Normalmente, cuando vemos la aparición en tal o cual medio de una publicación sobre alguno de los Renault que en estos momentos orbitan las tres décadas – momento decisivo para todo modelo, pues es ahí donde puede ir pasando de viejo a clásico – suele ser dominante la presencia de las mecánicas con turbocompresión. Sin duda la mayor seña de identidad para la casa del rombo durante los años ochenta, llevando a gala ser quien la popularizó tanto en los coches de serie como en la F1 o Le Mans. No obstante, hoy hablaremos sobre un modelo que se distinguió por la calidad de sus acabados. El Renault 21 Baccara. Otro más en la lista de vehículos Renault distinguidos con el haber accedido a ser parte de aquella saga.
Pero, ¿qué iba unido a ese apelativo, a esa mencionada saga? Pues bien, vayamos por partes. Para finales de los años ochenta Renault no sólo quería contar en las gamas de sus turismos con las versiones deportivas que tanto éxito la habían reportado. También aspiraba a cubrir ciertos nichos de mercado donde el posible sobrecoste de un modelo no se deseaba gastar en una mecánica más rabiosa, sino en un habitáculo más señorial y exquisito con el que cubrir de cierta elegancia al día a día. Al fin y al cabo, algo no tan diferente a lo que estaban haciendo en el Grupo FIAT con no pocos modelos de Lancia. Siempre caracterizados por ciertos toques de acabado distinguido.
Así las cosas, en 1987 lanzaron el Supercinco Baccara. El cual costaba lo mismo que el famoso GT Turbo, aunque las mecánicas eran las atmosféricas de 1.4 y 1.7 litros previstas para los escalones más populares de la gama. De esta manera, más de uno preguntará en qué se iba ese sobrecoste que lo hacía ser tan caro como la variante más prestacional. Pues bien, para empezar los asientos se recubrieron en cuero Conolly. El mismo que estaba usando buena parte de los modelos bendecidos con el nombre de Rolls-Royce. Además, detalles como el portatrajes integrado bajo la bandeja del maletero daban más practicidad a un modelo donde los suaves tonos crema del habitáculo proyectaban calma y saber estar desde el momento del arranque. Elegancia urbana.
A finales de los años ochenta Renault lanzó las variantes Baccara para ofertar acabados muy refinados sobre modelos de corte popular
Renault 21 Baccara, se asienta esta terminación
Tras la experiencia del Supercinco Baccara – la cual tendría su relevo en la versión correspondiente del Clio en 1991 – en 1988 se presentaron variantes con este acabado en el R25. Así las cosas, el mercado ya empezaba a reconocer la unión entre el apelativo Baccara y unos interiores visualmente propios de marcas premium, puestos aquí al alcance de un mercado más masivo. Y es que ésta fue la fórmula con la cual quiso jugar Renault. Ahora, ¿le salió bien?
La verdad es que, con tan sólo echar un ojo al mercado de preclásicos, podemos intuir lo que las cifras ofertadas por los registros de la marca nos confirman. Las ventas de las versiones Baccara no fueron especialmente cuantiosas. Algo que no sólo se debe al lógico sobreprecio de las mismas, sino también al querer jugar con conceptos algo antagónicos. Al fin y al cabo, fueron pocos los compradores que vieron lógico pagar por tener habitáculos finos y elegantes en modelos masivos de Renault.
Es algo así como lo que ya hemos comentado otras veces en esta sección. La paradoja del Safrane Biturbo. Por la cual un coche objetivamente bueno e interesante se ve lastrado en sus ventas al portar un emblema de marca masiva, poco asociada a las calidades premium del modelo. Exactamente en la misma forma y medida que ocurrió con otros vehículos como el Volkswagen Phaeton.
Debido al sobreprecio de las versiones Baccara se vendieron poco, aunque al tiempo esto también se explica en que un modelo popular no suele tener clientela que esté demandando acabados en piel
En lo que se refiere a nuestro protagonista, el Renault 21 Baccara, lo cierto es que una versión así sí contaba con una excelente lógica. No en vano, aunque el 21 era una opción popular, lo era en el segmento D, el cual ya marcaba una clara y taxativa diferencia respecto a los compactos y utilitarios. Así las cosas, ¿por qué no poner un poco de exquisitez en la oferta del Renault 21? Para eso estuvo ahí el Baccara, habiendo sido lanzado en 1991 para ser hoy en día una de las versiones más escasas de este familiar. Equipada con un motor de dos litros y 120 CV para llegar hasta los 200 kilómetros por hora de velocidad punta cómodamente instalados en los asientos calefactables. Muy cómodo.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS