Mazda, desde hace tiempo, busca posicionarse en el segmento premium mediante coches de una calidad elevada, con un diseño muy cuidado y con desarrollos bastante interesantes como el motor Skyactiv-X. Sin embargo, el carácter de sus coches se ha dejado totalmente de lado, así como la deportividad y la diversión al volante. Apuntan hacia otra forma de disfrutar al volante, pero menos temperamental. Es un llamativo contraste con su pasado, pues la firma nipona ha contado con algunos modelos de marcado talante deportivo.
Es cierto que Mazda tampoco ha tenido muchos coches realmente deportivos, más allá de los RX o los Mazda MX-5. Ha tenido coupés y sí, también compactos y sedanes muy rápidos, pero se puede decir que han sido con cuenta gotas y que, por lo general, su catálogo ha estado plagado de modelos bien hechos, pero sin la deportividad que puede tener, por ejemplo, Alfa Romeo. Sin embargo, como hemos dicho, sí ha tenido, en alguna ocasión, versiones muy rápidas y deportivas, algunas de las cuales se tienen bastante olvidadas. Coches como el Mazda 323 GTX AWD, una variante de la quinta generación del Mazda 323 aparecida en 1985.
Como buen Mazda, el 323 era un compacto con buenas maneras, fiable y hasta económico, pero no era un coche deportivo ni pretendía serlo, hasta que en Mazda decidieron participar en rallyes con él. En aquellos años, para participar en determinados campeonatos, hacía falta homologar una versión de competición y la firma japonesa puso en circulación el Mazda 323 GTX AWD, modelo que también se conoce como Mazda 323 4×4 Turbo o como Mazda 323 AWD Turbo. No era una tarea sencilla, porque en aquellos años los rallies estaban en su apogeo y la competición, así como los representantes de cada marca, eran muy, muy fuertes.
Así, sobre la base de la carrocería de tres puertas dela séptima generación del 323, Mazda desarrolló un compacto muy rápido, con motor turbo y tracción total permanente, que hoy resulta especialmente interesante. La carrocería se adornó con extensiones en guardabarros, paragolpes más voluminosos y con entradas de aire más grandes, se practicó un sutil abultamiento en el capó y se añadieron unas llantas específicas –aunque hoy parecen enanas con sus 14 pulgadas–, todo ello con un claro “sabor” ochentero, como el pequeño alerón bajo la luneta trasera.
El objetivo de Mazda era competir en el Grupo A, así que no necesitaba un coche de producción absurdamente potente. Se escogió un motor de cuatro cilindros y 1.6 litros –código B6– con culata de 16 válvulas y doble árbol de levas, al que se añadió un turbo y un intercooler –aquí pasó a ser el B6T–, junto a una caja de cambios manual de cinco relaciones y un sistema de tracción total con reparto al 50% sobre cada eje. Se lograron extraer 140 CV y 186 Nm de par, con lo que se tenía que mover 1.035 kilos.
Los resultados no eran malos, pues lograba acelerar hasta los 100 km/h desde parado en 8,3 segundos y llegar hasta los 209 km/h, mientras que los 1.000 metros con salida para se completaban en 29,3 segundos. Sin embargo, en Japón se vendió una versión con 150 CV y 196 Nm de par, que, sin duda, es algo más interesante.
El Mazda 323 GTX AWD logró algunos resultados destacables en el Mundial de Rallies entre 1985 y 1989, como la victoria en el Rallye de Suecia de 1987, donde logró superar al Lancia Delta. El coche siguió su evolución con los GTX-R y 323 GT-R, pero el mencionado Lancia Delta se volvió imbatible y tuvo que vivir a la sombra del italiano.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Tengo uno actualmente(delantera) prácticamente no quedan und en España
Ahora mismo eres la envidia de la revista.