El NSX de primera generación es un precioso deportivo biplaza y motor central que se fabricó en versiones coupé y targa. En su día fue punta de lanza tecnológica de Honda, ya que llevaba un chasis monocasco íntegramente fabricado en aluminio, dirección asistida electrónica y un corazón con bloque de titanio y platino que podía subir hasta las 8.000 vueltas gracias al por entonces novedoso sistema de distribución variable VTEC.
Su diseño tuvo en cuenta una serie de aspectos enfocados en hacer del NSX un auténtico Ferrari killer, tales como ligereza, un motor compacto y una gran visibilidad desde el puesto del conductor (311,8 grados de ángulo de visión para ser exactos). Se basaron para su diseño en la cabina del avión de combate F-16 Fighting Falcon además de tener influencias de Pininfarina, antiguo colaborador de la marca nipona. En 1990, año de su lanzamiento, tuvo calificativos como “automóvil del año”, “diseño del año” o “el mejor deportivo construido del mundo”. Bien es cierto que tiene una pureza de líneas y un equilibrio visual que enamora y, aunque no tengas ni pajolera idea de coches, si admiras la belleza, este es un ejemplar digno de contemplación.
A Europa, incluida España, llegó en 1991, y costaba la friolera de 11.554.528 de pesetas de entonces, ¡más de 69.000 euros sin contar inflación! En 1992 apareció la versión R, una edición limitada a 300 unidades sólo para el país del sol naciente que estaba aligerada en 140 kg hasta los 1.230 kg. Esta reducción de peso la consiguieron quitando aislante, la instalación del aire acondicionado o incluso el equipo de audio, entre otras cosas. En 1996 apareció la versión targa (NSX T) con una nueva caja de cambios automática y una capota rígida que se guardaba sobre la cubierta del motor. Costaba el equivalente a 6.000 euros más que la versión de techo cerrado. Una de sus curiosidades es que podías rodar a 140 km/h descapotado sin que un solo pelo se moviese de su lugar a causa del viento y las turbulencias.
Este ninja llevaba inicialmente un motor central transversal de seis cilindros en V con 3 litros de desplazamiento y 274 CV unido a una caja de cambios manual de cinco velocidades. En 1997 la cilindrada aumentó hasta los 3.2 litros, la potencia hasta los 280 CV y la caja de cambios pasó a ser de seis velocidades, todo ello en un conjunto de 1.370 kg que permitía al NSX alcanzar los 270 km/h y llegar a los 100 km/h desde parado en apenas 5,7 segundos. El resultado final era el de un comportamiento exento de sorpresas en cualquier suelo o trazado, ayudado por una niñera mágica: un control de tracción puesto a punto por Ayrton Senna y Satoru Nakajima, el primer piloto de Fórmula 1 japonés. Para que nos hagamos una idea de las prestaciones de los deportivos de la época, el Ferrari 348 TB tardaba 6,1 segundos en alcanzar los 100 km/h con 300 CV.
Aunque desde 2015 existe su sucesor, una maravilla visual y tecnológica que redefine el concepto de superdeportivo moderno, ojalá podamos seguir soñando con maravillosas máquinas como esta y destapar nuestras emociones más profundas. Como esta entrada está dedicada al modelo original, qué menos que deleitarnos con verlo en acción, pilotado por el brasileño Ayrton Senna en el circuito de Suzuka. Oro puro.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Se dice que el 3.2 estaba más cerca de los 320cv que de los 280 que declaraba, por aquel pacto de caballeros.
Aparte del coche, precioso, menudo genio el Senna, con un coche con el cambio a la izquierda (en Japón conducen por la izquierda) y con ‘castellanos’ haciendo punta-tacón como quien va a pillar pan
Y con calcetines blancos…
Son casi más míticos los zapatos que el propio vídeo.