La versión de calle del Lancia Delta S4 de competición se conoce como Lancia Delta S4 Stradale. Como solía ocurrir en los casos de desear participar en el Campeonato Mundial de Rallyes a mediados de los 80, Lancia tuvo que sacar al mercado una versión especial para poder circular fuera de los circuitos. Su apellido S4 significa sobrealimentado y tracción a las cuatro ruedas.
En este caso particular el reglamento de la FIA exigía la construcción de un mínimo de 200 unidades para poder homologar las unidades de competición en el Grupo B. Pudo participar en las temporadas de 1985 y 1986 antes de que la FIA prohibiese la competición de este Grupo B debido a su peligrosidad y los accidentes que ocurrieron a lo largo de su existencia.
Aunque eran necesarias 200 unidades de calle para ser homologado en competición, una leyenda dice que tan solo se construyeron 80 de ellas
El accidente que sufrieron Henri Toivonen y su copiloto Sergio Cresto en el Tour de Corse de 1986 supuso el fin de sus vidas, motivo suficiente para dar por finalizadas las competiciones de los coches del Grupo B.
Normalmente las ediciones de calle de versiones dedicadas a la competición alcanzan valores astronómicos en el mercado, fundamentalmente debido a dos causas: a su pedigrí intrínseco por proceder de la competición y a su número tan limitado de unidades a la venta. Estos aspectos los convierten en verdaderos objetos de deseo por parte de los coleccionistas.
Su peso rondaba los 1.200 kg, lejos de los 900 kg que marcaba en báscula el modelo de carreras. Esta diferencia de peso se debía fundamentalmente al equipamiento, pues mientras la versión de competición contemplaba una simple carrocería de epoxy y fibra de vidrio, al Stradale encontrábamos dirección asistida, un primitivo ordenador, aire acondicionado o un interior forrado en tejido Alcántara.
No tenía nada que ver con el Delta que usaban la mayoría de los mortales. Para empezar, variaban las dimensiones, con 4.005 mm de largo para el S4 Stradale frente a los 3.885 mm de la versión de calle; también era más bajito y con un espacio interior más reducido. Su potencia era aproximadamente de 250 CV a 6.750 RPM y 291 Nm de par, subiendo hasta los 450-550 CV en las últimas evoluciones de competición.
Su motor 1.8 de cuatro cilindros en línea transmitía la potencia a las cuatro ruedas mediante un sistema de tracción integral y tres diferenciales repartidos por su estructura, uno delantero, uno central y otro trasero. El reparto de potencia era de un 30 % al eje delantero y del 70 % al eje trasero. La caja de cambios era manual de cinco marchas.
Esta versión descafeinada de calle del Lancia Delta S4 “solo” tenía 250 CV y alcanzaba los 225 km/h de velocidad máxima, dedicando 6 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado con una seguridad pasmosa
En contra de la tónica habitual en la que las versiones de competición derivaban de vehículos de calle, los utilizados para competir en el Grupo B se fabricaban ex profeso para ello. Su esquema básico era un bastidor de chasis tubular superligero de una aleación de acero al cromo-molibdeno y un subchasis de aluminio.
Al mismo se le acoplaba un motor hipervitaminado de cuatro cilindros en posición central trasera al que se le añadió un turbocompresor, un compresor volumétrico y dos intercooler de gran tamaño. El objetivo era evitar el temido retardo –turbo lag– del motor, que como buen turboalimentado ochentero era menos progresivo que los actuales. Tanto el chasis tubular como el motor eran herencia directa de su radical hermano, el Lancia 037 Stradale.
Su velocidad máxima oficial era de 225 km/h y dedicaba 6 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado, unas cifras poco llamativas hoy. El verdadero objetivo de Lancia con el Stradale no era ofrecer un vehículo que corriese mucho, sino que su forma de hacerlo fuera espectacular y única, pues se agarraba como una auténtica lapa al suelo y las curvas las negociaba a una velocidad de vértigo.
Era una versión domesticada de la bestia que campaba a sus anchas por los distintos circuitos del Campeonato del Grupo B de rallys, capaz de entrar en el top 10 de cualquier parrilla de Fórmula 1 de la época a raíz de unos test realizados en el circuito de Estoril. Lo cierto es que nunca se supieron los tiempos reales, pero la leyenda queda ahí.
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Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Que hermoso auto. Y que simpático que tenga los comando de climatizador del primer Fiat Uno (Al menos los del mercosur, no me acuerdo si en los europeos era igual). Los espejos también se ven muy parecidos a los del Tempra Mercosur.