Coche del día: Hispano-Alemán Dune Buggy

Coche del día: Hispano-Alemán Dune Buggy

Un buggy made in Spain


Tiempo de lectura: 7 min.

El Hispano-Alemán Dune Buggy era un modelo de la empresa Hispano Alemán, fundada a finales de la década de los 60 por el ingeniero alemán Bernhard Heiderich (1935-2008), coloquialmente conocido como Ben Heiderich, que se instaló en España a principios de los 60. Con evidente buena vista comercial y después de haber completado los estudios en Canadá, se instaló en Zaragoza convencido que los militares estadounidenses establecidos en España iban a demandar vehículos para su uso y disfrute.

Posteriormente se trasladó a Madrid, donde abrió un negocio de venta de coches nuevos y usados llamado “International Motors”, teniendo como clientela a los militares asentados en las bases de utilización conjunta, diplomáticos y turistas con residencia en el país, personas que no tenían grandes dificultades en obtener licencias de información. Después de conseguir ser distribuidor de marcas tan importantes como Porsche, Lamborghini, BMW, Lotus y otras marcas de prestigio, decidió tomar una importantísima decisión a finales de los 60: crear su propia marca para comercializar automóviles, Hispano Alemán.

El término buggy procedía los antiguos cabriolets conocidos como “Bogheys”, antes de inventarse el motor de combustión interna. De forma más coloquial se conocían como “Bug”, palabra inglesa que significa “insecto”. Estos buggies se realizaban partiendo de la base de viejos Volkswagen Escarabajo ya matriculados, cubiertos por unas carrocerías de fibra de vidrio.

Para llevar a buen puerto el proyecto, Heiderich contó con la inestimable colaboración del ingeniero español Javier García Peralta, catedrático de Automóviles de la Escuela de Ingenieros Industriales situada en Madrid. Amigos tiempo atrás, Heiderich y García Peralta se convirtieron en socios, aportando este último sus conocimientos en ingeniería para este y otros futuros proyectos. En España se fabricaron en el Taller Hispano-Alemán, sobre todo con el motor de 1,2 litros.

Nos tenemos que trasladar a Estados Unidos a principios de los 60. A contracorriente de lo que era -y sigue siendo- norma en este país de hacer todo a lo grande, como sus casas, ciudades y automóviles, acorde con la inmensidad de su territorio. Existían excepciones, como aquellos que tenían en su poder un Escarabajo de Volkswagen.

Era algo tan sencillo como partir de un chasis/motor de un Volkswagen Beetle, recortarle la batalla, añadirle una carrocería de plástico y unas ruedas, cuanto más anchas mejor, dando lugar a la aparición del “dune buggy”, el buggy de las dunas

Hispano Aleman Dune Buggy 3

Como todos los emprendedores y libre pensadores afincados en California, Bruce F. Meyers, un especialista en la fabricación de carrocerías de material plástico, descubrió algo muy, muy interesante. Con un Beetle con la carrocería sustituida por otra del material mencionado y la sustitución de los neumáticos por otros más grandes y específicos para andar por zonas arenosas y desérticas, propias de California, se podían realizar saltos y carreras por ellas y disfrutar de lo lindo. Había nacido la era de los “Dune Buggy”, los buggies de las dunas.

Su primer modelo se conoció como “Meyers Manx”, un verdadero juguete realmente sencillo y barato de fabricar, unos 1.000 dólares de la época. La idea era simple pues partió de la base de una unidad y acortó la batalla en 32 cm, añadiendo cualquiera de los diversos motores bóxer de los que disponía. Estos motores con cuatro cilindros, de origen Volkswagen, tenían cilindradas de 1,2, 1,3, 1,5 y 1,6 litros, con refrigeración por aire y con una merecida fama de ser indestructibles. Solo en Estados Unidos se contabilizaron más de 2,5 millones de unidades abandonadas a lo largo y a lo ancho del país.

Su sencillez de construcción provocó que un vehículo destinado a la pura diversión adquiriese una legión de aficionados que transformaron este aspecto lúdico en una verdadera competición. Meyers lanzo el MK II, un modelo pensado para la competición, acción que a la postre sirvió para que surgiesen preparadores por todo el estado de California.

Hispano Aleman Dune Buggy 2

Estos preparadores equiparon a sus vehículos con motores y accesorios de todo tipo, creando verdaderas bestias con mecánicas Porsche, Ford, Corvair e incluso los monstruosos V8 yankees. En 1967 se inscribieron por primera vez en la “Mexican 1000”, una carrera de 1.000 millas para motos, alcanzando la cuarta posición en 1968 y la segunda en 1969.

Había nacido la era de los buggies, unos vehículos perfectos para competir en rallies que empezaban a imponerse con claridad frente a los vehículos más convencionales de dos y cuatro ruedas. Estas competiciones se extendieron por el resto del mundo, en países como Gran Bretaña, con una modalidad conocida como Autocross, en Francia, Italia… En Europa el concepto era diferente, pues se consideró como un vehículo lúdico de nicho orientado a un público joven, sobre todo por el mediterráneo.

El Hispano-Alemán Dune Buggy era la interpretación española de este peculiar vehículo, de mano de la empresa fundada por el ingeniero alemán Bernhard Heiderich afincado en España y el ingeniero  español Javier García Peralta, catedrático de Automóviles de la Escuela de Ingenieros Industriales situada en Madrid

Hispano Aleman Dune Buggy 6

En cuanto a su comportamiento, el buen trabajo de estos motores a bajo régimen convertía su conducción por carreteras secundarias y de montaña en un verdadero placer. Eran unos propulsores a lo que no les gustaba ir alto de vueltas, por lo que daba la sensación de ir más despacio de lo que parecía. Con el motor más sencillo de 1,2 litros alcanzaba los 100370 km/h de velocidad máxima por carretera, pudiendo ir a tope sin miedo a reventar el motor gracias a su refrigeración por aire. Por ciudad no se defendía mal gracias a su buena aceleración en marchas cortas y a su buen manejo debido a sus tres metros de longitud.

Al ser motores usados había que proceder a la sustitución de los elementos más castigados por otros nuevos y adecuarlos a su nuevo trabajo. Después se añadían el equipo eléctrico, filtros y protecciones necesarias, junto a las ruedas, mejor cuanto más sección tuviesen. Por último, se instalaba la carrocería de una sola pieza fabricada en material plástico, los asientos, el volante y los accesorios que se deseasen.

Su potencia a bajo régimen y la caja de cambios con unas marchas de relaciones cortas lo hacían ideal para moverse fuera del asfalto, que además contaban con una buena sincronización. Un robusto chasis redondeaba un perfecto vehículo offroad. La suspensión delantera de serie servía para realizar su trabajo, mientras que la trasera modificaba la fijación de los amortiguadores y la inclinación de los brazos oscilantes.

Hispano Aleman Dune Buggy 4

Su tracción trasera le permitía moverse por cualquier tipo de terrenos por escabrosos que pareciesen, a costa de sufrir en nuestros cuerpos la necesaria dureza de la suspensión. La ausencia de un diferencial autoblocante y la nula protección de la instalación eléctrica frente al agua impedían considerarlo como un todo terreno completo.

Sus dominios naturales eran las playas de arena o cualquier otro terreno con abundancia de este elemento, donde se podían realizar todo tipo de saltos, derrapajes y piruetas cual verdadero “insecto de arena”. Era un verdadero juguete destinado al máximo disfrute. Hubo propietarios tan ilustres como los Beach Boys, Steve McQueen, Elvis Presley, Terence Hill y Bud Spencer.

Fotografías: Vídeo de Pere Nubiola

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Sobre mí

Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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