Se presentó en el Salón del Automóvil de París de 1963 con el sobrenombre de “Grosser” (grande), del cual tan solo se fabricaron 487 unidades. La reputación de “El Gran Mercedes” en el selecto grupo de automóviles exclusivos se basaba en su concepción técnica, su gran equipamiento y su elevado rendimiento. Poseía un diseño avanzado de Paul Bracq, refinamiento, seguridad y comodidad sin parangón. Su diseño exterior huía de los detalles superfluos y alejados de las modas pasajeras, consiguiendo una elegancia atemporal. Fue un vehículo construido de forma totalmente artesanal y sin límite de presupuesto, lo mejor que podía adquirirse en el momento.
Se fabricó en dos modelos diferentes: el sedán “normal”, con configuración de cinco-seis asientos y una batalla de 3.200 mm, y la limusina Seven Passenger, con una división entre la primera fila de asientos y el resto del habitáculo con dos versiones posibles, la primera con cuatro puertas y dos asientos orientados hacia atrás en la parte trasera, y la segunda con seis puertas y dos asientos plegables orientados hacia adelante, también en la parte trasera. En el diseño de su interior se buscó un alto nivel de confort, tanto para el conductor como para los pasajeros, con un generoso espacio, la mejor suspensión posible, una climatización con infinitos niveles de ajuste, tanto calefacción como aire acondicionado, y todo ello con el máximo silencio y mínimo esfuerzo físico como premisas fundamentales.
Tanto los asientos delanteros, con sendos reposabrazos centrales plegables, como los traseros, del tipo banqueta individual, y reposabrazos central también plegable eran ajustables mediante unos controles hidráulicos que se manejaban con un botón, pudiendo regular tanto la regulación longitudinal de la banqueta como la inclinación del respaldo. En la versión limusina con división central el ajuste horizontal del asiento del conductor era manual. Las ventanillas laterales tenían accionamiento eléctrico, y la luneta trasera era térmica, ideal para los inviernos centroeuropeos.
Tanto unas como otra llevaban cortinillas para evitar los deslumbramientos del sol. También incorporaba una pantalla divisoria central que se podía activar a voluntad tanto por el conductor como por cualquier pasajero, con accionamiento hidráulico, al igual que el techo corredizo. La climatización y el flujo de la ventilación estaban controlados por el conductor, e incluso contaba con un ventilador de refuerzo para las unidades destinadas a climas cálidos, aunque matizamos el carácter opcional del aire acondicionado.
El volante poseía ajuste tanto en altura como en profundidad, girando una rueda acolchada situada en el mismo volante. El ajuste de la dureza de la amortiguación se realizaba desde una palanca situada a la izquierda de la columna de la dirección, mientras que la altura se podía regular en marcha hasta 50 mm mediante el uso de un botón de extracción. El freno de estacionamiento era activado con el pie izquierdo, y se liberaba de forma automática al iniciar la marcha el vehículo. Las cerraduras de las puertas también tenían asistencia hidráulica y el conductor podía bloquear todas las puertas, incluido el maletero y la tapa del depósito de combustible.
Matizar el hecho de que todos estos tipos de controles y ajustes eran de control hidráulico, mucho más fiables, seguros y silenciosos que los sistemas de control eléctricos que se usaban por entonces y se siguen utilizando hoy en día. Esto nos da una idea de la obsesión por la comodidad, silencio y durabilidad de todos los mecanismos del vehículo que tenía Mercedes-Benz, en una época en la que se fabricaban coches que durasen para siempre. ¡Igual que ahora!
El maletero era realmente amplio y llevaba rueda de repuesto debajo de él. Si el cliente lo deseaba se le podían suministrar un juego de maletas que constaba de: tres maletas grandes, dos medianas, una caja para sombreros y un maletín para fin de semana. ¡Detallitos de Mercedes! La amplia guantera de la derecha estaba iluminada. Para deleite de los pasajeros existía un compartimento que denominaban pomposamente “gabinete de cóctel” -nevera- junto a unas mesitas plegables iluminadas que no deslumbraban. En la limusina de seis puertas con asientos plegables existía una guantera adicional, y en la Seven Passenger de asientos traseros enfrentados nos encontrábamos otra nevera entre los dos asientos individuales, con la puerta a modo de mesita.
Contemos cómo era su comportamiento en carretera. Suponemos que como gran berlina/limusina que era mimaría a sus pasajeros con delicadeza. Llevaba un cambio automático de cuatro velocidades con posibilidad de accionamiento manual mediante un selector en la columna de la dirección. Su dirección asistida hidráulica reducía al mínimo el esfuerzo en las maniobras, pero era muy comunicativa a gran velocidad. Su sistema de frenado estaba encomendado a un doble circuito servoasistido con discos en las cuatro ruedas, con pinzas dobles en el eje delantero. Como comentamos brevemente, su suspensión neumática -la primera en el mundo- y amortiguadores ajustables mantenían la altura constante independientemente de la carga y un confort inigualable.
Toda esta carga hidráulica extra necesitaba una mecánica que tuviese una buena reserva de potencia, aparte de la necesaria par mover el vehículo con soltura y alegría, asi que decidieron utilizar un V8 de 6.329 cc, el primero de la marca, con una bomba inyectora de combustible con ocho émbolos para su perfecto funcionamiento. El ventilador llevaba una conexión por embrague hidráulico controlado termostáticamente. Rendía 250 CV a 4.000 RPM. También fue la primera limusina en tener un chasis monocasco autoportante.
Su velocidad máxima era de 200 km/h, el 0 a 100 km/h lo realizaba en 9,7 segundos, un depósito de combustible de 112 litros y una reserva de 19 litros -como un mechero-, y su peso eran unos nada despreciables 2.470 kg. Las dimensiones del sedán eran 5.540 mm de largo x 1.950 mm de ancho x 1.485 mm de alto. La limusina se diferenciaba en la longitud -6.240 mm- y en el peso -2.640 kg-.
En el año 2017 había una unidad a la venta por el módico precio de 1.490.000 euros, un alto precio debido a que su cuentakilómetros tenía… ¡cero kilómetros! Como recién traído a través del tiempo…
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Ya decía yo que me sonaba el coche.
Era el de la Ángela Chaning.