Al otro lado del charco nos encontramos con coches tan curiosos como el Plymouth Prowler, conocido también como Chrysler Prowler. Este llamativo deportivo de estilo retro se fabricó por Chrysler Corporation y Daimler Chrysler de 1997 al 2002. Su sucesor fue el Chrysler Crossfire. Considerado un Hot Rod (vehículos preparados para pruebas de velocidad en Estados Unidos, que recorren 400 m o cuarto de milla) en su tierra, son coches que muestran una forma de expresión personal, y sobre todo excitante y divertido poseerlos además de conducirlos.
La criatura se empezó a gestar allá por el año 1989, siendo jefe de diseño de la casa americana Tom Gale. Su objetivo era verlo rodando por las carreteras tres años después, retrasándose su comercialización ocho años. Su precio de partida sería aproximadamente de 25.000 dólares, unos 22.500 euros de la época, que serían 36.000 euros hoy. Mister Gale sabía que el proyecto se iba a materializar porque sus compañeros del departamento de diseño empujaron con gran entusiasmo para que el Dodge Viper pasara de ser un modelo de salón a rodar por las calles.
Este precioso y original deportivo biplaza conserva el espíritu de los automóviles de los años 30, ofreciendo un aspecto muy resultón, pues unía dos elementos importantes: una carrocería muy atractiva y un propulsor V6 de 240 CV
Conserva su aspecto retro pero cumplía con los requerimientos legales referentes a seguridad existentes en su momento. Cuenta con doble airbag, barras de protección lateral, un robusto chasis tubular de aluminio y frenos de disco a las cuatro ruedas. Sus rasgos de diseño más característicos son su estilizada forma de flecha, unas ruedas delanteras cubiertas con guardabarros al estilo de las motos, una profunda parrilla de radiador como escudo y un parabrisas de poca altura.

Tom Gale insistió muchísimo a su equipo de diseñadores que para el Prowler integrase la mayor parte de componentes existentes en vehículos Chrysler de producción, y no ser meramente un coche de exposición con alta tecnología. Con esta premisa se reducían costes aumentando la fiabilidad y la viabilidad de su producción.
Bajo su largo capó se escondía un motor de seis cilindros en uve, de 3,5 litros de cilindrada y cuatro válvulas por cilindro, contando con dos árboles de levas, uno por cada bancada de cilindros.
De los 214 CV de potencia del bloque original se aumentó hasta los 240 CV gracias a un nuevo colector de escape. Para la transmisión de la potencia a las ruedas posteriores se recurrió a una caja de cambio automática Autostick de cuatro relaciones. De esta forma se conseguía un reparto de pesos muy equilibrado.
Para mantener el aspecto limpio típico de los Hot Rod de ruedas descubiertas hubo que desarrollar un esquema de suspensión similar a la de los Fórmula 1. Se instalaron triángulos superpuestos y consiguieron colocar los muelles y los amortiguadores en el interior de la carrocería mediante la instalación de unos tirantes de reacción. Por motivos de seguridad se tuvieron que poner unos parachoques bien visibles, que protegían a los frágiles parachoques y a su afilado morro.

Como todo Hot Rod era imprescindible ir dotado de unas bonitas y llamativas ruedas. Delante llevaba unas preciosas llantas con cinco radios de aleación de 17 pulgadas, y detrás unas inmensas de 20 pulgadas, también de cinco radios, abrazadas por unos neumáticos GoodYear de medidas 335/35
Para la construcción del chasis y la carrocería se utilizó el aluminio por un doble motivo: aligerar el peso y coger experiencia en la utilización de diferentes materiales. En las unidades de producción se utilizó el acero para el chasis, manteniendo el aluminio para la carrocería.
Una vez instalados en su interior la postura de conducción parece la propia de un deportivo, con el cuerpo estirado y muy cerca del suelo. Los confortables asientos ofrecen también una sensación de protección, con la línea de las ventanillas claramente por encima del hombro.
El espacio para las piernas es reducido por el corto recorrido longitudinal de la banqueta, que cuenta con regulación eléctrica. El techo es convertible y se pliega en un compartimento posterior mediante un pulsador situado en el cuadro de mandos.
El cuadro de relojes mantenía la grafía en negro sobre un fondo blanco, situados en el fondo del salpicadero. Sorprendía el pequeño tamaño del cuentarrevoluciones, que apenas era visible. Aparte de este pequeño detalle, este biplaza aseguraba una conducción deportiva y divertida al más genuino estilo americano. Se pensó en la posibilidad de ofrecerlo con una caja manual de seis velocidades, pero rompería la esencia del coche. En total se produjeron 11.702 unidades, 8.532 por Plymouth y 3.170 por Chrysler.

Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Coetáneo del PT Cruiser, en la época me resultaron muy curiosos los diseños retro de esa época de Chrysler-Plymouth, sobre todo este Prowler que me gustaba la verdad y que como bien dice el artículo solo podía haber existido en USA