Coche del día: Mercedes 600 SL/SL 600 (R129)

Coche del día: Mercedes 600 SL/SL 600 (R129)

Expresión máxima de lujo, potencia... y cilindros


Tiempo de lectura: 4 min.

Estamos en el año 1992. Tienes muchos kilos millones en el banco y vas a comprarte un coche. Una de las primeras marcas que se te pasa por la cabeza es Mercedes-Benz, así que te acercas a un concesionario. Quizá el modelo que te viene a la mente es un Clase S, pero crees que es un coche que deberías usar con chófer. Entonces te acercas a la versión coupé SEC, que te atrae más, pero… ¿por qué no un descapotable? El SL tiene mucho empaque, pero además es bonito. En este punto hablar de dinero es una vulgaridad, así que te interesas por “el tope de gama”. Y al fin escuchas el nombre completo… Quiero un Mercedes 600 SL.

El SL R129 fue visto por primera vez en 1989 y levantó una enorme expectación (como cada modelo de la marca de la estrella por aquella época) porque venía a sustituir al descapotable que había estado en el mercado durante 17 años y que ya se merecía un sucesor, aunque este tuviese que ser digno… Y aparentemente lo fue, porque la carrocería del nuevo R129 gustaba a todo el mundo. Con una longitud de 4,47 metros y una inusual anchura que superaba 1,8 metros, la línea mezclaba rasgos modernos como su forma en cuña con guiños al pasado que podíamos ver en las salidas de aire laterales. En cualquier caso, se identificaba rápidamente como un Mercedes. Y de los bonitos.

Su gama inicial estuvo compuesta por la versión 300, que montaba un seis cilindros con 190 CV y por el glorioso 500 SL, ya con un V8 con nada menos que 326 CV. ¿Había cabida para algo más potente? Pues teniendo el V12 en su banco de órganos era demasiado tentador no montarlo en el flamante roadster. Para poder hacerlo, los ingenieros tuvieron que realizar varias modificaciones, puesto que el vano del SL era más pequeño que las berlinas de la marca. Por ello se rediseñó el cárter, el filtro de aire o los colectores de escape. Entraba tan apretado que el frontal original del SL no absorbía en los crash-tests como debía, así que algo tuvieron que hacer en esa zona también. Y hubo una versión más grande aún en 1999, SL 73 AMG, hecha a partir de un 600 SL.

Mercedes Benz 600 SL 1993

Mercedes-Benz 600 SL (1993)

No obstante, en el año 1992, cuando fue lanzado el 600 SL, ya se preocupaban de las emisiones, por lo que los ingenieros hicieron también trabajos en la centralita para reducir los gases de escape. Se perdieron varios caballos en el camino, pues de los 408 CV originales de los 600 SE llegaron 395 caballos y un par de nada menos que 582 Nm. Esas cifras impresionaban más sobre el papel, pues en la práctica, y hablando exclusivamente de prestaciones, las ventajas del 600 SL frente al 500 eran pocas.

Tan solo ganaba una décima en la aceleración de 0 a 100 km/h (6,1 segundos), mientras que su consumo ascendía en nada menos que 3 litros de media, homologando un gasto de 16,8 l/100 km

Parte de la culpa recaía en el incremento de peso con respecto al V8, cifrado en unos 180 kilos. Y esto repercutía también en su comportamiento, aunque ya dotado con ayudas electrónicas que solo engañaban a los menos expertos. Con todo, no podría considerarse al SL un deportivo con el que experimentar las sensaciones que obteníamos con otros coches menos burgueses, pero en cualquier caso no conducíamos un coche lento o torpe.

¿Cuáles eran entonces las ventajas del 600 SL? Al margen del orgullo de tener una joya mecánica con 12 cilindros, la versión más alta de la gama contaba con un equipamiento superior como era de esperar. El 600 SL costaba cinco millones más que el 500 SL (30.000 euros de entonces suficientes para comprar un 190 decentemente equipado), por lo que su tarifa se disparaba hasta el punto que en el mercado solo los Rolls Royce o el Ferrari Testarossa eran más caros.

Mercedes Benz SL 600 1995 2

Mercedes-Benz SL 600 (1995)

Al menos el aire acondicionado era de serie, ya que en el 500 SL, con un precio de 14,5 millones de pesetas (170.000 euros de ahora), este elemento había que pagarlo aparte. De hecho, en el 600 SL la lista de opciones era menos extensa que en casi cualquier otro Mercedes, pues el equipamiento de serie podría decirse que era bastante completo al incluir asientos eléctricos de piel calefactados, control de crucero, doble airbag o suspensión neumática.

En 1995 se renombró como SL 600

Vamos, que lo único que había que decidir era el color (sin sobrecoste, por cierto), aunque la marca nos tentara en su presentación con aquel gris plata que recordaba a sus años gloriosos entre una paleta con más de veinte posibilidades. En este punto, al acaudalado comprador que se había acercado al concesionario con los millones en la mano, el dinero ya no importaba, pues igualmente le quitaría el sueño elegir el color más apropiado para su nueva montura como a cualquier otro ser terrenal. ¿Quién no firmaba por un insomnio así?

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Ángel Martínez

Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.

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Luis Chavez
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Luis Chavez

Ya que soñar no cuesta nada lo pediría en rojo cereza con interiores en color beige.

Saúl
Invitado
Saúl

Aunque me gusta mas su sucesor, el r129 tiene un diseño atemporal que le hará ser un futuro clásico. He leido en alguna ocasion que los v12 eran delicados, por lo menos los del bmw 850, en Mercedes pasa igual?


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