Coche del día: Packard Royal V12 Streamliner Roadster

Coche del día: Packard Royal V12 Streamliner Roadster

Por una imaginación sin límites


Tiempo de lectura: 3 min.

Este artefacto made in USA tiene el tamaño de una inmensa camioneta de reparto típica americana. El Packard Royal V12 Streamliner Roadster es una maravilla y exótica máquina con la carrocería construida en aluminio pulido, llamando la atención, siendo una exhibición de diseño, poder y estilo imponente.

Aunque no nos suenen de nada los nombres del equipo de artesanos que lo construyeron, no está de más nombrarlos. Hablamos del equipo de Blastolene Brotherhood, que aportó mucha mano de obra; del experto Marcel DeLay como responsable del armazón customizado; Chip Foose, que trabajó en el diseño y, como director de todos ellos, Rodney Rucker.

Su esculpida carrocería está fabricada en aluminio, pulida hasta el extremo de brillar como un espejo, con cromados por doquier. Los laterales van flanqueados por unas amplias tiras de aluminio de color dorado rodeando las seis salidas de escape, al igual que la parrilla de los radiadores, ofreciendo un precioso contraste.

Su inmenso motor 4M Packard de 41 l de cilindrada genera una potencia de 1.600 CV, pero sobre todo un par motor de ¡4.600 Nm!

Packard Royal Streamliner Roadster 2

Este “pequeño” roadster biplaza mide más de 9,6 metros de largo y pesa la friolera de 6.000 kg. Su descomunal motor tiene un origen náutico, procede de unos barcos conocidos como PT, que son las siglas de Patrol Torpedo empleados en la Segunda Guerra Mundial. Estos PT eran unos barcos que se utilizaban para atacar a grandes barcos con torpedos de alta velocidad. Uno de ellos, el PT109, se hizo famoso por haber sido pilotado por John F. Kennedy.

No deja de llamar la atención el espectáculo que suponen los 12 cortos tubos de escape dispuestos en los laterales, atronando y escupiendo luz y fuego de forma ocasional. Como buen motor naval, su sentido de giro se mueve en sentido opuesto a los motores de “tierra”, por lo que se necesitaron dos transmisiones gemelas para invertir su sentido de rotación, a modo de un retroceso fijo, seguido por una tradicional transmisión automática.

El mayor reto que tuvieron que solventar fue la refrigeración del motor, puesto que dicho sistema de refrigeración en su entorno natural -el mar- era la ilimitada agua aspirada por una bomba, no se podía aplicar a su versión de “tierra”, evidentemente

Packard Royal Streamliner Roadster 3

El equipo de Mr. Rucker al completo se las ingenió bien e instalaron cuatro radiadores, seis ventiladores y 95 litros de refrigerante al sistema,y dos alternadores de 300 amperios cada uno. El depósito de combustible tenía una capacidad de 380 litros; no me gustaría ir a una gasolinera y tener que llenarlo pagándolo de mi bolsillo.

Para su perfecto funcionamiento el motor necesitaba aceite en cantidad, concretamente 114 litros. Posiblemente su revisión anual suponga una merma importante en la cuenta corriente. Sus 6 toneladas se sujetan y se menean con cierta comodidad gracias a una suspensión neumática y a una buena dirección asistida (a modo de camión ligero). Lo mismo ocurre con los frenos, de naturaleza hidráulica, deteniendo con firmeza a este mastodonte cuando sea necesario.

Su interior te envuelve en cuero y aluminio, con un cómodo asiento corrido para dos personas. Los pasajeros están protegidos por un parabrisas envolvente, algo escaso de altura para proteger del viento. El cuadro de instrumentos resulta bastante completo, con velocímetro, cuentarrevoluciones, temperatura y presión del aceite, indicador de nivel de combustible y temperatura del refrigerante.

Rucker no construía sus máquinas para tenerlas de exposición en un museo o exhibirlo en festivales de bellezas sobre ruedas; incorporó funcionalidad a todas ellas. De hecho, participó en muchas carreras en EEUU, como The Great Race, con muchas de sus creaciones. Con el Packard Royal Streamliner Roadster se confirma su lema vital: “¡Piensa siempre a lo grande y… nunca te rindas!”

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Sobre mí

Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.