El lanzamiento del Ford Sierra al mercado en 1982 supuso una fuerte apuesta renovada del fabricante a la hora de contar con un vehículo competitivo en el segmento D. Y se puede decir que lo logró, ya que su carácter masivo y global hicieron de él un automóvil fabricado en plantas de hasta seis países. De hecho, incluso se ensambló en los Estados Unidos a pesar de que Ford no ideó en un comienzo al Sierra como un producto para ser vendido en el mercado local. Lejos de ello, su principal mercado era Europa, especialmente el Reino Unido, donde Ford había hecho un gran trabajo comercial con los Escort.
Llegados a este punto, podemos establecer un buen nexo de unión entre lo ocurrido con aquel utilitario y la necesidad de crear alguna variante deportiva para el nuevo Sierra. Veamos. Cuando Ford Europa decidió tomarse más en serio su labor necesitó modelos con los que dejar atrás la época marcada por el escueto Anglia. Así las cosas, en 1968 se presentó al Escort como un vehículo versátil y bien pensado de cara a competir en el segmento C. No obstante, Ford venía de una imagen de marca bastante anodina. Algo que lastraba sus ventas en el Reino Unido, ya que parecía no tener nada especial que ofrecer.
Sin embargo, la creciente presencia en las carreras dada por el Ford Cortina empezó a concienciar a los directivos de la empresa sobre la necesidad de estar ahí de forma oficial. Es más, se cuajó la idea de que deberían existir incluso en las gamas más populares versiones prestacionales que pusieran la deportividad al alcance del público generalista. Algo así como un “ deportivo del pueblo “ con el que, además, atraer a una gran cantidad de público joven. De esta manera, a finales de los años sesenta Ford Europa apostó bastante por la deportividad como seña de empresa, logrando aumentar su presencia en el parque móvil gracias al impacto cosechado por modelos como el Capri – adaptación a Europa del concepto de pony car plasmado en el Mustang – y las variantes RS del Escort.
Con la aparición del Sierra llegó una alternativa accesible en lo económico para todos aquellos conductores que desearan tener un modelo del segmento D para el día a día
Ford Sierra XR4i, llega una versión deportiva al segmento D
Todo aquel planteamiento comercial y deportivo fue dando unos excelentes resultados durante los años setenta, cimentándose con buenos resultados tanto en las pruebas de turismos del Reino Unido y Alemania como en las diversas citas del Campeonato del Mundo de Rallyes. Por ello, cuando en los años ochenta vio la luz el Ford Sierra enseguida apareció la idea de hacer una versión prestacional.
Eso sí, ya no estábamos hablando de un compacto sino de una berlina. Pero, ¿por qué no? A fin y al cabo ya estaba intuyendo la época de las berlinas deportivas y, además, hacer una variante desenfada y aguerrida del Sierra seguro que le daría un buen índice de ventas. De hecho, todo esto se vio incluso beneficiado por el carácter popular del Sierra. Una berlina mucho más modesta que las alemanas, y por tanto menos problemática a la hora de ser llevada a un terreno más vibrante y popular.
Y es que ahí estuvo su acierto, poniendo al alcance del público general un vehículo deportivo del segmento D gracias a un buen precio de concesionario al que acompañaron unos consumos moderados con 17 litros a los cien pidiéndole entrega de potencia y diversión. Además, su motor V6 con 2.792 centímetros cúbicos y 150 CV alimentado por inyección y un par de 216 Nm se manifestaba bastante dócil a través de los 1.205 kilos dados por el Ford Sierra XR4i.
Desde finales de los años sesenta Ford Europa supo explotar muy bien la aparición de variantes deportivas sobre los modelos turismo para aupar las ventas de toda la gama
Si a esto se le unía el precio y los consumos, en el Ford Sierra tenías justo lo que la marca ya había hecho años antes con los primeros RS y Capri. Un deportivo popular en todos los sentidos, del cual al poco tiempo se presentó una variante mucho más determinada esta sí para conductores más avezados. Hablamos de la Cosworth, la cual prescindía del bloque Cologne V6 para montar uno firmado por el preparador al que se le incluyó un turbocompresor para rendir más de 200 CV. Algo bastante inaccesible para el grueso del mercado, haciendo que el Ford Sierra XR4i luciera aún más como esa opción de deportividad para las masas compatible con un uso familiar.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS