El eslogan de nuestro protagonista de hoy, el NSU Prinz, rezaba “Conduce un príncipe y serás un rey”, ya que la traducción de este pequeño coche era “príncipe”. Quizás no te sentirías como un rey; pero se trataba de un modelo muy honesto por los poco más de los 5.690 marcos que se pedía por uno, allá cuando salió en 1958.
Presentado por la NSU Motorenwerke AG de la Alemania Occidental (RFA) en el Salón del Automóvil de Frankfurt de septiembre del año 1957, empezaría su producción sólo unos meses después, en marzo de 1958. Coche destinado a las grandes masas, se trataba de un pequeño sedán de sólo 3.150 milímetros de longitud, 1.422 de anchura y una altura de 1.346; que permitiría acomodar con relativa comodidad a cuatro pasajeros, siempre y cuando ninguno de ellos jugara en la Basketball Bundesliga.
Para ello, contaba con una línea de techo muy plana, con el fin de que la cota de altura en el interior fuera la máxima posible, y unas puertas delanteras grandes y con un radio muy amplio de apertura, para facilitar la tarea de introducir pasajeros y equipaje -había un espacio habilitado para ello detrás de los asientos traseros-, en la parte trasera.
Al ser un modelo con un motor trasero de sólo dos cilindros, 0,58 litros y refrigerado por aire; el resto del equipaje debería compartir espacio en el -como se dice en jerga de 2020- frunk o maletero delantero, con el depósito de combustible y la rueda de repuesto.
Las prestaciones no eran para tirar cohetes: rendía una potencia máxima de 20 CV a 5.500 vueltas para su poco más de media tonelada de peso, que se transmitían a las ruedas traseras a través de una caja manual de cuatro velocidades -en un principio, no sincronizadas-, que lo “catapultaban” hasta una velocidad máxima de 105 km/h.
Con el Prinz se buscaba ante todo economía en los trayectos del día a día y en el mantenimiento. Y la verdad es que se consiguió: además de consumir poco -entre 5,4 y 6,2 litros a los 100 km, según serie-, era un coche que destacaba por tener un mantenimiento muy simple, económico y una fiabilidad a prueba de bombas.

Un año después, en 1959, saldría al mercado el Prinz II. No era más que una versión “de lujo” del Prinz I. Esto es, con más molduras y cromados en la carrocería, mejores acabados para el interior -como asientos en polipiel y volante e instrumentación en blanco nácar-, y, a diferencia del Prinz I, una caja de cambios con las velocidades sincronizadas. Esta ahorraba la tarea de tener que hacer doble embrague para cada cambio de marcha, pero el motor y las prestaciones continuaban siendo las mismas.
Finalmente, a finales de 1960, saldría la última serie, NSU Prinz III. Basada en la segunda en cuanto a acabados interiores y adornos en el exterior, contaría con dos motores más potentes que sus antecesores: uno de 23 CV a 4.500 vueltas, y otro de 30 CV a 5.000 RPM -llamado Prinz 30 o Prinz E-. Siempre manteniendo la cilindrada de la primera serie.
Como novedad, y para hacer frente al aumento prestacional -continuarías sin quitar las pegatinas a nadie, pero ahora podrías alcanzar los 110 km/h-, equipaba una nueva barra estabilizadora más gruesa. Además las ventanillas delanteras contaban con elevalunas, a diferencia de una corredera como en sus antecesores.
Ojo, porque también hubo una versión deportiva. Deportiva de apariencia, porque no era más que un Prinz 30 “normal”, carrozado por Bertone.
Estas tres primeras series del Prinz, serían fabricadas hasta el año 1962. Desde 1961 convivieron con su sustituto, el Prinz 4 y el modelo “pata negra”, el Prinz 1000. Estos son modelos que trataremos en otro momento, ya que no se consideran parte del Prinz “original” como tal, sólo las tres primeras series. De estas tres primeras generaciones se venderían cerca de 95.000 unidades, más unas 20.000 con carrocería deportiva, Sport Prinz. Una buena cifra, teniendo en cuenta que estuvieron menos de cuatro años en total a la venta.
Hoy en día, si quieres hacerte con uno, lo tendrás difícil. Hemos encontrado únicamente un Sport Prinz a restaurar por 5.000 euros en España. Fuera de nuestras fronteras hay algo más que rascar, pero principalmente Prinz 4 y desde aproximadamente unos 10.000 euros.

Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS