europeos con deseos de expandirse en los Estados Unidos participaron con prototipos en los diferentes retos propuestos por aquella oficina de seguridad.

De esta manera, en 1972 FIAT comenzó a presentar sus ESV. Basados en el 850 y el 124, estos ensayos de seguridad ponían en práctica no pocas de las indicaciones establecidas por la administración norteamericana en materia de seguridad pasiva. Gracias a ello, se prestó una especial atención a las carrocerías con zonas de deformación programable, el refuerzo del techo o el laminado de los cristales. Todo ello con el propósito de proteger a los ocupantes frente al aplastamiento en los choques o el ser guillotinado por algún cristal roto – una forma de muerte en accidente más común de lo que se pudiera pensar – . Un ambiente de mejora en seguridad donde nació el Renault BRV en 1974.

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El alto número de fallecidos en carretera así como el comportamiento irresponsable de no pocas grandes marcas llevaron a que los estados tuvieran que tomar cartas en el asunto, aumentando su control sobre un sector donde muchas cosas no se estaban haciendo para nada bien

Renault BRV, mejoras en seguridad pasiva

Aunque los compactos Renault no tenían nada que ver con los enormes automóviles norteamericanos, la marca francesa intentó introducirse de forma masiva en los Estados Unidos desde comienzos de los setenta. Una idea que, finalmente, cuajó cuando en 1978 se hizo con el 22 % de AMC. Además, aunque finalmente aquella aventura salió realmente mal, lo cierto es que todo pintaba a favor de ella tras la Crisis del Petróleo debido al necesario auge de los vehículos ligeros y asequibles.

Bajo este contexto, Renault fue una de las marcas europeas que antes acudieron a los programas de diseño auspiciados por la Oficina Nacional de Seguridad en Carretera. Una panoplia de ensayos automovilísticos donde pasaron desde Volkswagen a Mercedes pasando por Volvo y la ya mencionada FIAT. En el caso del Renault BRV, la principal mejora respecto a los modelos de serie se produjo en todo lo referido a las zonas de deformación programables.

Dotado con zonas listas para la absorción del golpe tanto en la delantera como en la trasera, el Renault BRV seguía la estela marcada por las homologaciones norteamericanas en este sentido, las cuales se vieron de una manera muy plástica en los enormes paragolpes que caracterizaron a los modelos vendidos en los Estados Unidos durante aquellos años. Gracias a esa deformación programada, la fuerza del impacto se desviaba hacia zonas de la carrocería ajenas a la propia envoltura del habitáculo, garantizando hacer de él una especie de cápsula de seguridad.

renault brv (3)

El habitáculo de este prototipo era mucho más seguro que el del R16 del cual derivaba gracias a la incorporación de una zonas de deformación programable tanto en la delantera como en la trasera

Un avance realmente revolucionario. Ya que, hasta su implantación en serie, multitud de usuarios morían aplastados entre los hierros retorcidos de unos habitáculos convertidos en trampas mortales. Además, el Renault BRV contempló dos mejoras en materia de seguridad en vuelcos. La primera es el refuerzo del techo, y la segunda un dispositivo capaz de bloquear la apertura de las puertas a fin de que los ocupantes no salgan despedidos en el transcurso de alguna vuelta de campana. Si a todo esto le sumamos los cristales laminados y los cinturones de seguridad con tres puntos de anclaje, tenemos un vehículo sustancialmente mejorado en todo lo relacionado con salvar la vida de los ocupantes. Un verdadero campo de pruebas para las nuevas tecnologías que, sin duda, era mucho más seguro que el popular R16 en el cual se basaba.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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