Hace tres semanas dediqué el Coche del Día al SEAT Toledo TDI (1L) como homenaje a los Diesel que parecen ir perdiendo fuelle, así que continuando con esta idea no podía olvidarme de Mercedes-Benz, quizá uno de los fabricantes que más ha experimentado con el gasóleo en los últimos años produciendo desde el pequeño tricilíndrico de 0,8 litros para Smart hasta el imponente V8 CDI que ha llegado a dar 340 CV, sin olvidarnos de aquel intento bajo el paraguas de AMG en el C 30 CDI AMG. Y más allá de la tecnología, a muchos nos vendrán a la cabeza esos Mercedes viejos capaces de llegar al millón de kilómetros con motores fiables a la par que lentos y toscos.
Concretando todo esto en un solo modelo, el elegido ha sido el Mercedes-Benz Clase E (W210) de 1995, que llegó a contar bajo su capó con nada menos que 11 opciones mecánicas impulsadas por gasóleo, aunque no de manera simultánea. Y entre ellas hoy nos quedaremos con el E 300 TD, el que fue durante un breve periodo de tiempo el Diesel más rápido del mercado.
Antes de centrarme en él, hagamos un repaso a tal despliegue de motores Diesel en esta carrocería. Hay que matizar que ocurrió en una época de transición entre los veteranos motores de inyección indirecta y los modernos con inyección directa, y de ahí que fuesen tantos. Entre los primeros encontramos los 200, 220, 250 y 300 D, bloques atmosféricos de entre 88 y 136 CV.
Hubo también un 250 TD con 150 CV, así como un intento previo a los CDI: el efímero 290 TD de cinco cilindros con inyección directa sin common rail que erogaba 129 CV y que, curiosamente, fue lanzado antes del 300 TD con precámara un par de años antes que los CDI en sus versiones 200, 220, 270 y 320, esta última rozando la mágica cifra de los 200 CV.
Pero fue el 300 TD el verdadero bombazo cuando se puso a la venta en 1997 heredado de su hermano mayor, el Clase S. Con 177 CV se distanciaba por potencia de sus rivales, con BMW aún anclada en los 143 CV de sus 525tds y Audi con el reciente V6 TDI de 150 CV en el A8. El bloque del Mercedes era el seis cilindros en línea de 2.966 cc con culata multiválvula al que se le añadieron un turbo e intercooler para conseguir esos 177 CV y con el que Mercedes sustituía en el Clase S el 3.5 de “solo” 150 caballos.
Las cifras hablaban por sí solas: 220 km/h de velocidad máxima y un 0 a 100 en 8,9 segundos. Con 330 Nm de par máximo asociado a un cambio automático de cinco velocidades, las mediciones de la época revelaban una aceleración de 0 a 1.000 metros en 31,4 segundos y un paso de 80 a 120 km/h en 6,6 segundos.
Tal vez no fuesen datos apabullantes teniendo en cuenta su potencial, y ahí estaba el C 250 TD para plantarle cara sin amilanarse por esos 37 caballos de desventaja. A estos niveles las frías mediciones reflejaban en menor medida de lo que el E 300 TD era capaz, pero era ponerse a los mandos del E 300 TD para descubrir que poco tenía que ver con el resto de Diesel del momento.
En este sentido hay que hacer un inciso para hablar de su transmisión, porque el E 300 TD estaba únicamente disponible con una caja automática de cinco velocidades. De funcionamiento suave y preciso, pecaba de un excesivo resbalamiento que provocaba un breve lapso de tiempo que impedía que la patada fuese inmediata al pisar el acelerador a fondo.
En situaciones como esta la sensación de empuje no era la propia de su caballaje, pero una vez lanzado la transmisión automática resultaba la compañera ideal para este motor por su elevado grado de confort, así como su capacidad para enmascarar los largos desarrollos con una quinta de casi 50 km/h a 1.000 RPM.
Ya sabemos que este es un recurso empleado para rebajar consumos, lo cual era también un objetivo en esta berlina en la que hablar de ahorro resulta casi paradójico. Su consumo medio en uso mixto se estimó en 7,9 litros cada 100 kilómetros. En ciudad gastaba 10,9 l/100 km y en carretera se conformaba con 6,1 litros. No estaba mal del todo e incluso conseguía rebajar unas décimas la media que homologaba BMW en el ya mencionado 525tds.
La importancia de gastar un litro más arriba o abajo era relativa, quizá únicamente sustentada en conseguir una mayor autonomía y evitar repostajes en largos desplazamientos. Porque estaríamos hablando de economía en un coche cuyo precio base partía de 42.000 euros de 1997, unos 65.600 euros de hoy, lo que costaría un E 400 D actual sin la tracción total, 4MATIC.
Ahora se busca la eficiencia por encima de todo, pero cuando apareció el E 300 TD hemos visto que la meta estaba en la escalada de potencia que a finales de los 90 sufrió el mercado Diesel con Mercedes como pionera, si bien se bajó del carro sin sucumbir a excentricidades como el V12 TDI de Audi o el triturbo del BMW M550d.
Por lo demás, el Clase E W210 supuso cierta ruptura en cuanto a lo estético al incorporar el doble faro ovalado en el frontal, un recurso que heredarían otros modelos de la marca de la estrella. El resto de su carrocería mantenía el empaque con líneas más suavizadas respecto a su antecesor. La disposición interior fue mucho más continuista y, a criterio de algunos, perdió algo de la robustez típica de los Mercedes de los 80, incluido el W124 al que dio relevo.
En lo que no se quedó atrás fue en tecnología, pues el Clase E incorporó elementos de seguridad y equipamiento muy poco extendidos como el ESP, faros de xenón o sensores de aparcamiento. Eso sí, la mayoría como parte de su extenso listado de opciones pese a que se introdujo la política de ofrecer varios niveles de acabado estrenada en el Clase C.
Al igual que esta versión concreta E 300 TD a caballo entre los viejos Diesel y los novedosos CDI, puede que el W210 fuese un modelo de transición en la gama media alta de la firma de Stuttgart para acabar de modernizarse y demostrar que “algo estaba pasando en Mercedes”.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.COMENTARIOS