Llegamos tarde para la celebración del trigésimo aniversario de este modelo, que tuvo lugar en 2022, pero nos da igual, porque todos los cumpleaños son dignos de celebración —y los cumplemeses y cumpledías—. Sobre todo si se trata de creaciones especiales y que son producto del amor verdadero —también por el automóvil—, como es el caso del Marcos Mantara que hoy protagoniza nuestro coche del día.
Marcos, cuyo nombre es un acrónimo formado por las tres primeras letras de los apellidos de sus dos fundadores —Jim Marsh y Frank Costin—, es una de esas compañías que forman parte de la envidiable camada de fabricantes británicos creados como consecuencia del entusiasmo de atrevidos emprendedores, apasionados del automóvil. Fundada en 1959 en Dolgellau, Gales, y aunque su nombre comercial no se explota desde hace algunos años, sus modelos dan fe de la especialísima manera de abordar la construcción de vehículos, especialmente deportivos, en esa isla situada a poco más de mil kilómetros de la costa norte de nuestro país.
El Marcos Mantara fue desvelado por primera vez en 1992, y supuso una renovación profunda para la marca británica. Hasta entonces, sus vehículos eran vendidos en forma de kit —tan tradicional en Reino Unido—, es decir, debían ser ensamblados por el cliente final —eso sí, cabe reseñar que, en este caso, debe aplicarse el concepto de component car, que especifica que todos los elementos son manufacturados por el mismo fabricante—. Así pues, fue este el primer modelo de Marcos que fue ofrecido como un automóvil de producción en toda regla. Planteado como sucesor del Marcos Mantula, renovaba la configuración de su chasis, así como la tradicional imagen exterior de los modelos de la marca, cuestión que era consecuencia de la nueva arquitectura.
Con este modelo, la marca abandonó la producción de coches en forma de kit, e introdujo algunos elementos actualizados con respecto a sus suspensiones y chasis
De este modo, la configuración habitual de la suspensión delantera que equipaban los vehículos anteriores de Marcos, diseñada por Triumph, fue sustituida por una de tipo McPherson, en este caso con origen Ford. Este cambio requirió una modificación del chasis, que ahora presentaba un ancho de vías mayor en la parte anterior. Los nuevos paneles de la carrocería debieron también acomodar las columnas McPherson, lo que motivó un notable abultamiento de los pasos de rueda, cuestión criticada en la época por los amantes de la marca.
En el eje trasero incorporaba una arquitectura de suspensión de paralelogramo deformable. También las luces posteriores fueron modernizadas, así como los pasos de rueda en esta zona. El capó delantero presentaba líneas asimismo novedosas y bajo él albergaba un propulsor atmosférico de ocho cilindros en uve, fabricado por Rover —aunque de origen Buick— y omnipresente a lo largo de los años en multitud de aplicaciones procedentes de las islas británicas. Se ofreció inicialmente en dos niveles de potencia y cubicaje: por un lado, estaba disponible el Marcos Mantara 400, con una cilindrada de 3.947 cc y 193 CV de potencia máxima, además de un par motor de 319 Nm; por otro, se podía adquirir el Marcos Mantara Sport, en cuyo caso el V8 cubicaba 4.500 cc y la potencia y el par máximos ascendían a 306 CV y 434 Nm, respectivamente. En ambos casos, incorporaba una caja de cambios manual de cinco velocidades, a través de la cual se hacía llegar la potencia entregada por su propulsor al eje trasero.
Fue vendido con carrocerías cupé y descapotable, fundamentalmente con mecánicas de ocho cilindros en uve bajo su capó delantero, aunque al final de su periplo comercial también incluyó una opción de cuatro cilindros y dos litros de capacidad
En cualquiera de estas versiones, su peso apenas superaba los 1.000 kg y las cifras de aceleración hasta 100 km/h eran muy respetables, de 5,4 segundos para la versión menos potente y de 4,7” en el caso de la opción apellidada Sport. El fabricante declaraba una velocidad máxima de 240 km/h y 260 Km/h respectivamente. Con el tiempo, se incluyeron más opciones, como por ejemplo un paquete deportivo para la versión de 4 litros, firmado por NCK, que elevaba su potencia hasta los 240 CV. En 1995, gracias también a la intervención de NCK, el Marcos Mantara Sport incrementó su cilindrada hasta los 4.999 cc, para pasar a declarar 324 CV de potencia y 447 Nm de par máximos.
Además, el fabricante lanzó en 1997 una versión equipada con un propulsor de cuatro cilindros en línea y 2 litros de capacidad, también firmado por Rover. Este estaba destinado a incrementar su atractivo entre clientes jóvenes, que de otro modo debían afrontar costosas primas si querían asegurar a su nombre alguna de las variantes preexistentes. Apellidado GTS, incluía también algunos detalles estéticos específicos, que se incluyeron en algunas de las unidades finales del Marcos Mantara equipado con el mencionado V8.
Fue ofrecido con carrocerías cupé y descapotable —este denominado Spyder— y su producción se prolongó hasta 1998, cuando la última de las 137 unidades del Marcos Mantara que fueron fabricadas en total salió de las instalaciones de la marca en Westbury, en el condado inglés de Wiltshire. Sobre este modelo se llevaron a cabo diferentes homologaciones para participar en competiciones de GT, no solo en su país de origen, dando lugar a la serie LM, las cuales tendrán su particular artículo.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS