El Mazda Xedos 9 de segunda generación (2001-2004) fue conocido también en otros mercados como Millenia o Eunos 800, cuyas características más importantes se basaban en una imagen distinta y exclusiva, un gran confort de marcha, un equipo de serie extenso y un precio competitivo, aunque no todo era perfecto. La gestión electrónica de su cambio automático de cuatro marchas se quedaba ya obsoleta y sus largos desarrollos le conferían un comportamiento perezoso hasta que cogía velocidad.
Este cambio tenía una particularidad: en utilización convencional tenía tres posiciones normales: L (hasta segunda), S (hasta tercera) y D, pero existía una posición “Hold” con la numeración “1”, “2” y “3”, que bloqueaba la marcha elegida y se comportaba como un cambio manual. Con unas marchas tan largas, dificultaba las salidas y los adelantamientos, punto que se solventaba abusando del pie derecho.
Era un rival para modelos con tanta solera como los Audi A6 o los BMW Serie 5. Poseía unas líneas suaves que acompañaba a unas voluminosas y grandes dimensiones, y su frontal más al gusto europeo que al asiático iba conjuntado de unos grupos ópticos de magnífica calidad junto con unas generosas tomas de aire. Su lateral orgánico podría recordarnos a berlinas del segmento E como el Opel Omega, y la zaga nos mostraba unos enormes pilotos. Sin embargo, a pesar de sus dimensiones, adolecía de un pequeño maletero, apenas 417 litros.
Su habitáculo era muy amplio, con detalles lujosos y exclusivos tales como asientos de cuero con regulación eléctrica, maderas nobles en puertas y salpicadero o palanca del cambio y volante forrados en piel. No existía ningún problema a la hora de encontrar una buena postura al volante gracias a los numerosos reglajes de asiento y a la buena ubicación y sencillez de manejo de todos sus mandos.
Era un coche bastante raruno en España, sólo se vendieron 125 unidades
El motor era el mismo que empleaban el Mazda MX-6 y el Ford Probe. Llevaba un bloque V6 de 2.497 centímetros cúbicos que erogaba una potencia de 163 CV a 6.000 RPM, con un discreto par motor de 212 Nm a 4.900 RPM, tal vez algo justitos para mover los más de 1.500 kg que pesaba en vacío. Aún así, cumplía de sobra con las características que se podían pedir a una berlina de estas características: un silencio casi absoluto en el interior del habitáculo, un rodar excepcional tanto en curvas lentas como en carreteras de montaña, y un nada desdeñable paso por curva a pesar de las inercias causadas por una suave suspensión con un recorrido excesivo.
El propulsor tenía un comportamiento bastante elástico, pues lo podíamos estirar hasta las 7.000 vueltas, pero se encontraba enmascarado por el cambio automático. Al ser un modelo pensado para el mercado nipón y norteamericano la caja de cambios automática era la opción más acertada, pero en Europa tal vez un cambio manual habría animado las ventas. Los frenos tenían un comportamiento intachable, ya que eran potentes, resistentes y de buen tacto. En cuanto a sus prestaciones, su velocidad máxima era de 207 km/h, aceleraba de 0 a 100 km/h en 11 segundos y su consumo oscilaba entre los 8 y 15 l/100 km.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS