Aunque hoy en día sea conocida por sus preparaciones sobre modelos Jaguar, lo cierto es que Lister Motor Company fue una de las escuadras más icónicas en el automovilismo deportivo inglés de los años cincuenta. Una edad dorada en la que Le Mans y el resto de carreras de resistencia seguían siendo un territorio salvaje sólo para intrépidos, donde el Lister-Jaguar “Knobbly” destacó entre rivales amparados en empresas con mucho más presupuesto y capacidad tecnológica. Frente a ello, la pequeña Lister jugó con dos de sus bazas definitorias. En primer lugar la osada inventiva de sus mecánicos artesanales. Y en segundo la entrega de los pilotos en el desarrollo de los coches.
Dos características que no sólo eran abrazadas por convicción, sino también por la necesidad de rellenar con valentía el hueco dejado por la falta de infraestructura. Una desventaja con la que pequeñas marcas como Cooper, Lotus o la propia Lister tuvieron que jugar frente a los grandes fabricantes. Esos mismos donde se encontraban Jaguar, Aston Martin o Ferrari. De hecho, el propio Enzo Ferrari se refería de forma despectiva a los talleres británicos artesanales como “los garajistas”. Una salida de tono que, al fin y al cabo, no hacía más que demostrar la amargura de verse amenazado en las pistas por estas pequeñas empresas nacidas en minúsculas naves de la campiña inglesa o, como en el caso de la propia Lister, en las afueras de Cambridge.
Además, para entender el entregado proceso de creación que desemboca en el Lister-Jaguar “Knobbly” no podemos dejar de lado a los pilotos. Con una función siempre contingente al cooperar con ingenieros y mecánicos, aunque en el caso de Lister se tornó necesaria e imprescindible al hablar de Archie Scott Brown. Pieza nuclear del desarrollo de la marca durante los años cincuenta y uno de los pilotos más fascinantes y seductores en la historia del automovilismo británico. Marcado desde el nacimiento por una discapacidad que prácticamente inutilizó su brazo derecho, Archie manejaba el volante con el muñón mientras usaba la palanca con la mano izquierda. Todo esto con la misma naturalidad exhibida en su trato con el equipo, siendo uno de los mejores modelos de colaboración equipo-piloto que jamás se hayan visto en los circuitos.
Construido de forma artesanal por una de esas marcas a las que Enzo Ferrari llamaba despectivamente “los garajistas”, este modelo llegó a lo más alto del campeonato de la SCCA en 1958 para convertirse así en una leyenda al otro lado del Atlántico
Lister-Jaguar “Knobbly”, la entrega y la pasión de un pequeño equipo
Nacida en 1954, Lister vivió un rápido desarrollo gracias a la colaboración entre Brian Lister como diseñador -experto en sacar todo el rendimiento posible a los asequibles V8 americanos sobre ligeros chasis de producción propia- y Archie Scott Brown como piloto. En ese sentido, de sus talleres salieron modelos de carreras tan fascinantes como el Lister-Maserati de 1956 o el Lister-Costin de 1959. No obstante, posiblemente el modelo más icónico de la marca sea el Lister-Jaguar “Knoobly” de 1958. En primer lugar por lo sofisticado de su diseño. Muy pequeño y ligero, este modelo contó con unidades que en vez de montar paneles de aluminio los montaban de magnesio.
Además, todo está pensado para echar el coche al suelo, tan sólo sobresaliendo de forma notoria las formas necesarias para albergar debajo de sí los pasos de rueda, el motor y el depósito de gasolina. De esta forma, el Lister-Jaguar “Knobbly” es una joya en materia aerodinámica y capacidad de arrastras el centro de gravedad al suelo. No obstante, bajo sus líneas se esconde lo más interesante al adaptarse un propulsor de origen Jaguar con seis cilindros en línea, 3,7 litros y 256 CV. Además, la relación con el firme se gestionó con un eje trasero De Dion.
Sin duda un automóvil de lo más depurado, en cuya creación influyó decisivamente Archie Scott Brown. De hecho, como si de una premonición se tratase éste murió a las pocas semanas de la presentación del Lister-Jaguar “Knobbly”. No sin antes haberlo estrenado en las 12 Horas de Sebring, donde sufrió un espectacular accidente al pasarle por encima un Ferrari pilotado por el cuatro veces campeón en Le Mans -siempre con la Scuderia de Maranello- Olivier Gendebien.
Más allá de su diseño, uno de los grandes atractivos de este modelo es su inseparable unión con el piloto Archie Scott Brown, quien lo desarrolló para luego vivir un espectacular accidente durante las 12 Horas de Sebring
Algo que con el tiempo parece el prólogo de su funesta muerte pocas semanas después en Spa. Circuito donde, con la pista mojada, se salió del trazado a casi 300 kilómetros por hora en plena lucha por la primera posición a lomos de, claro está, uno de sus míticos Lister. Tras su muerte, la permanencia del pequeño fabricante en las carreras sólo continuó dos años más. Ensombrecida por el terrible final de uno de sus hombres clave y el ascenso de los Cooper con motor central. Sin embargo, aún hoy en día toparse con la historia del Lister-Jaguar “Knobbly” es hacerlo con la de uno de los símbolos de la época dorada del automovilismo inglés. Además, durante el mismo 1958 de su estreno ganó el Campeonato Nacional del SCCA norteamericano. Otro motivo más para entender a este modelo como un icónico y refinado coche de carreras.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS